La utilización
de nuevas tecnologías digitales en la vida cotidiana ha trastocado los
escenarios de la comunicación política. Algunos autores van más lejos
aún, afirmando que asistimos impávidos a un cambio de régimen mediático
caracterizado por la intensificación del politainment (info-entretenimiento)
y del simulacro político. La lógica del entretenimiento ha reconvertido
el campo político en un espacio escenificado que cuenta con actores,
roles, mitos, recursos expresivos, hechos principales y secundarios. En
lugar de informar, nos seducen y entretienen.
Este nuevo ethos digital
se destaca por el debilitamiento de las líneas que separaban a los
productores de los consumidores de información; una frontera difusa
entre hechos y opiniones, público y privado, e información y
entretenimiento[1].
En el último caso, afecta tanto a la incorporación de la lógica del
entretenimiento en las noticias políticas -generando elevadas dosis de
espectacularización- como al incremento del contenido político
relevante en los espacios de entretenimiento.
La disolución de las
fronteras entre información y entretenimiento genera diversos efectos
sobre la democracia. Por un lado, impulsa un cambio en la atribución de
la relevancia política por parte del público. En el contexto digital se
reduce la confianza de los ciudadanos hacia las fuentes tradicionales
utilizadas para obtener información política, como los noticiarios,
puesto que la mezcla entre información y entretenimiento provoca nuevas
formas de consumo de los contenidos políticos. Los ciudadanos otorgan
más importancia y credibilidad a los programas de info-sátira, a los
espacios de info-entretenimiento político, a los magazines políticos o a
los programas de debate político que a los informativos convencionales.
El fin de la separación
entre información y entretenimiento está vinculado a la disolución de la
línea que divide lo público de lo privado, ya que ambas producen una
espectacularización de la política. La revelación de datos relacionados
con la vida íntima de los actores políticos en las noticias se ha
incrementado a nivel global. Las consecuencias para la democracia de la
aparición de la vida privada de los actores políticos en las noticias
son diversas. Por un lado, la humanización de los políticos les permite
establecer vínculos de proximidad con la ciudadanía que pueden derivar
en la creación de lazos afectivos de carácter emocional. La canalización
de la atención para dominar la agenda mediática utilizando la intimidad
como moneda de cambio, por otro, puede contribuir al deterioro de la
democracia[2].
Espectacularización de la Justicia
La cobertura periodística
de prensa brasileña durante el caso Lava Jato ha levantado críticas de
investigadores especializados en ética periodística por prácticas como
alimentar rumores sin la debida verificación, promover filtraciones
selectivas y “condenar” a los acusados antes incluso de la sentencia
judicial. La preeminencia del poder Judicial como actor político tuvo un
antecedente previo en el caso Mensalão (Mesada) de 2005. La
espectacularización de la Justicia asignó roles que se repetirían: la
figura del juez ‘salvador de la patria’, Joaquim Barbosa, y su
repetición como farsa en Sergio Moro, juez de primera instancia, que más
de una vez optó por condenar sin pruebas[3]. En Ecuador, la acusación y posterior encarcelación del vicepresidente Jorge Glas seguiría el mismo camino.
En Argentina, muchos
jueces dictan la prisión preventiva como vía para castigar y, de paso,
extorsionar a los acusados aunque finalmente sean liberados ante la
falta de pruebas o al probar su inocencia. El juez Claudio Bonadío pidió
la prisión preventiva y desafuero de la expresidenta argentina y
senadora electa Cristina Fernández, con una acusación débil: “traición a
la Patria” por el supuesto encubrimiento de ciudadanos iraníes acusados
por el atentado ocurrido en la Asociación Mutual Israelita Argentina
(AMIA) en 1994 – causa que ya fue desestimada dos veces-.
Paradójicamente el propio juez que ha procesado a CFK, Claudio Bonadío,
fue apartado de la causa AMIA por colaborar con el encubrimiento a los
responsables del atentado a la mutual, lo que no es replicado en los
medios. Esto ocurrió precisamente días después de su jura como senadora.
Juez y acusado no son adversarios en una investigación. Si un juez asume un papel a priori condenatorio, sin embargo, reproducir la lógica confrontacional es más útil al rating mediático. Estos desvíos éticos han creado las antinomias Cristina Fernández de Kirchner-Bonadío o Lula-Moro.
Difuminando los límites entre lo público y lo privado
En Bolivia, el referendo
por la reelección de 2016 estuvo signado por la presunta paternidad de
Evo Morales. Una mujer, ex pareja del presidente boliviano, hizo
aparecer en cámara un presunto hijo de ambos al tiempo que alegó recibir
favores del poder. Posteriormente se descubrió que ni el hijo ni la
corrupción existieron, cuando el No ya había obtenido la victoria.
En el caso de Paraguay,
los hijos no reconocidos de Fernando Lugo ayudaron a deslegitimar su
imagen. El espectáculo de los hijos del expresidente y obispo paraguayo
concluirían en el golpe desde el poder Legislativo. Federico Franco,
quien era el vicepresidente de Lugo, fue el que asumió ilegalmente la
presidencia de la República tras el golpe parlamentario. De este modo
accedió como primer mandatario su vicepresidente, reinaugurando un
estilo de Gobierno que sería profundizado por el actual presidente,
Horacio Cartes.
El ascenso: de la fama a la política
La espectacularización de
la política, se asocia y refuerza junto a otros fenómenos como la
campaña permanente y la simplificación de la democracia: la sustitución
del contenido por la forma, el desplazamiento de lo real a lo simbólico y
el pasaje de lo racional a lo puramente emocional. Es por ello que
triunfan personajes como Trump (quien había protagonizado un reality show y
era considerado un candidato con declaraciones polémicas). En el mismo
sentido, el actual presidente guatemalteco, Jimmy Morales, llegó a la
política luego de una trayectoria como actor, escritor, productor y
director, resultando electo en la segunda vuelta electoral del 2015. Así
en la actualidad se evidencia la estrechez de los lazos entre el
entretenimiento y la política.
Consideraciones finales
El hecho que los medios
de comunicación se hayan convertido en una de las principales fuentes de
información de la política provoca que el conocimiento político -y, por
lo tanto, la participación democrática de los ciudadanos- dependa en
gran medida de los contenidos mediáticos, en los que información y
entretenimiento se han convertido en ambas caras de Jano. Si los rasgos
de la información sobre política disponible cambian, también lo hace el
conocimiento político adquirido por los ciudadanos. En este sentido, la
espectacularización implica la apuesta por nuevas narrativas y
estéticas basadas en el protagonismo de las emociones o el predominio
del conflicto y los escándalos.
Los defensores
del info-entretenimiento sostienen que, en tiempos de crisis y apatía
política, la espectacularización es la única vía para acercar el mensaje
a quienes consumen cultura popular y no se interesan por la política.
Por otro lado, las voces críticas hablan de una degradación de la
información política y de una erosión de la salud democrática. La
frivolización y simplificación de las cuestiones complejas que atañen a
la política impide que los ciudadanos puedan configurar opiniones
fundamentadas y parciales, y toman sus decisiones políticas guiados por
pulsiones emocionales orquestadas en complicidad entre el campo político
y el mediático. Lo cierto es que la banalización de la ideología en la
forma de culebrones televisivos y una sociedad cada vez más interpelada
en su individualidad desde redes sociales supone nuevos desafíos a la
democracia.
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