Venezuela fue ingresada
formalmente al "eje del mal" o grupo de países-objetivo de
Washington desde el Decreto de Barack Obama que criminalizó a la nación
en 2015, declarando a la República Bolivariana una "amenaza inusual y
extraordinaria" para la seguridad de Estados Unidos.
Venezuela y Rusia han firmado importantes convenios en materia
financiera, comercial y militar, entre otras, durante los últimos años (Foto: Reuters)
En las acciones estadounidenses han intentado resignificar varios
hechos indiscutibles: Venezuela es el país con las reservas petroleras
más grandes del mundo. Se encuentra también en el sexto lugar en las
reservas mundiales de gas. Actualmente se confirman y estiman reservas
venezolanas en oro y coltán que podrían colocar al país en los primeros
lugares del mundo. Tiene recursos estratégicos en cuantía, que están
plenamente vinculados al desarrollo de las economías industrializadas y
altamente tecnificadas. Venezuela posee las materias primas del presente
y del futuro.
Pero además de ello, es un país plenamente integrado al mundo
emergente. Sus principales socios, China y Rusia, son talante de un
nuevo contexto en la composición geopolítica global y Venezuela se
engrana a ellos como pieza clave.
Es también cierto que el equilibrio de las relaciones globales de
intercambio de materias primas y bienes estratégicos, tiene en Venezuela
a un pivote. Pues las asimetrías en el acceso a la energía
históricamente pusieron a Estados Unidos como un factor de arbitraje en
el desarrollo de las naciones. Hoy esa correlación está cambiando y se
aceleró desde que Venezuela salió de la órbita estadounidense con Hugo
Chávez.
Eso da hoy a Venezuela el rol potencial de participar muy activamente
en el reacomodo de la hegemonía mundial, mediante su condición
preferente a los factores emergentes. Lo que está en disputa es el
balance o desequilibrio en el marco de las relaciones internacionales de
cara al futuro.
La importancia geopolítica de Venezuela yace también en que, en los
años del ciclo progresista latinoamericano, se alzó como un factor
influyente mediante fuerza propia en el propio continente americano
entonando relaciones internacionales por medio de diversas alianzas y
entes de interlocución e integración, como ALBA-Petrocaribe, que
sirvieron para apalancar su agenda energética, diplomática y política
con visión contrahegemónica.
Un modelo geopolítico que en América Latina logró disputarle poder a
Estados Unidos en su área de influencia más cercana como son el Caribe,
Centroamérica y Sudamérica, mientras construyó alianzas Sur-Sur con
países de África y Asia de tal manera que, hoy, el país posee la
presidencia del Movimiento de Países No Alineados. Esto, junto a las
relaciones con Rusia y China, hacen a la República Bolivariana una línea
de equilibrio de los adversarios de Washington muy atractiva para
atacar de la misma forma como se hace contra Irán y Siria, por citar los
ejemplos más evidentes.
El desmembramiento de Venezuela, que luce como propósito inalterable
de la política estratégica estadounidense, consiste en el despojo de la
institucionalidad venezolana, su caotizacion y su fragmentación, como
condición elemental para la captura del poder nacional y los activos de
la nación, dentro y fuera de su territorio.
En 2019, Venezuela acude a la germinación y formación de un
para-estado con factura estadounidense, y mediante ello se inserta
en condiciones pre-bélicas que significan la aceleración de un proceso
de desmantelamiento del país como instancia objetiva, como expresión
concreta. Pues se apunta a la captura de los activos nacionales mediante
un fraguado intento de desmantelamiento de la estructura jurídica que
los soporta; que es el Estado venezolano y la jefatura del Estado, así
como demás instituciones. La "presidencia" espuria de Juan Guaidó
reconocida por Donald Trump y la existencia de un "Tribunal Supremo de
Justicia" paralelo en el exterior, son elementos probatorios de ello.
Para efectos prácticos, el poder público venezolano y los recursos
del país son bienes esenciales para el conglomerado financiero y
político que desde Estados Unidos organiza y opera el asedio contra
Venezuela. Pero el objetivo estratégico es la República Bolivariana en
el contexto del sistema-mundo.
El agotamiento del esquema de relaciones internacionales
unipolar imprime un dinamismo que, en el mundo emergente y multipolar,
se traduce en el desplazamiento de los viejos centros de poder. Estos,
al ver su hegemonía comprometida, han reaccionado ante otros países en
los frentes del conflicto militar y el asedio político y económico. La
influencia de Venezuela, al asumir su rol natural como nación petrolera y
además soberana, ha colocado al país en el centro de un huracán que hoy
conmociona el tablero geopolítico del mundo.
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