jueves, 5 de julio de 2018

VENEZOLANAS VÍCTIMAS DE TRATA DE PERSONAS Y DE ESCLAVITUD EN EL EXTERIOR

Por Fabio Zuluaga
 
Decir que los venezolanos son las nuevas víctimas de la esclavitud puede sonar sensacionalista, pero en el contexto de la crisis económica y la emigración masiva el negocio global del tráfico de personas, de la esclavitud moderna, ha llegado a Venezuela y ha arrastrado a los venezolanos fuera de sus fronteras afectando sobre todo a las mujeres en la modalidad de trata de blancas. ¿En qué consiste ese negocio y cómo nos afecta?
 La nueva esclavitud
La trata de personas es uno de los negocios criminales más grandes y prósperos del mundo. Consiste en reducir a la esclavitud o la servidumbre a cualquier tipo de persona sea mediante la coerción, el chantaje o el engaño: prostitución, trabajos forzados, criminalidad, mendicidad, servicio doméstico, matrimonio forzado y hasta trasplante de órganos son algunos de los destinos de los esclavos. Se estima que unos 21 millones de personas son sus víctimas.
Según cifras de la Organización Internacional del Trabajo en 2016, 40.3 millones de personas fueron sometidas a trata de personas: 24.9 millones de ellas en trabajo forzoso y 15,4 millones en matrimonio forzoso.
De los casi 25 millones en trabajo forzoso: 16 millones fueron explotadas por el sector privado; por ejemplo (sobre todo en el trabajo doméstico, la industria de la construcción y la agricultura) y 4 millones por el Estado. Casi la quinta parte, 4.8 millones, fueron víctimas de explotación sexual.
Entre el 84 y el 99 por ciento de las víctimas de esclavitud en la industria sexual son mujeres y niñas.

Las venezolanas y la esclavitud sexual

La mayor parte del negocio de la trata de personas funciona en el sureste de Asia, sin embargo, hay varios focos en América Latina: principalmente Colombia y México, países a los que ha llegado una cantidad considerable de venezolanos. El asunto se complica porque estos dos países son de los más importantes receptores de trabajadoras sexuales venezolanas y también de modelos y escorts, tres profesiones que tienen un alto riesgo de complicarse con la esclavitud sexual.
Una trabajadora sexual puede entrar en una de estas redes voluntariamente para luego encontrarse prisionera de un proxeneta o alguna banda criminal. Ofertas engañosas de trabajos de modelaje o promoción pueden llevar a secuestros.
Los venezolanos se han enterado de esto de mala manera: no solo en los insultos xenófobos que en países como Ecuador, Colombia o Panamá acusan a las venezolanas de ser prostitutas sino en repetidos homicidios de venezolanas en el exterior, incluidas varias trabajadoras sexuales en México y el particularmente horrendo caso de Kenny Finol quien había entrado a trabajar voluntariamente con un proxeneta y luego fue esclavizada, torturada y asesinada.
Desgraciadamente este delicado asunto se complica con la polarización: no existen estadísticas oficiales al respecto, el asunto está completamente fuera de la agenda de los políticos del gobierno y la oposición, y solo contamos con datos y referencias de varias ONG.
Según el observatorio Asociación Civil Paz Activa, luego de la presentación del informe Trata de personas, trabajo forzoso y esclavitud moderna: “En 2 años aumentó 300% el número de casos de víctimas de esclavitud moderna, específicamente, la trata de personas. Hasta 2018 tenemos un registro de 198.800 víctimas; si se revisa el comparativo del período anterior, 2014-2016, se proyecta que en los próximos 2 años podrían contarse 600.000 venezolanos víctimas de esclavitud moderna, si este ritmo no se detiene”. Según este estudio en países como Panamá, China, República Dominicana y España, se han desmantelado redes de trata de personas que retenían a ciudadanos venezolanos.
Según la ONG Venezuela diversa en el territorio nacional la trata de personas se relaciona con el narcotráfico: frecuentemente las bandas de narcotraficantes usan a las trabajadoras sexuales como mulas, prostitutas ligadas a bandas de este tipo frecuentemente realizan extorsiones y asesinatos de prostitutas y transexuales.
Han surgido mujeres que sirven de enlace entre las bandas de narcotraficantes y las prostitutas, son las llamadas “madres” que organizan esas conexiones: “La trata es un problema grave, que se repite y con mucha frecuencia. Las líderes de las bandas reciben muchos beneficios por participar en estos delitos. Últimamente se ha escuchado mucho cómo la prostitución de venezolanas en otros países se ha incrementado y esa es la respuesta. En gran parte, son bandas delictivas las que están detrás de eso”. 

Indiferencia

El odio, los prejuicios y la violencia contra las venezolanas en el exterior es algo terrible pero también la indiferencia de las autoridades y de la dirigencia política ante todo esto: Solo en 2017 fueron asesinadas 5 venezolanas en el exterior pero no ha ocurrido ningún pronunciamiento del Gobierno ni de los políticos de oposición quienes, con frecuencia, hacen carrera de victimizar a los emigrantes venezolanos: silencio de la opositora Asamblea Nacional, del Poder Ejecutivo y de los demás poderes públicos.
En el primer caso se trata de delitos contra mujeres y trabajadoras sexuales que, en toda América Latina, son de muy baja prioridad para las autoridades y frecuentemente quedan impunes.
Además, las malas relaciones de Venezuela con los países que más reciben a sus emigrantes no dan oportunidad para la colaboración entre los gobiernos.
Y como la emigración es presentada por muchos, de manera melodramática a veces, como una continuación de la oposición al gobierno, existe un resentimiento y una antipatía muy grandes hacia los emigrantes entre las filas del chavismo y, en casos extremos, un cierto regodeo en el hecho de que fracasen, tengan mala suerte o tengan que retornar.
En el caso de la oposición, lo curioso es que pese a su interés en teatralizar la emigración estos crímenes no sean mencionados por sus voceros. La violencia contra las mujeres, especialmente trabajadoras sexuales, está muy bajo en la prioridad de los políticos de todo el continente y es muy raro que siquiera se refieran a su existencia pues las figuras políticas no son ajenas a los prejuicios comunes contra las prostitutas o trabajadoras sexuales y no las toman en cuenta.
Pero a esto parece unirse el hecho de que denunciar esos crímenes podría dejar mal parados a otros gobiernos de la región que hacen poco o nada por prevenirlos o castigarlos, gobiernos con los que los dirigentes de oposición cuentan para la política de aislamiento y sanciones al gobierno venezolano.
En definitiva, dentro y fuera de Venezuela está creciendo el tráfico de personas y arrastrando a más venezolanas cada vez, sobre todo emigrantes. Invisibilizadas por los prejuicios y atrapadas entre la diatriba política no parece que recibirán pronto justicia o asistencia de las autoridades venezolanas o de los países que reciben a nuestra emigración.
Solo les queda tener mucha suerte y prudencia para evitar un destino terrible.

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