martes, 6 de marzo de 2018

Un espectáculo llamado migración

migración


¿Los migrantes venezolanos son los únicos o son los que más sufren en el mundo? Realmente ni siquiera podemos decir que es la “diáspora” más numerosa. Pero si detrás de una ola migratoria hay titulares, campañas, medios de comunicación y un interés político, entonces tenemos la fórmula ganadora para convertirla en un espectáculo. Y en esa función los medios de comunicación siempre ganan.
Por ello esta semana comparamos cuáles balseros causan más morbo entre los medios y redes sociales. También hacemos un repaso sobre cómo ven a los venezolanos en el exterior, a propósito de cómo los medios parecen haber pasado del odio a la lástima hacia nuestros compatriotas. Hablando sobre nuestros coterráneos, nos llama la atención y vemos que algunos sifrinos se avergüenzan de su gentilicio y, finalmente, tratamos de descifrar por qué los medios últimamente solo hablan de la migración venezolana.


DEL ODIO A LA LÁSTIMA: CÓMO VEN A LOS VENEZOLANOS EN EL EXTERIOR

 

La emigración está generando más noticias que nunca, bien sea por la que se deriva de la guerra en Siria o los intentos de Trump por bloquearla y expulsar a los emigrantes, o las noticias de la esclavitud de emigrantes del África subsahariana; aparece en los titulares todos los días y en estos tiempos la emigración de venezolanos ocupa un buen lugar en ellos.
Con más de dos millones de personas que han salido del país en menos de cinco años, no extraña que llame tanto la atención de los medios. Pero hay otros factores que hacen que se hable constantemente de los emigrantes: se añaden agendas mediáticas adversas al gobierno venezolano y las noticias que constantemente generan los mismos emigrantes en los países que los reciben.
Es que, la venezolana, es una emigración poco discreta y hasta uniforme tiene: las chaquetas y gorras tricolores que se vieron en las marchas del año pasado. En países como Ecuador, Panamá, Colombia y Ecuador han generado olas de rechazo que, muchas veces, son incrementadas por los comentarios y acciones imprudentes de los mismos emigrantes.
Los venezolanos donde llegan se hacen notar –y no necesariamente de buena manera– lo que ha generado una recepción extremadamente ambigua que se mueve entre la lástima y la xenofobia, pasando por la solidaridad.

El odio

Desde la marcha contra los venezolanos en Panamá,


La xenofobia contra los venezolanos ha ido en aumento. Esto ocurre, sobre todo, en países donde una masa muy grande de emigrantes llega en corto tiempo y satura espacios públicos o mercado de trabajo.
Es que muchos han adoptado la estrategia de dedicarse al comercio informal y se les ve, con sus inconfundibles chaquetas y gorras, vendiendo arepas o cantando en los autobuses.
Esas prácticas, desconocidas o poco comunes en los países que los reciben, han contribuido a que el impacto de esa emigración de choque sea mucho mayor, por otro lado, se les une, la costumbre inexplicable de muchos venezolanos de despotricar o despreciar al país que los recibe, acompañada de una actitud soberbia a flor de piel
 Pero el problema de fondo, más allá de las actitudes, es la magnitud de la emigración: Esta misma semana han ocurrido protestas en Cúcuta exigiendo el desalojo de unos 900 venezolanos del barrio Sevilla.
Solo en Colombia se estima que entran 35.000 venezolanos al día y allí, como en otros lugares, el odio pica y se extiende, tomando carices muy desagradables a veces:

Lástima y sensacionalismo

El sensacionalismo ha resurgido de nuevo como género. Además de los extraños “uniformes” de emigrantes abundan en los reportajes sobre el sufrimiento de los venezolanos, en estos reportajes los venezolanos a veces dan su testimonio y a veces juegan a la lastima o cuando menos, al melodrama.


Así, aunque los medios tratan de mantener una actitud “políticamente correcta” respecto a la migración, la tentación del sensacionalismo es, simplemente, muy fuerte y los venezolanos se están convirtiendo en uno de los principales objetivos de este tipo de cobertura y a veces contribuyendo a ella.
Como la emigración de venezolanos no parece que vaya a disminuir en el corto plazo no cabe dudas de que esto es apenas el principio de un extraño baile de xenofobia y sensacionalismo.

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