Ya es un hecho, el ultraderechista Jair Bolsonaro ganó holgadamente la primera vuelta de las elecciones en Brasil con el 46,3% de los votos. Segundo llegó el izquierdista, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula Da Silva, con el 29% de los votos, y tercero quedó Ciro Gomes, del centro izquierdista Partido Democrático Laborista, con el 12,47% de la preferencia electoral. Así, todo parece indicar que el ex-capitán del ejército y ex-diputado, Bolsonaro está a un paso de convertirse en presidente de Brasil.
No obstante, tras conocer los resultados electorales Gomes aseguró que “sin dudas” no apoyará a Bolsonero en la segunda vuelta: “Continuaré luchando en defensa de la democracia y contra el fascismo”, reiteró. Sin embargo, esto no implica que necesariamente apoyará a Haddad.
Otro factor que será determinante es la participación de los 29,9 millones de personas que no votaron el domingo y que representan el 20,3% del registro electoral.
Varios analistas han pronosticado un aumento en la participación electoral para la segunda vuelta, dada la intensificación de la polarización tras la victoria de Bolsonaro.
Entre las causas que explican la holgada victoria de la ultraderecha está el poco tiempo de campaña que tuvo Haddad. La renuncia de Lula Da Silva a su candidatura ocurrió apenas un mes antes de las elecciones.
Según varios comentaristas, la estrategia del PT basada en promover la liberación de Lula mediante recursos legales, para que pudiera asumir la candidatura, fue errada, lo que resultó en una campaña muy atropellada. Ahora, con la segunda vuelta pautada para el próximo 28 de octubre, el desafío parece muy grande.
También se cuenta como un factor determinante la falta de identificación por parte de los electores de Haddad con Lula.
Un tercer factor está vinculado a la migración del voto evangélico desde el PT hacia la figura de Bolsonaro. El factor evangélico es determinante en las elecciones cariocas, ya que constituyen una población de 42,3 millones de personas, lo que equivale al 22,2% de la población.
Un cuarto factor está vinculado al desprestigio del que es víctima el PT por las acusaciones, en algunos casos ciertas, pero en la mayoría falsas, de corrupción.
Por su parte, Bolsonaro ha calado en la población con un discurso centrado en el tema de la seguridad y la lucha contra la corrupción. Durante la campaña el candidato aseguró que está a favor de la dictadura y que quería una intervención militar en la política.
Además, y aunque sea paradójico, su discurso racista (con respecto a los afrodescendientes, el candidato aseguró que “no sirven ni para procrear”), homofóbico (“sería incapaz de amar a un hijo homosexual, preferiría que muriera en un accidente”), y misógino (de la congresista María do Rosario dijo que “no merece ser violada: ella es muy fea”) ha tenido buena acogida en el país.
La dramática situación de la democracia brasilera se evidencia además en el creciente protagonismo de militares de derecha en la política.
El candidato a vicepresidente de Bolsonaro, el ex-general Hamilton Mourão,
se ganó a la banca y el liderazgo empresarial brasilero cuando afirmó:
“Si fuera antidemocrático, no estaría participando de la elección, estaría con mi .45, limpiándola bien y aguardando días mejores”.
La victoria de Bolsonaro significó un claro apoyo de los mercados. Tras esta vuelta, el real brasileño subió 2,5 frente al dólar y la Bolsa de Sao Paulo subió un 5%.
Para estas elecciones compitieron 25 candidatos militares en fórmulas presidenciales o para gobernadores estatales, lo que representa casi el doble de los 13 de la contienda de 2014. El discurso de estos candidatos es idéntico al de Bolsonaro: militarismo, machismo y racismo.
No obstante lo dicho, varios analistas aseguran que Bolsonaro no debe cantar victoria antes de tiempo. A pesar de su victoria, el candidato tiene los niveles de rechazo más altos de la historia reciente de Brasil.
En particular, las mujeres, los sexo género diverso, las organizaciones de afrodescendientes y de indígenas han levantado su voz de protesta contra el candidato y han realizado gigantescas manifestaciones en contra de Bolsonaro.
Por ejemplo, el 29 de septiembre tuvo lugar en Brasil la mayor movilización de mujeres de la historia de Brasil bajo la consigna “Ele Não” (“Él no”), en referencia al ex-capitán del ejército.
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