lunes, 5 de febrero de 2018

Mucho hablamos de corrupción y poco hacemos por combatirla.

La corrupción no es admisible. La corrupción se denuncia… de lo contrario no te quejes.

La corrupción que se entiende en el ámbito popular se achaca al detrimento político y económico por regla general, craso error, dado que así se olvidan otros tipos que corresponden a infringir daño voluntario y atentar contra la dignidad de una persona, toda o parte de la colectividad, ya sea global o segmentada.

Existen otras corrupciones a escala inmoral como la politica también lo es, ciñiéndola a la corrupción de menores, el tráfico y abuso de niñ@s, la pedofilía como práctica incluso virtual, la violencia, el estupro y la prostitución sexual.


Si las penas de corrupción se amplían, debería tenerse en cuenta la modificación del código penal, ya que corrupción sí es para alterar o perjudicar la vida de los demás, también significaría aplicarse a los que mienten con fines que pueden lastrar a la ruina a un individuo o a una familia, a la propia injusticia mal aplicada y sin garantías, abusos de cualquier signo, el robo, el plagio, la violencia de género, los insultos verbales, la manipulación de las personas para alterar los bienes y cosas. En definitiva, todo cuanto sirva para penalizarse en un contexto similar al término corrupción, que la mayoría de las veces queda obviado para remitirlo a causas de juzgado de menor grado.

Atentar contra la dignidad de las personas no puede conllevar una mera amonestación.

Corrupción es la descomposición material en lo orgánico, pero también en lo intelectual o aquella que afecta a intereses demostrados, rápida o lenta de una o del conjunto de personas. Es un acto de podredumbre, degradación y degeneración de los actos acordados que no se cumplen tal se han establecido. La corrupción es depravación de los intereses públicos y privados de las personas, con miras a conseguir una máxima explotación, a la que habría de añadirse perversión, inmoralidad, vicio y libertinaje ya sean evidentes o simulados, con una carga añadida cuando se demuestra que ha servido para alterar la calidad, el bienestar y la confianza de las personas.
La corrupción degrada si se demuestra el sentido de la Justicia y la confianza que debe tenerse en la misma, cuando se observan signos inequívocos de ser partidista, lo que nos convertiría en víctimas propiciatorias por resultados inexcusables de prevaricación, cohecho o soborno, o simplemente por aplicar una praxis no ajustada a derecho.
Corrupción desde el punto de vista ético es eludir y vilipendiar la confianza otorgada de las personas, la malversación planeada, demostrando que se han cosechado intereses ajenos, expropiación y saqueo del erario público, así como los daños sociales y exigentemente punitivos descritos anteriormente.
 Corrupción es esclavizar, abonar salarios injustos, eludir la seguridad social, defraudar en el ejercicio contable los impuestos, es decir, contradecir las disposiciones de las leyes civíles en cualquier punto de sus contextos.

 La corrupción ha existido desde que el reptíl convenció a Eva para tentar a Adán para que diese una “dentellada” a la manzana del árbol prohibido.
¿ Cómo ponerle prevención o freno a la corrupción ?. Difícil contestación, pero bastaría con insistir en que la palabra corrupción podría ser materia de educación como una asignatura a valorar cada día, lo que significaría que ese arma cultural tuviese munición suficiente y la paciencia de apuntar bien para no malgastarla, interponiendo medidas básicas para su completo y complejo entendimiento, para investigar, descubrir, denunciar y repudiar todo lo que conlleva un perjuicio del que no podemos vacunarnos superficialmente, aún suponiendo que tengamos la certeza y carezcamos de pruebas..
La corrupción se combate con un sentido de solidaridad para atajar cualquier conato de tentación, evitando diferencias, conflictos y problemas entre quienes mejor se conocen, o se manifiestan qe pueden hacer mucho por la colectividad, lo cuál no es óbice ni valladar para que los mecanismos de control se pongan en funcionamiento desde el primer momento, ya sea en instituciones públicas o privadas.
 Las consecuencias de la corrupción son graves, en el panorama nacional por el enmascaramiento de pedidos, cobros y pagos maquillados que soportan una carga adicional que se añadirá inadecuadamente al servicio y trabajo, lo que repercutirá en presupuestos alzados que dañarán mayormente los servicios de sanidad, educación y fomento principalmente. Y éste mismo sentido lo podemos extrapolar a la rutina comercial de cualquier empresa de producción y/o servicios, que puede alterar la calidad del producto a una sociedad a la que puede engañarse a través de la publicidad.
Muchas veces olvidamos que existen organismos que pueden paliar el desvencijado estado de los derechos contra la corrupción, como podría ser la intervención de T.I. Transparencia Internacional, una institución plenamente identificada por la sociedad civíl y privada, así como la de gobiernos concienciados, los más que hacen insistiencia en promocionar la necesidad de adhesión cuando hablamos de una implementación anexa a la democracia que necesita control y obediencia, tal como se expresa en la cita :
“La mujer del César no solo debe serlo , sino parecerlo”. 

Transparencia internacional (T.I.) es la única organización no gubernamental a escala universal dedicada completamente a combatir la corrupción.
Eliminar la corrupción no es labor ni será una tarea fácil, pero es responsabilidad de todos, de los gobernantes, de los medios de comunicación, de las instituciones, escuelas y especialmente de los progenitores ya que ellos son los principales educadores, que con su honrada vida han de mostrar el camino que a sus hijos les llevará a ser personas integras, que utilicen sus valores para dignificar la realidad de los principios que deberían regir en la sociedad, sin una lacra que perjudica sin límite ni medida a los más débiles.


 

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