Ya en 2016 el think tank RAND Corporation advertía sobre el peligro de
que una crisis entre ambas potencias mal manejada pudiera desencadenar
en hostilidades.
Dicha organización es asumida como un importante generador de pensamiento para el ejército estadounidense.
Por su
parte, China contraatacó imponiendo aranceles adicionales a
importaciones estadounidenses por un valor de 34 mil millones de
dólares y afectando directamente a los votantes de Trump: la industria
agrícola. Cerca de 91% de los 545 productos a los
que China gravó pertenecen al sector agrícola, que generó más de 19 mil
millones en exportaciones hacia China en 2017, con 12 mil 360 millones
solo en soja.
El componente geoestratégico y tecnológico detrás de esta guerra
La
arremetida de Trump contra China incluye además un aumento en el apoyo a
Taiwán en su larga disputa con China, desinvitó la participación de la
armada china en un importante ejercicio militar internacional y presionó
a los programas de cultura e idioma financiados por el Partido
Comunista Chino en universidades estadounidenses.
Hace poco
Washington impuso sanciones a la empresa responsable de las armas y el
equipo del ejército chino, se trata de Equipment Development Department
(EDD); también a su director, Li Shangfu, por haber comprado a la firma
estatal rusa Rosoboronexport, la mayor exportadora de armamento a la
que anteriormente había sancionado.
Además, la Administración
Trump inyecta combustible a un conflicto territorial sobre el Mar del
Sur de China, aguas que le eran vedadas a los chinos desde la incursión
inglesa en ese área en el siglo XIX y el triunfo de los aliados en la
Segunda Guerra Mundial (1945). Actualmente Beijing desea recuperar su
soberanía sobre ese espacio clave en lo geopolítico y comercial, pero
sus reclamos territoriales causan importantes fricciones con aliados
clave de Estados Unidos como Filipinas, Japón y Vietnam. Hace
algunos días el destructor estadounidense, Decatur, equipado con misiles
teledirigidos, ingresó a las aguas adyacentes, islas y arrecifes chinos
del Mar Meridional de China.
La agencia calificadora de riesgo
Standard & Poor's pronostica que los aranceles de Estados
Unidos pueden afectar al 12% de los productos importados desde China. Se
trata de una disputa sobre tecnología y propiedad
intelectual que podría impactar a artículos como ordenadores y teléfonos
móviles. El tema no queda allí, la guerra tiene un componente
cibernético que pareciera estar detrás de las formas pero que en
realidad da forma a los hechos. El ya nombrado informe de RAND
Corporation (2016) recomienda a los líderes
estadounidenses que desarrollen opciones para negar a China el acceso a
productos y tecnologías que pudieran ser críticos en caso de guerra.
Ejércitos de hackers y acusaciones cruzadas
En
julio pasado, cuando el Departamento del Tesoro publicó los aranceles,
adjuntó un informe en el que hacía un llamado explícito a China por el
"espionaje económico con capacidad cibernética". Desde las grandes
cadenas de información se dice que el gobierno chino ha empleado con
éxito un ejército de hackers, con miles de soldados de alta tecnología
que trabajan para identificar y robar la propiedad intelectual de varias
empresas relacionadas con la industria, la tecnología o la defensa.
Se
dice que la guerra comercial pudiera traer consigo "otra ronda de
operaciones cibernéticas ofensivas desde Beijing". Este tema no es
nuevo entre ambas potencias.
Voceros gubernamentales y
expertos han acusado a China desde 2012 de utilizar la propiedad
intelectual robada para desarrollar productos casi idénticos a los
estadounidenses con la información que hackea, de que luego vende estos
productos en Estados Unidos e inunda los mercados de otros países con
productos a precios con los que ninguna nación puede competir. Según
afirman, esta actividad ha provocado la pérdida de miles de millones de
dólares de su economía y millones de empleos.
Sin embargo, en
2013 el ex agente de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus
siglas en inglés), Edward Snowden, había
asegurado que tenía documentos probatorios de que el gobierno de Barack
Obama había pirateado redes de ordenadores en China continental y Hong
Kong desde 2009. Entre sus objetivos estuvieron la Universidad de Hong
Kong, funcionarios del gobierno, empresarios y estudiantes. Estas
operaciones formaron parte de las 61 mil ejecutadas en todo el mundo.
Un
gran jurado de Pensilvania acusó en 2014 a cinco oficiales del Ejército
Popular de Liberación de China. Los cargos eran de ciberespionaje
contra seis corporaciones estadounidenses: Westinghouse Electric, US
Steel, Allegheny Technologies y Alcoa, así como las filiales de
SolarWorld y el sindicato United Steel Workers. El gobierno chino
respondió aludiendo al caso Snowden.
En septiembre de 2015, el
presidente de China, Xi Jinping, y el ex presidente Obama. prometieron
que ya no tolerarían la piratería para robar secretos comerciales.
Lo que no te dijeron de la ciberguerra: la ciencia cuántica
Un
aspecto que no ha sido muy reseñado por los medios son las ventajas
bélicas que obtendría China desarrollando su tecnología de manera
autónoma, particularmente aquellas en las que Estados Unidos ha avanzado
de manera discreta.
Durante el 19º Congreso Nacional del Partido
Comunista Chino en octubre de 2017, el presidente Xi Jinping declaró
que China debería ser un "líder mundial en innovación" para 2035. Esto
lo dijo basándose en la trayectoria del gigante
asiático en el aprovechamiento de los principios de la mecánica
cuántica para crear nuevas tecnologías. Para ello se han
trazado inversiones a gran escala guiadas por el Estado.
Un
"megaproyecto" chino para las comunicaciones cuánticas y la informática
pretende la expansión de su infraestructura, el desarrollo de un
prototipo general de ordenador cuántico y la construcción de un
simulador cuántico práctico. Se planea también un Laboratorio Nacional
de Ciencias Cuánticas de la Información, que podría convertirse en un
referente clave para la investigación y el desarrollo futuros.
En
campos como la informática pudieran lograrse grandes avances: los
ordenadores que trabajan con qubits pueden lograr aumentos exponenciales
de la potencia de cálculo que podrían aplicarse a áreas tales como el
aprendizaje de la máquina (learn machine) y las simulaciones complejas.
Todo el progreso futuro en la computación cuántica será más un maratón
que un sprint, la visión a largo plazo es vital.
La ciencia
cuántica también podría revolucionar la criptografía y las
comunicaciones: los ordenadores cuánticos podrían hacer que la
información fuera mucho más difícil de descifrar mientras que los
avances en la detección cuántica, la metrología y la navegación pueden
permitir capacidades únicas en detección, precisión y posicionamiento.
En 2016, China lanzó el primer satélite cuántico del mundo, que desde
entonces se ha utilizado para una videollamada con cifrado cuántico
entre China y Europa.
El ejército chino y la industria de defensa
de China pueden utilizar los avances en los radares cuánticos y la
detección para compensar la superioridad del ejército estadounidense en
la tecnología de ocultación, que podría ser vulnerable a este nuevo tipo
de detección. Si estos esfuerzos tienen éxito, podría adelantarse a
Estados Unidos en el campo de la tecnología militar. He ahí la amenaza
subyacente.
Si el estado de excepción es global, es también cibernético
Ante
lo que pudiera ser un galope por parte de China en la competencia por
el control global mediante el conocimiento y la tecnología, el pasado 20
de septiembre de 2018 la Casa Blanca lanzó la Estrategia
Cibernética Nacional con un impulso claramente expansionista y
hegemónico. La secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen,
señaló que "fortalece el compromiso del gobierno de trabajar en
asociación con la industria para combatir esas amenazas y asegurar
nuestra infraestructura crítica".
Dicho documento no solo
coloca a Rusia como un enemigo claro de Estados Unidos sino que fue
publicado casi simultáneamente con una versión actualizada de la
estrategia cibernética del Departamento de Defensa.
Mientras la
Estrategia Nacional afirma que Rusia y China "utilizan el ciberespacio
como un medio para desafiar a los Estados Unidos, sus aliados y sus
socios", la Estrategia del Pentágono les tilda de "competencia".
Al
referirse a la ciberseguridad global del transporte marítimo y el
espacio exterior se proponen que el acceso al mar, a los cielos y al
espacio exterior sea libre y sin restricciones por estar "estrechamente
vinculado a la seguridad económica y nacional de Estados Unidos", por lo
que el control de tales espacios figura como prioridad, así como el uso
de diversos medios técnicos.
Se plantean tareas como
las actualizaciones a la vigilancia electrónica, que permitirá a las
agencias de inteligencia monitorear flujos de datos, la transferencia de
nuevos poderes a las agencias de investigación y el desarrollo de
nuevas formas de procesar a individuos fuera de los Estados Unidos
(ciudadanos de países extranjeros). Es decir: las respuestas a un ataque
cibernético ahora pueden incluir la imposición de sanciones, la
coordinación de una campaña de propaganda en los medios hegemónicos o el
lanzamiento de un misil.
En una conferencia de prensa, el asesor
de Seguridad Nacional de la Administración Trump, John Bolton,
señaló lo importante que es el ciberespacio para la disuasión
geopolítica y militar de sus adversarios. Ha afirmado que con ese
propósito han "autorizado operaciones cibernéticas ofensivas (...) para
demostrar que el costo de su participación en operaciones contra
nosotros es más alto de lo que quieren soportar".
Estados
Unidos pudiera "defenderse" mediante ataques DDoS o la introducción de
malware y spyware, así como una variedad de agresiones contra sitios
vulnerables "enemigos". Dichos actos pudieran afectar
a servidores de bancos, proveedoras de servicios celulares, bases de
datos privadas, la infraestructura de manufactura o los diversos
sistemas que brindan servicios sociales esenciales.
También puede
recurrir a sus operaciones "humanitarias" y olvidarse de cualquier
declaración formal de guerra, lo que es un procedimiento bastante
complejo en su legislación interna, dado que no existe una definición
clara de lo que son "actos maliciosos en el ciberespacio". Algunos
países que tienen experiencia adecuada en
ciberseguridad podrían defenderse de tales ataques, pero es más que
probable que algunos Estados no puedan desviarlos eficazmente.
La
amenaza que constituye China para Estados Unidos aumenta cuando ve en
riesgo su "libertad" para establecer las reglas del juego en el
ciberespacio. Con ellas gobierna el comercio mundial a través del
control sobre las transacciones bancarias, las bolsas de valores y otras
herramientas de la economía globalizada. Si algunos países se niegan a
seguir las órdenes de Washington, una vez más serán etiquetados
como Estados fallidos y acusados de actuar maliciosamente.
La
negativa a adoptar los estándares de los Estados Unidos será tratada
como un acto de guerra contra los ciudadanos estadounidenses. Esto es
tan serio como la declaración hecha por George W. Bush después de los
ataques terroristas en Nueva York en septiembre de 2001, cuando declaró
que "quien no está con nosotros está contra nosotros".
Como en
toda guerra occidental, la explicación está dentro del país que la
promueve: el estancamiento económico ha generado problemas políticos
internos que llevaron al poder a un personaje como Trump, la crisis de
hegemonía del establishment que perdió la Casa Blanca hace todo por
evitar el colapso de su proyecto de globalización en el que se inscribe
China y la maquinaria económica capitalista mundial aceitada por el
sector financiero a escala global.
Fuente: Mision Verdad
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