Por: Elías Jaua Milano
Inició el año escolar en nuestra Patria. Venezuela es hoy uno de los
pocos países del mundo que cuenta con un extendido sistema de educación
pública de acceso universal y gratuito, desde la educación inicial hasta
la universitaria. Una conquista del pueblo venezolano consagrada, como
derecho humano, en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela que debemos valorar en su justa dimensión, en un contexto
mundial donde la tendencia es a la privatización de este derecho.
La juventud venezolana cuenta con educación pública y gratuita, que cada
día tiene que ser de mayor calidad, como garantía de capacitación, de
formación para su porvenir. Son muchas las cosas que hay que
perfeccionar e innovar en materia de acceso pleno a la educación,
infraestructura, servicios de alimentación, acceso a las tecnologías de
información, entre otras.
Pero más allá de estos temas, en el cual los gobiernos bolivarianos de
nuestro Comandante Chávez y del Presidente Nicolás Maduro han hecho
extraordinarios esfuerzos de inversión. Quisiera en este artículo
puntualizar tres desafíos que como sociedad tenemos en materia
educativa.
En primer lugar, debemos comprender y valorar el rol fundamental del
educador, de la educadora, en especial del Maestro y la Maestra de
educación inicial y primaria. Durante mi gestión como Ministro de
Educación, tomé plena conciencia de que no se debe escatimar esfuerzos y
recursos en garantizar las máximas condiciones laborales y sociales, en
brindar todas las condiciones necesarias para la formación y toda la
dedicación que haga falta para la transformación educativa al hombre, a
la mujer que, dotado de una metodología para el proceso de aprendizaje,
se presenta frente a 30 o más niños, niñas y jóvenes, la mayoría de los
días del año.
La inmensa mayoría de nuestros educadores y educadoras, posee una
vocación y una mística que debemos acompañar. No es cierto que el
magisterio venezolano sea contrarrevolucionario, el educador y la
educadora venezolana tienen un pensamiento y un accionar crítico, que
con compresión amorosa puede ser canalizado para un gran cambio cultural
en nuestro país. Yo, hoy, me siento más orgulloso de los maestros y las
maestras de mi Patria.
El segundo gran desafío es avanzar definitivamente hacia una educación
para la liberación, para la definitiva descolonización de la sociedad.
Nunca más, en un libro escolar, la imagen de un indio arrodillado ante
el invasor.
De nuestro sistema educativo debe egresar, generación, tras generación,
un joven, una joven con identidad con nuestra historia de resistencia y
lucha por la libertad; con reconocimiento y respeto por nuestra
diversidad étnica cultural; con conciencia de clase; con capacidad de
rebelarse frente a lo injusto, frente a la exclusión; con vocación para
construir una sociedad amante de la paz, de la diversidad, de la
igualdad social, donde el éxito individual, sí, el éxito individual, sea
parte y sume a la prosperidad colectiva de todo el pueblo.
En tercer lugar, si queremos de verdad diversificar nuestra economía y
superar la cultura rentística petrolera, hablo de cultura porque
considero que la economía nacional tendrá siempre base en la renta
petrolera y minera, dado los inmensos yacimientos de hidrocarburos y
materiales preciosos y estratégicos sobre los cuales tenemos que
preservar nuestra soberanía nacional, debemos comenzar por educar a una
generación en una nueva cultura de la honestidad, del trabajo
productivo, de la innovación científico tecnológica.
En tal sentido considero inaplazable iniciar un proceso, que debe ser
paulatino, de incorporación de la formación técnico productiva, no sólo
en las valiosas Escuelas Técnicas con las que contamos, sino a lo largo
de todos los niveles y modalidades de nuestro sistema educativo. En cada
Escuela, en cada Liceo se debe educar para la producción de alimentos,
para el mantenimiento y la reparación (mecánica, carpintería, plomería,
herrería, etc.); para la producción de contenidos informáticos, para las
telecomunicaciones, para la robótica, en general para el trabajo no
alienado, para el trabajo liberado y liberador.
El programa Todas las Manos a la Siembra, que ha llenado de conucos
escolares nuestras escuelas, idea de nuestro Comandante Chávez inspirado
en el Maestro Simón Rodríguez, impulsado con decisión por el Presidente
Maduro y hecho realidad con la constancia y método del Profesor Carlos
Lanz y de centenares de miles educadores, educadoras, estudiantes,
cocineras, obreros y obreras, padres y madres, es el preludio de lo que
tenemos que hacer en todas las áreas del saber hacer.
Superar estos tres grandes desafíos, que me atrevo a identificar, será
la clave para despejar el camino hacia un buen porvenir, para sentar las
bases de una sociedad democrática, educada, honesta, innovadora,
productiva que conviva en paz a partir del reconocimiento de nuestra
diversidad. Ya se visualiza en el horizonte. Será el sueño de nuestro
Padre Bolívar realizado. Rumbo al 2030.
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