
Rómulo Gallegos. Colección Archivo audiovisual de la Biblioteca Nacional.
El derrocamiento del escritor Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de
1948 y su sustitución por una Junta Militar de Gobierno, expresó la
confluencia de ambiciones irrefrenables de parte de integrantes de la
cúpula castrense de la época. Pero también puso en evidencia el odio de
factores civiles herederos de las antiguas prácticas de arreglo
palaciego para las contradicciones extremas entre élites y fracciones
del bloque de poder que ejercían la hegemonía en la Venezuela agraria
del siglo XIX.
A estos factores se debe sumar el interés estratégico que tenía el
país para Estados Unidos, manifestado por el presidente, Harry Truman
iniciador de la Guerra Fría contra la Unión Soviética y cuya
administración permanecía vigilante ante cualquier amenaza real o
imaginaria a la estabilidad neocolonial de América Latina.
En la Venezuela de 1948 confluían elementos de modernidad en ciernes y
del tradicionalismo y la ruralidad, retratados en buena medida por
Rómulo Gallegos en varias de sus novelas. Los rasgos de modernidad se
asentaban en las principales ciudades, especialmente Caracas y
Maracaibo, al alero de la actividad extractiva de los hidrocarburos y
los proventos de la renta que dicha actividad prohijaba. Así, tres
componentes estructurales de las llamadas “fuerzas vivas” han de operar
en esta coyuntura como catalizador de la crisis política que desemboca
en el golpe contra Gallegos.
Uno de estos tres factores era Fedecámaras, entidad nacida en 1944 y
que agrupó a la burguesía comercial e importadora, la cual cada vez más
avanzaba en su visión de hacer equivaler la labor empresarial con la
economía terciaria y de servicio y la manipulación de las divisas, en
desmedro de los procesos de industrialización. En segundo lugar se
encontraba un clero muy conservador, al cual le generaban gran temor los
procesos de laicización de la escuela patrocinados por el gobierno de
Gallegos y su ministro Luis Beltrán Prieto Figueroa, auspiciador este
del célebre decreto 321, que le confería al Estado la potestad de
orientar y supervisar toda la actividad educativa, pública y privada.
Por último, estaba la cúpula militar, extremadamente conservadora y
formada dentro de un espíritu extremo de anticomunismo, que lo
expresaban de modo especial Marcos Pérez Jiménez, Luis Felipe Llovera
Páez, Roberto Casanova y Abel Rometo Villate entre otros.
LAS FUERZAS ARMADAS

Tropas
del Ejército apostadas en el centro de Caracas, Caracas, 24 de
Noviembre, 1948. Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional
Con Eleazar López Contreras había comenzado a partir de 1936 un ciclo
de modernización de las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN) que
contemplaba el adiestramiento y adquisición de nuevos armamentos con
asistencia de las primeras misiones militares de EEUU y la afirmación de
las ramas aérea y naval.
En ese contexto, pasarán a jugar un ol estelar en esta etapa
postgomecista de las FAN, oficiales como Wolfgang Larrazábal egresado de
la Escuela Naval en 1932, Marcos Pérez Jiménez, quien en 1933 culminó
sus estudios de la Academia Militar, ocupando el lugar número 1 de su
promoción, Carlos Delgado Chalbaud, ingeniero y egresado en 1937 de la
Escuela Superior de Guerra de Versalles (Francia), y Luis Felipe Llovera
Páez.
Estos cuatro hombres de uniforme tendrán participación decisiva en
los destinos políticos del país en el curso de las siguientes tres
décadas. Así, de manera específica, en el Ejército se fue nucleando en
torno a la figura de Pérez Jiménez un grupo de oficiales quienes, a
partir del prestigio que orlaba al hijo de Michelena (Táchira) por las
excelentes credenciales en su promoción, animaban el ciclo de
tecnificación de dicha arma, a la vez que le aupaban como líder de la
generación que repelía a los viejos generales “chopo e’piedra”,
provenientes del gomecismo.
LA GUERRA FRÍA
Este proceso de reacomodo interno dentro de la institución castrense
venezolana debe ser apreciado a la hora de examinar las causas del golpe
de Estado del 24 de noviembre de 1948, por cuanto el sector emergente
de las FAN que lideraba Pérez Jiménez, supo entablar relaciones con
otros ejércitos del continente, como Perú y Argentina. En el marco de la
Guerra Fría, ganaban fuerza las opciones de gobiernos militares para
contener los peligros de insurgencias populares y regímenes socialistas
al sur del Río Grande. Esas opciones las patrocinaban los factores de
poder de EEUU, y Pérez Jiménez logró atraerse la confianza del
Pentágono.

Para 1948, la política hemisférica de EEUU hacia América Latina
requería estabilidad interior y gobiernos que le asegurasen confianza,
frente al peligro de regímenes que dejasen colar iniciativas
izquierdistas.
CIVILISMO Y MILITARISMO
Lo que numerosos estudiosos de la Venezuela del siglo veinte
caracterizan como “la contradicción milttarismo-civilismo”, y que en el
curso del siglo XIX se simbolizó en la escena de José María Vargas
repeliendo en 1835, con la sola arma de sus palabras, a Pedro Carujo,
cabeza visible de la Revolución de las Reformas (“El mundo es de los
valientes; No, el mundo es de l hombre justo”), fue el paradigma
utilizado para explicar la insurgencia militar de 1948. Pero esa
perspectiva desconoce las nuevas realidades de la institución castrense,
que para ese tiempo ya se encontraba articulada a las estrategias
geopolíticas del Departamento de Estado de EEUU y el Pentágono.
De este modo, la caída de Rómulo Gallegos no puede entenderse como
acción solitaria de un grupo de militares venezolanos desvinculados del
influjo externo, conscientes como estaban los jefes de la asonada,
Chalbaud, Pérez Jiménez y Llovera Páez, del peso energético de Venezuela
para EEUU.
RESPUESTA DE AD
Con base en lo anteriormente expuesto, debe decirse que el
militarismo por sí mismo no aclara a plenitud las circunstancias que
rodearon la caída del insigne autor de Doña Bárbara, aunque sin duda las
ambiciones de poder de los miembros del Estado Mayor que dirigió la
acción, tiene un peso significativo. Pero insuficiente por sí solo para
inducir a los golpistas a tomar el control del país, sin medir los
efectos de aceptación en la Casa Blanca. En todo caso, la mitología de
civilismo construida por AD circunscribe los móviles de la asonada a los
apetitos de la cúpula militar. Así, el profesor Rubén Carpio Castillo,
autor de varios textos de historia y vinculado a AD, recoge el ideario
de dicho partido sobre el 24 de Noviembre en las siguientes palabras “El
derrocamiento del Presidente Gallegos fue la culminación de un proceso
de conspiraciones que comenzó cuando los factores políticos y económicos
desplazados del gobierno anterir pudieron reagruparse en partidos
políticos o en núcleos independientes de estos”. [AD. Bosquejo histórico
de un partido, Cs, 1971]
Esta apreciación se queda atrás incluso de la opinión que Rómulo
Gallegos expuso al llegar el 5 de diciembre de 1948, en calidad de
exiliado a La Habana “Este golpe tiene olor a petróleo”, en clara
referencia a los capitales de hidrocarburos estadounidenses asentados en
Venezuela.

Diario
La Esfera, “Las Fuerzas Armadas Nacionales Asumieron Ayer el Control
Político del País”, Caracas, Jueves 25 de Noviembre 1948. Colección
Hemeroteca Biblioteca Nacional
LA DESESTABILIZACIÓN
Los factores de poder tradicional en Venezuela, y que acá se han
denominado “las fuerzas vivas” del país, habían visto con alguna
inquietud el grado de movilización alcanzado entre 1945 y 1948, por los
sectores populares, sindicatos, educadores y campesinado en reclamo de
reivindicaciones gremiales. En ese escenario se hizo correr el rumor,
antes del 24 de Noviembre de 1948, de que AD patrocinaba milicias
populares que amenazarían a las FAN en su función de garante del orden
público y como institución que debía manejar a exclusividad las armas de
la República.
A ese clima de intriga debe agregarse el errático manejo que la
dirigencia de AD hizo durante el período 1945-1948, de sus relaciones
con los otros partidos, Copei, URD y el PCV, que se habían distanciado
abiertamente del gobierno de Gallegos y su partido, al extremo de que
Copei dio su aval al pronunciamiento del 24 de noviembre y a la
constitución de la Junta Militar de Gobierno. En todo caso, no estaba en
las miras programáticas de AD adelantar una gestión que en pos de
afirmar soberanía económica para Venezuela, la distanciara de los
intereses estratégicos norteamericanos, que se centraban en mantener a
Venezuela, como su seguro suplidor de energéticos.
EL DÍA DEL GOLPE
Así, el día del Golpe, Gallegos es retenido en su casa de habitación
en la Urbanización Altamira de Caracas, y poco después le trasladan a la
Academia Militar, de donde el día 5 de diciembre, le llevan al
aeropuerto de Maiquetía, para embarcarle en un avión rumbo a La Habana.
En la mayor de las Antillas Gallegos permanecerá algunos años, bajo el
gobierno de Prío Socarrás, y escribirá su última novela, Una brizna de
paja en el viento, relato de amor y rebeldía ambientado en la capital de
Cuba. Gallegos viajará a México, donde se radica hasta 1958 cuando,
tras la caída de Marcos Pérez Jiménez regrese a Venezuela para
transcurrir sus últimos años con poca actividad pública. Fallece en 1969
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