por Manuel E. Yepe
Nadie piense que valerse de falsedades
como pivote para la proyección y ejecución de la política exterior
estadounidense es una innovación o un aporte novedoso de Donald Trump.
Ésta ha sido una tradición en la política exterior de Washington desde
la voladura del acorazado español Maine en 1898, en La Habana, que
sirvió para que Estados Unidos declarara la guerra a la monarquía
hispana y cuya secuela fue el surgimiento del imperialismo
norteamericano.
En 1997, fue muy exitosa en Estados Unidos la exhibición de Menear el perro (Wag the dog), versión libre cinematográfica de la novela “Heroe Americano” de Larry Beinhart, protagonizada en cine por Dustin Hoffman y Robert De Niro con la dirección de Barry Levinson.
https://www.youtube.com/watch?v=LHJKiv8yNOI
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La película trata sobre un experto en
manipulaciones (spin doctor, en la jerga de relaciones públicas
estadounidense) y un productor de cine que fabrican una guerra para
distraer la atención de los votantes de un escándalo sexual que
obstaculizaría la reelección del Presidente de Estados Unidos. La cinta
se estrenó un mes antes de declararse el escándalo con Mónica Lewinsky y
el bombardeo subsecuente de la fábrica de productos farmacéuticos
Al-Shifa, en Sudan, decretado por la administración Clinton que generó
numerosas comparaciones de la realidad con el film.PULSA EL LINK PARA VER TRAILER
En la cinta, el Presidente es sorprendido
enamorando a una joven menor de edad en la Oficina Oval, dos meses
antes de las elecciones. El spin doctor decide llamar la atención del
público con una guerra ficticia contra Albania a fin de atraer su
atención de los medios a este conflicto desviándolo de la Casa Blanca.
El engaño surte efecto inicialmente
moviendo las estadísticas electorales a favor del Presidente. Pero luego
esto choca con los intereses de la CIA que favorece al candidato
opositor y todo ello se complica en una sucesión de suciedades y
perversiones típicas de la política estadounidense.
Las noticias falsas (fake news, en
inglés) se han convertido en armas de “cuarta generación” que,
insertadas en los escenarios de las nuevas tecnologías de información,
las superan ampliamente en alcance y vigencia, dado que el escenario en
que se vierten supera exponencialmente el nivel de difusión del
contenido a través de los soportes informáticos de las redes sociales,
donde lo falso se torna verdadero.
Ejemplo de recientes noticias falsas usadas como armas de guerra
ha sido el caso de los ataques acústicos contra funcionarios de la
embajada en Cuba de Estados Unidos.
Esta falsa noticia fue desmentida de
múltiples formas, incluso por una investigación realizada en la
Universidad de Michigan por el investigador Kevin Fu, quien determinó
que los supuestos ataques “se habrían producido por una interferencia
entre dos fuentes de ultrasonido muy cercanas a los afectados: una, un
dispositivo de escucha y espionaje; la otra, un bloqueador ultrasónico
de dicho aparato”. Vale decir que fueron las propias actividades de
espionaje que los estadounidenses desarrollaban dentro su Embajada las
que provocaron los ataques acústicos que afectaron a sus propios
funcionarios diplomáticos.
Un gran número de verificaciones
anteriores habían confirmado la falacia, pero el objetivo de esa falsa
noticia no era rectificar algo, sino provocar tensión y ruptura en los
vínculos entre Washington y La Habana en función de objetivos políticos
del régimen de Trump. Otro caso reciente fue el del envenenamiento en
Inglaterra del doble agente ruso Serguei Skripal y su hija Yulia, por lo
que se acusó automáticamente al gobierno ruso, supuesto único productor
de una sustancia química conocida como Novichok que – según se pudo
conocer- no se produce solamente por laboratorios rusos, sino que puede
producirse en varios laboratorios británicos, lo que dejó claro que la
alevosa acusación buscaba desprestigiar al Kremlin.
Peor aún ha sido el caso del supuesto
ataque químico que Siria habría llevado a cabo en la ciudad de Duma,
recientemente liberada por el Ejército Árabe Sirio de la ocupación por
fuerzas terroristas que tienen apoyo de Estados Unidos. Un equipo de
periodistas del canal estadounidense One America News Network (OAN) -que
es de orientación y audiencia netamente conservadora y apoya a Donald
Trump- visitó Duma y declaró públicamente que no había encontrado
evidencia alguna del ataque químico supuestamente acaecido el 7 de abril
haciendo quedar en ridículo a su Presidente.
Muy mal debe andar la autoestima de la política exterior de la
superpotencia estadounidense cuando tiene que recurrir una y otra vez a
falsedades y manipulaciones para tratar de mantener la idea de la
invencibilidad del imperio estadounidense posicionada en el imaginario
colectivo.
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