por Raúl Zibechi
Cuando una parte de la población de una
nación está armada para defenderse de otra parte de la población,
estamos ante una guerra civil no declarada
Cuando el Estado no tiene el monopolio de la violencia legítima, ¿podemos pensar que se trata de un ‘Estado fallido’?
Otro informe de prensa asegura que en el primer mes y medio hubo 1.800 personas que murieron en Estados Unidos por herida de bala.
Desde 2011 fueron 200.000. Una verdadera guerra. La notable cantidad de
muertes por armas de fuego, y en particular la sucesión de matanzas en
escuelas, han llevado a diversas organizaciones a convocar la Marcha por
Nuestras Vidas (March for our Lives, en inglés) el sábado 24 de marzo
en Washington, para que la libertad de poseer armas de grueso calibre
sea regulada.
Los convocantes de la protesta demandan
la prohibición de la venta libre de fusiles de asalto, por considerarlas
armas de guerra que van más allá de la defensa personal. Pero defienden
“el derecho de los estadounidenses respetuosos de la ley a poseer y
portar armas, como se establece en la Constitución de los Estados
Unidos”.
Los organizadores también reclaman la
prohibición de las revistas especializadas en armas de guerra,
asegurando que aquellos estados que las prohíben tienen la mitad de
tiroteos. Y sostienen que la verificación de antecedentes de los
compradores reduce drásticamente los sucesos violentos.
Lo que sorprende es que aún los
opositores a las armas de fuego muestran su respeto por la “segunda
enmienda” de la Constitución que defiende “el derecho del pueblo a
poseer y portar armas”. Lo cierto es que en EEUU hay más armas que
habitantes y que la mitad de las armas del mundo en posesión de civiles
está en este país. El Congreso nunca autorizó la creación de una base de
datos sobre la cantidad de armas en poder de particulares ni la
cantidad de muertos por armas de fuego. No cualquiera tiene un arma. Una
pista sobre los poseedores la ofrece el Departamento de Justicia de
Estados Unidos: en 2013 se vendieron 16,3 millones de armas de fuego
(45.000 cada día), un aumento del 130% en relación a 2007, cuando Barack
Obama llegó a la Presidencia y se desató el pánico a que el Gobierno
restringiera la venta.
Aunque la violencia crece, cada vez son
menos los ciudadanos de EEUU que tienen armas. En la década de 1980, la
mitad de las familias tenían armas, cifra que cayó a un tercio en la
actualidad. Lo que indica que los que tienen un rifle, una escopeta o
una pistola cada vez acumulan más cantidad de armas. Según un estudio de
EFE, el 66% de los estadounidenses posee más de un arma en su casa.
El estudio ofrece algunas pistas sobre
quiénes tienen armas y contra quiénes las utilizan. El 65% afirma que
posee un arma para protección, seguido de los que las tienen para uso
deportivo y caza, y muy lejos por los coleccionistas. La mitad afirma
que creció en un hogar con armas.
La distribución entre grupos sociales es
la clave. El 57% de los republicanos está armado frente a sólo el 25% de
los demócratas. La mitad de los blancos (49%) tiene armas frente a
menos de un tercio de los negros (31%) y apenas una quinta parte de los
latinos (20%). El 72% de los estadounidenses disparó alguna vez un arma.
El panorama se aclara. Una minoría de
hombres blancos republicanos está armada. Por otro lado, sabemos que la
policía ha disparado y matado más de mil personas cada año desde el
comienzo de la crisis de 2008, en su inmensa mayoría negros, lo que ha
dado pie al nacimiento de movimientos como Black Lives Matter (Las vidas
negras importan, en inglés), entre otros.
¿Cómo entender y cómo analizar estos datos?
La primera cuestión es que estamos ante
un país que vive una larga guerra civil. Cada día 309 personas reciben
heridas de bala y 93 mueren por disparos. Desde 1967 murieron por
disparos 1,59 millones de personas, más que los ciudadanos de EEUU que
perdieron la vida en guerras, que suman 1,2 millones en estos 50 años.
Son cifras elocuentes. Es una guerra
interna de la que no se puede acusar a ninguna potencia extranjera. Es
una forma de vida que está en el ADN de los estadounidenses y que
probablemente esté arraigada en la forma como se creó la nación. Por
algo la segunda enmienda se formuló en 1791, cuando la rebelión contra
la monarquía inglesa llevó a los rebeldes a crear milicias armadas para
defenderse de los ejércitos coloniales.
La segunda cuestión es la identidad de
los estadounidenses, punto en el que aparecen fuertemente divididos. El
hecho de que ‘sólo’ la mitad tenga armas, y que apenas uno de cada
cuatro votantes demócratas las posea, enseña una fractura identitaria
muy fuerte. Más aún porque cada vez son menos los que creen que las
armas resuelven los problemas de seguridad, tal y como muestran el
descenso constante en la posesión y los movimientos que se han disparado
este año contra las armas de guerra.
El tercer aspecto es el que siento más
importante. Los más oprimidos, negros e hispanos, los más débiles
socialmente, son los que menos armas tienen. Son las víctimas
principales de los que tienen armas, tanto de los civiles como de los
policías, guardias nacionales y militares que son mayoritariamente
blancos, en particular los mandos medios y superiores.
Por lo anterior, debemos concluir dos cuestiones:
el Estado no tiene el monopolio de las armas y la violencia se ejerce
principalmente contra los pobres, focalizada en negros e hispanos. Una
frase casi prohibida en EEUU, resume la cuestión: lucha de clases.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario