lunes, 19 de marzo de 2018

El panamericanismo de la OEA ha falsificado el pensamiento integracionista de Bolívar

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Representación que hace Diego Rivera del golpe de Estado contra Jacobo Árbenz en 1954.


El profesor Vladimir Acosta expone sus ideas con argumentos y sin pacatería. Ideas filosas, como que los Reyes Magos no existieron y que Francisco de Miranda no es un precursor sino un libertador. Quizá por eso no sorprende escucharlo luego afirmar que el panamericanismo –base ideológica de la Organización de los Estados Americanos (OEA)– ha “falsificado” el pensamiento integracionista de Simón Bolívar.
La OEA señala en su historia – publicada en el portal web http:/ / http://www.oas.org/es/– que “algunos historiadores remontan el origen del sistema interamericano al Congreso de Panamá convocado por Simón Bolívar en 1826”. Sin embargo, Acosta sostiene que “el panamericanismo y la OEA no tienen nada que ver” con la unidad latinoamericana a la que convocó el líder venezolano.
El historiador explicó que el panamericanismo fue propuesto por EEUU y que en esencia adversa a la idea del Libertador —que tiene su origen en Miranda. Aseveró que el planteamiento estadounidense no es otro que “convertirnos en colonia”.

LA HISTORIA DETRÁS DE LA OEA
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Acosta dice que no es del tipo de historiador que sacraliza las fechas y los nombres. Está consciente de que detrás de esos datos hay una historia que no se debe perder de vista. Sobre todo en estos tiempos, en los que “se nos quiere quitar de la cabeza todo lo que es historia”.
El profesor Acosta sostiene que la OEA no puede ser entendida simplemente como una organización que surgió en 1948. “Esa fecha tiene todo un pasado encima”. Por ejemplo, un año antes había comenzado la Guerra Fría y EEUU “necesitaba dictaduras anticomunistas en América Latina”.
Vallmitjana, Medalla conmemorativa “A Bolívar”, 19 de abril 1951. Colección Museo Bolivariano. Pero las intenciones del panamericanismo estadounidense son todavía previas. Datan de finales del siglo XIX, cuando el gobierno de EEUU convocó a los países del continente a la Primera Conferencia Internacional Americana, que se realizó en Washington.
Acosta explicó que en esa jornada participaron 18 países. Ahí EEUU planteó una unión aduanera y el desarrollo de mercados más amplios. Además, propuso la adopción de un plan de arbitraje para los casos de problemas políticos entre las naciones. El árbitro, por supuesto: EEUU.
De esa reunión resultó la Unión Internacional de Repúblicas Americanas. Pero, “¿qué había en común para un panamericanismo con Estados Unidos?”. Al parecer, nada. Para entender las intenciones reales Acosta refiere a las raíces la sociedad estadounidense.
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Vladimir Acosta. Prensa: Centro Nacional de Historia

EL DESTINO MANIFIESTO
El historiador sostiene que el eje de la política estadounidense se resume en el tema del Destino Manifiesto. “Esa es la esencia de su política”. Se remonta a mediados del siglo XIX y abarca tres dimensiones. La primera es la dimensión religiosa. De acuerdo con Acosta, los estadounidenses “hacen todo en nombre de Dios”. Son protestantes-calvinistas, lo que se expresa en un “manejo religioso fundamentalista y maniqueo”: “ellos son el bien y sus adversarios son el mal”.
Acosta explica que los protestantes norteamericanos rescataron el Antiguo Testamento—“que es judío, que habla de un Dios furibundo, que tiene enemigos”— y lo trasladaron a la situación americana. Bajo esa visión se han asumido como “el nuevo pueblo elegido”, dueño de todo el territorio. Y por lo tanto “invaden, destruyen en nombre de Dios”.
La segunda dimensión es la del racismo. El profesor afirma que la sociedad estadounidense es “la más racista” y que encuentra su justificación científica en la Ilustración europea, específicamente con el filósofo y antropólogo Immanuel Kant. 

LA SEGREGACIÓN DE KANT
Según Acosta, Kant plantea cuatro razas “con una clara jerarquía de humanidad entre ellas”. En la cumbre, la raza blanca europea; “más abajo”, la raza amarilla (asiáticos); “aún más abajo”, los negros, y “en el piso humano”, los rojos, “que son los indígenas americanos”.
Con base en esa tesis, explicó el profesor, los estadounidenses, por ser anglosajones, se asumen como superiores: “el modelo de la belleza, de perfección, de inteligencia, de moral, el único capaz de la ciencia y la filosofía”.
La tercera es la dimensión político-ideológica. Por ser superiores, están convencidos de que “ellos encarnan la libertad y la democracia”. Acosta comenta que esos tres ámbitos resultan en “un cóctel explosivo”, pues ahí se gesta la idea de que ellos están llamados a dominar el mundo. Y hasta ahora “han sido firmes y consecuentes con su destino”.
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LA DOCTRINA MONROE
La clave para entender cómo encaja América Latina en ese destino manifiesto de EEUU es la doctrina Monroe. Acosta explica que el principio “América para los americanos” traza una frontera para supuestamente impedir la intervención europea en los asuntos de los pueblos americanos.
Sin embargo, en esa época (1823) EEUU no tenía suficiente poder para contrarrestar a Europa. Tendrán que pasar 72 años para que la doctrina cobre vida con un EEUU convertido en potencia.
El profesor Acosta señala que Venezuela es uno de los primeros países que experimenta las consecuencias de ese orden mundial. En 1895 se inicia la lucha por el Esequibo y en 1902 Alemania e Inglaterra despliegan un bloqueo marítimo para cobrar deudas a Venezuela. En ambos casos, explicó el historiador, Venezuela apeló al arbitraje de EEUU, que actuó para evitar que los europeos se apoderaran de las bocas del Orinoco. A partir de entonces el gobierno estadounidense cobra fuerza y transforma la doctrina Monroe en lo que se conocerá como Corolario Roosevelt.
Tal enmienda funcionó tanto para el control de aduanas como para justificar intervenciones en los países latinoamericanos. Fue utilizada como licencia –apuntó Acosta– para invadir los países del Caribe.
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Décima Conferencia Interamericana en el Aula Magna de la Ciudad Universitaria, 1 de marzo de 1954. Colección Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional

EL MINISTERIO DE LAS COLONIAS
Cuando llegó 1948 la propuesta panamericanista, que EEUU presentó a finales del siglo XIX y que desarrolló a lo largo de las primeras décadas del XX, ya era clara y robusta. Sobre sus bases se erigió la OEA, a la que se ha considerado “uno de los hitos del panamericanismo”.
A partir de entonces la OEA se convirtió en la protagonista de acciones y resoluciones que supuestamente tienen la intención de garantizar los elementos con los que se autodefine: “El diálogo multilateral, la integración, los derechos humanos, la paz, la justicia, la solidaridad, la independencia y la defensa de la soberanía de los pueblos”.
Sin embargo, el profesor Acosta considera que su definición más exacta es la del excanciller cubano Raúl Roa: la OEA es “el ministerio de las colonias de Estados Unidos”.
El historiador argumenta que después de la Segunda Guerra Mundial EEUU identificó al comunismo como su enemigo. Cree que tal postura no ahonda en teorías marxistas, sino en el hecho básico de que el comunismo representaba reformas sociales a favor de los pueblos. Un hecho señalado por el historiador ocurrió en 1954, durante la X Conferencia Interamericana, celebrada en Caracas. Según Acosta, EEUU asistió a ese encuentro con la idea de aprobar una resolución anticomunista. El objetivo: crear el escenario para derrocar el gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán en Guatemala, tal y como ocurrió.
Así, indicó Acosta, durante las décadas siguientes la OEA apoyó acciones contra Cuba, República Dominicana, Panamá y Chile, entre otros.

LOS TIEMPOS DE CHÁVEZ
El comienzo del siglo XXI marcó un período muy importante para los países latinoamericanos. El pueblo llevó al poder a un conjunto de líderes políticos que se convirtieron en piedra en el zapato de la OEA. Entre ellos el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Acosta señaló que en 2002, cuando se ejecutó el golpe de Estado contra Chávez, la OEA expresó su respaldo al autoproclamado presidente Pedro Carmona. Al fracasar el plan golpista la organización internacional se enfiló –“hasta la actualidad”– en “una línea de acusación sobre violación de derechos humanos”.
Según el profesor, las acusaciones que hoy caen sobre Venezuela por parte de la OEA son las mismas de “los tiempos de Chávez”. No obstante, hay diferencias importantes entre un período y otro.

RESUCITAR LA PATRIA GRANDE
A juicio del historiador, la reciente decisión de Venezuela –anunciada el pasado 26 de abril– de retirarse de la OEA es una expresión de esa lucha. Está consciente de que la situación es complicada, pero considera que la pregunta pertinente no es ¿por qué nos retiramos? “Lo que debemos preguntarnos es ¿por qué no nos fuimos en el momento de auge?” .

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