Por Clodovaldo Hernández
Observando las fotografías que registra Google cuando se coloca el nombre de Julio Borges en el buscador de imágenes,
cualquiera puede pensar que es el canciller de Venezuela. En las
gráficas aparece con la flor y nata de los países de América y Europa,
en reuniones muy protocolares, con mucho cuidado de la etiqueta
diplomática.
El aspecto rozagante y la elegante vestimenta del parlamentario
contrastan abiertamente con las denuncias que formula en torno a la
grave crisis humanitaria que vive Venezuela.
Para que su prédica fuera más coherente, sería conveniente que se le
notara famélico, arruinado o, al menos, un poco más aporreado por la
dura realidad que padecen los ciudadanos a los que dice representar.
¿Cuántos kilómetros ha viajado?
Es necesario realizar una investigación precisa al respecto, pero de
entrada puede afirmarse que el expresidente de la Asamblea Nacional ha
recorrido miles de kilómetros, ha pasado varias veces por las más
notables capitales de los dos continentes señalados y apenas si ha
tocado tierra venezolana de manera esporádica.
Sin remontarse a giras anteriores, desde septiembre de 2017, el líder de Primero Justicia se ha pasado el tiempo entre
París, Madrid, Berlín, Londres, Bruselas y capitales de países vecinos
aliados de la contrarrevolución venezolana, entre ellas Bogotá, Ciudad
de Panamá, Buenos Aires y, por supuesto, Lima.
Aquel mes de septiembre, casi inmediatamente después de la puesta en
marcha de la Asamblea Nacional Constituyente y luego del cese de la
violencia que la oposición había desatado durante cuatro meses, Borges
emprendió una pomposa gira internacional que incluyó entrevistas con el
presidente de Francia, Emmanuel Macron; el jefe del gobierno español,
Mariano Rajoy; la canciller de Alemania, Ángela Merkel y la primera
ministra de Inglaterra, Theresa May. Además, aprovechó para hablar con
el antecesor de ésta, Tony Blair.
De todas estas reuniones quedaron testimonios suficientes para “darse
bomba”, incluyendo una clásica foto con May en la puerta del número 10
de Downing Street, residencia de los primeros ministros británicos.
Este año su condición de trotamundos no ha cesado. Fue el jefe de la
delegación opositora en las conversaciones de República Dominicana y
allí también le tomaron fotografías, tanto formales como informales,
aunque a decir verdad, esas no las ha mostrado tan orgullosamente.
Una vez que se cortaron esas conversaciones, el
dirigente de PJ volvió a armar su agenda de virtual canciller opositor. A
finales de febrero emprendió un nuevo periplo que comenzó en Panamá.
Allí se reunió con el presidente Juan Carlos Varela y la vicepresidenta Isabel de Saint Malo. Al poco tiempo,
el país istmeño escaló en las medidas contra la inmigración venezolana
y, más tarde, se sumó a las “sanciones” de Estados Unidos contra
funcionarios del gobierno.
Esa ha sido una de las características de estos viajes: por donde
quiera que pasan Borges y otros personajes opositores, dejan una estela
de medidas negativas para el pueblo venezolano en general.
La nueva “gira internacional” implicó otra visita a París y una
segunda audiencia con Emmanuel Macron. Luego tuvo otra estancia en
Madrid, donde fue recibido por el Ministro de Asuntos Exteriores,
Alfonso Dastis y por los dirigentes políticos afines a sus ideas, Albert
Rivera (Ciudadanos) y Felipe González (PSOE). También tuvo algún
contacto con el rey emérito, Juan Carlos de Borbón.
En estos viajes ha hecho varios toques en Bruselas, sede de los
organismos de la Unión Europea, incluyendo el Parlamento Europeo, donde
el diputado italiano berlusconista, Antonio Tajani, siempre está
dispuesto a recibir a los emisarios de la derecha venezolana.
En este lado del Atlántico, las barajitas más repetidas son las de
Borges con el secretario general de la Organización de Estados
Americanos, Luis Almagro, a quien ha visitado en Washington o bien se
han encontrado en otros países.
Cual canciller, Borges ha aprovechado actividades especiales para
desarrollar encuentros “bilaterales” (así se les llama en diplomacia).
Por ejemplo, cuando asistió a la toma de posesión de Sebastián Piñera en
Chile, se reunió por separado con el argentino Mauricio Macri, con el
peruano Pedro Pablo Kuczynski, con el canciller mexicano, Luis
Videgaray, y con el candidato presidencial de la derecha azteca Ricardo
Anaya. Como detalle anecdótico, pocos días después se produciría la
renuncia de Kuczynski por un escándalo de corrupción agravado con el
intento fallido de ocultarlo mediante sobornos. Esa estela de aliados
caídos en desgracia también la han ido dejando los opositores
venezolanos.
La más reciente gestión “diplomática” de Borges se produjo también en
el contexto de una reunión multilateral. Fue el encuentro que tuvo en
Lima con el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, aprovechando
la visita de este personaje imperial a la maltrecha VIII Cumbre de las
Américas.
En este caso, a Borges le robaron el protagonismo descaradamente. El
exalcalde metropolitano, Antonio Ledezma, quien ahora funge como
presidente de la República en el exilio, acaparó la vocería ante Pence,
pronunciando un discurso difícilmente igualable en cuanto a la manera
desesperada de rogar por una intervención extranjera.
Esa noche (y no por coincidencia), apenas unas horas después de la
reunión con Pence, Estados Unidos bombardeó Siria sin autorización del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y sin el permiso del
Congreso norteamericano que requiere ese tipo de acciones militares. Se
entiende que es algo así lo que estaban pidiendo Ledezma, Borges y los
otros dos participantes en el encuentro: David Smolansky y Carlos
Vecchio. ¿Será también parte de la estela?
¿Cuánto cuestan estos viajes?
Solo una exhaustiva investigación podría indicar cuánto dinero gasta
Borges en estos viajes internacionales, en los que deben contabilizarse
los boletos aéreos, el alojamiento, las comidas y otros gastos
operativos, todos ellos, naturalmente, calculados en dólares o euros.
Para hacer un estimado realista hay que tener en cuenta que Borges no
viaja solo, sino con otros parlamentarios y dirigentes, y con sus
respectivas comitivas de apoyo.
El presidente Nicolás Maduro ha asegurado que los ingresos secretos de Borges montan a los 50 mil dólares mensuales.
El origen de estos fondos ha de ser privado, a menos que se estén
financiando parcialmente con partidas de la Asamblea Nacional. En todo
caso, es una información de interés colectivo, pues se trata de
gestiones encaminadas a forzar un cambio de gobierno en un país de
grandes riquezas minerales. En esa investigación habría que seguir
también una estela: la del dinero, para saber quiénes están detrás de
este “canciller”.
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