jueves, 6 de septiembre de 2018

El primer ataque diplomático de EEUU a Venezuela fue directo contra Bolívar

El 29 de julio de 2018, hace doscientos años, comenzó una controversia entre los gobiernos de la naciente la República de Venezuela y el de Estados Unidos de Amé- rica. El impase –protagonizado por Simón Bolívar y el agente estadounidense John Baptis Irvine– se debió a la captura por parte del Ejército Libertador de dos goletas de bandera estadounidense (Tigre y Libertad), que violaron el bloqueo sobre los puertos de Guayana, Cumaná, La Guaira y Puerto Cabello que el Libertador decretó el 6 de enero de 1817. La controversia fue agria y se dio a través de cartas, en una de las cuales Bolívar expresó una tajante sentencia del sentido que la libertad para los venezolanos: “No permitiré que se ultraje ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte”.


Decreto y captura
Bolívar ejercía la jefatura política y militar de Venezuela, e instruyó a que todos los comerciantes y autoridades fuesen notificados del decreto. Consciente de lo que implicaba para las naciones neutrales, la decisión efectivamente se divulgó en todos los puertos, incluidos los estadounidenses. Prueba de ello es que el 6 de marzo de 1817, la Gaceta de Norfolk publicó la orden del Libertador.

El decreto de Bolívar llevó a la captura de varios barcos –no solo de España sino de algunos países neutrales– cuyos cargamentos se estaban comerciando con los realistas. Hasta la fecha de captura de Tiger (Tigre) y Liberty (Libertad) ninguno de los gobiernos de los países de origen de los comerciantes y propietarios afectados reclamaron ante las autoridades venezolanas.

Pero en esta ocasión se desató una polémica que comenzó con protestas de los propietarios e incluyó la acción directa de Irvine, a quien EEUU le encomendó la tarea de gestionar la devolución de las referidas goletas.
A las goletas Tiger y Liberty se les aplicaron las mismas medidas que a otras embarcaciones: retención de la nave y captura de la carga. La Tiger había salido rumbo a Venezuela doce días después de publicado el Decreto, por lo que tenía conocimiento del mismo. La Liberty zarpó de Martinica en junio de 1817, es decir, cinco meses después de publicada la orden.

Tanto la Liberty como la Tiger ya navegaban por el Orinoco cuando fueron notificadas del bloqueo por los capitanes de algunos barcos venezolanos que patrullaban el área y las ayudaron remontar el río hacia el mar. Sin embargo, al poco tiempo fueron encontradas navegando de regreso a puerto venezolano, con lo que quedó demostrado que ambas violaron, deliberadamente, el bloqueo.

En respuesta a la captura, los propietarios de las goletas iniciaron una agria campaña a través de la prensa estadounidense contra los patriotas venezolanos, lo que trajo como resultado la decisión del gobierno de EEUU de enviar a un agente comercial a reclamar la devolución de los barcos y una indemnización para sus dueños.

Un agente del imperio
El agente designado para tratar el asunto fue John Baptis Irvine, un inmigrante irlandés, nacionalizado estadounidense, que por años fue editor de varios periódicos. En su haber tenía varias acusaciones y sentencias a prisión, entre otras cosas por calumniar a ciudadanos valiéndose de su posición de periodista.


Durante años Irvine mostró especial interés por las luchas de independencia emprendidas por líderes latinoamericanos, incluidos el Generalísimo Francisco de Miranda y el Libertador Simón Bolívar. Eso lo que lo llevó en 1808 a exigirle a John Quincy Adams mayor información sobre las intenciones de Miranda, sin que aquel se dignara responderle.

Lo cierto es que hasta 1816 publicó información sobre las relaciones entre Bolívar y el presidente haitiano Alexandre Pétion, y al igual que muchos periódicos estadounidenses, se encargó de difundir las acciones de los patriotas en la lucha por alcanzar la soberanía política de nuestros pueblos.
Cuando fue designado para gestionar la devolución de los barcos, la actitud de Irvine hacia los patriotas venezolanos fue particularmente hostil, si se toma en cuenta que, pese al claro carácter imperialista del gobierno de EEUU, Adams lo instruyó para que fuese lo más diplomático posible. Así se evidencia en una carta del 31 de enero de 1818 en la que le indica que solicite “la restitución o indemnización debida a nuestros ciudadanos en estos dos casos” y le ordena que maneje el asunto “con toda esa discreción, moderación y actitud conciliatoria hacia la autoridad existente, que se debería a cualquier gobierno firmemente establecido, universalmente reconocido”.


Es cierto que en la misma carta Adams aclara que “se espera que exija con la firmeza debida a su cargo la restitución de los derechos de los afectados”, pero el tono de las cartas que Irvine dirigió a Bolívar es tan inapropiado que las propias autoridades estadounidenses se han negado a hacerlas públicas por considerarlas “ofensivas”. En cambio, se ha logrado ubicar 14 cartas relacionadas o dirigidas a John Baptis Irvine, sobre el caso de las mencionadas goletas.

Las cartas de Bolívar
Entre el 1° y el 18 de julio de 1818, el Libertador escribió cuatro cartas sobre este asunto. En las primeras tres, dirigidas a Luis López Méndez y a los generales Santiago Mariño y Juan Bautista Arismendi, informa de la llegada de Irvine a Angostura. En la cuarta le comenta a López Méndez sobre las entrevistas sostenidas con el agente. Desde el 29 de julio hasta el 12 de octubre de ese mismo año, el Libertador escribió nueve cartas a Irvine, donde expone, jurídicamente, las razones que motivaron la captura de las referidas naves. La última fue escrita, siguiendo instrucciones de Simón Bolívar, por Pedro Briceño Méndez, y, como las otras, está destinada a Irvine.
 En estas cartas el Libertador hace una defensa magistral de la soberanía nacional, del derecho de los venezolanos de legislar sobre el territorio, incluido el de bloquear puertos y plazas, en aras de lograr la liberación e independencia total de Venezuela, y además pone al descubierto la doble moral del gobierno de Estados Unidos.

Las expresiones que usó el Libertador son evidencia palmaria de su sentido de pertenencia, de su nacionalidad y de su posición antiimperialista. A Irvine le recuerda, por ejemplo, que los propietarios de las goletas Tigre y Libertad “olvidando lo que se debe a la fraternidad, a la amistad y a los principios liberales que seguimos, han intentado y ejecutado burlar el bloqueo y el sitio de las plazas de Guayana y Angostura, para dar armas a unos verdugos”.
Esas cartas demuestran que lo ocurrido hace 200 años constituye un acontecimiento histórico de vital importancia en la actualidad, por cuanto se evidencia que antes del discurso del 2 de diciembre de 1823, presentado por el presidente James Monroe (1817-1825) y elaborado casi en su totalidad por John Quincy Adams, Secretario de Estado para ese momento –discurso que ha llegado a conocerse como la Doctrina Monroe– ya el alto gobierno de los Estados Unidos tenía, como base de su política exterior, el interés de coartar y/o limitar la soberanía de las nuevas repúblicas americanas, que para la fecha se enfrentaban a la dominación española.
Un interés que ya forma parte de su política de Estado, a la que hoy nos enfrentamos como pueblo por el simple hecho de querer seguir siendo libres. A continuación reproducimos algunos pasajes de las misivas firmadas por el Libertador:

Armas para los verdugos del pueblo
Los ciudadanos de los Estados Unidos, dueños de las goletas Tigre y Libertad (…) olvidando lo que se debe a la fraternidad, a la amistad y a los principios liberales que seguimos, han intentado y ejecutado burlar el bloqueo y el sitio de las plazas de Guayana y Angostura, para dar armas a unos verdugos y para alimentar unos tigres, que por tres siglos han derramado la mayor parte de la sangre americana (…) No son neutrales los que prestan armas y municiones de boca y guerra a unas plazas sitiadas y legalmente bloqueadas.

Venezuela no discute sus derechos
Nadie puede disputar al Gobierno de Venezuela el derecho de declarar en estado de bloqueo un puerto o puertos, poseídos por el enemigo (…) del mismo modo que, si algunos ciudadanos de los Estados Unidos tomasen servicio con los españoles, estarían sujetos a las leyes que practicamos contra éstos (…) La cuestión se debe reducir a examinar escrupulosamente si el Almirantazgo de Venezuela ha tenido derecho para condenar las goletas Tigre y Libertad. La cuestión no se cambia por el modo con que se ha examinado el hecho, y el derecho no cambia porque está fundado sobre el hecho (…) Pretender, pues, que las leyes sean aplicables a nosotros, y que pertenezcan a nuestros enemigos las prácticas abusivas, no es ciertamente justo, ni es la pretensión de un verdadero neutral, es, sí, condenarnos a las más destructivas desventajas.

Pueblo en guerra
“Insiste V.S. en su reclamo intentando probar la ilegitimidad de aquel acto; niega los hechos alegados por mí, que constan de los procesos seguidos, y pretende que prevalezcan sobre estos documentos judiciales las representaciones y protestas que los interesados han dirigido al Secretario de Estado de los Estados Unidos (…) La retaliación es el derecho más seguro y legítimo de que puede servirse un pueblo en guerra.

En legítima defensa
La nación que quebrante primero la ley es la única que puede llamarse infractora: y es la sola responsable de este atentado. El enemigo que se sirve de las mismas armas con que se le ofende, no hace sino defenderse. Esta es la ley más antigua y la más universalmente conocida y practicada. Morir antes que humillarse La razón y la justicia no necesitan de otros apoyos que de sí mismas para presentarse (…) El amor a la patria, y a la gloria (…) merecen la admiración y aplausos de los que tienen una Patria y aman su libertad (…) no permitiré que se ultraje ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende.

Los pueblos han vencido a los imperios
Nada, de cuanto V.S. diga, puede destruir la superioridad de nuestro ejército de tierra sobre el enemigo (…) si éramos tan inferiores ¿por qué no se atrevió a presentarnos batalla? ¿por qué en una persecución de más de cincuenta leguas no nos esperó, ni nos obligó a desistir de ella? (…) El valor y la habilidad, señor Agente, suplen con ventaja al número. Por fortuna se ha visto con frecuencia un puñado de hombres libres vencer a imperios poderosos.

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