Intentando
relacionar estos elementos y tratando de ser lo más didácticos
posibles, expondremos algunas cuestiones sobre la tan cacareada
"solución" de dolarizar. Para no hacer de esta publicación otro
argumentario declaradamente chavista, veremos algunas apreciacionas
adversas al tema, precisamente de economistas nada cercanos al chavismo.
Viabilidad económica de la dolarización: ¿Puede ser peor la cura que la enfermedad?
En términos de la economía clásica, los precios de los productos
fuera de regulación se enmarcan en la facultad de los que están
dispuestos a pagarlo frente a la oferta, o quienes estén dispuestos a
venderlo. En Venezuela, aún en tiempos de plena oferta de productos ha
habido inflación, esto debido al factor especulativo.
Si suponemos un cambio de moneda, ¿podríamos afirmar que las
conductas especulativas no se trasladarán de una moneda a la otra? Más
importante es ver las condiciones actuales en las que sería implementada
una dolarización: una subjetividad económica del saqueo, cartelización
de precios, oligopolios que controlan la oferta y en consecuencia los
precios, une dependencia importadora enorme, conductas políticas de los
agentes económicos trasladadas a la economía y el uso de ella para
desestabilizar, el afán de lucro que signa la subjetividad económica
venezolana, y paremos de contar.
Ronald Balza, decano de la Facultad de Economía de la Universidad
Católica Andrés Bello (UCAB), ha dicho: "No estoy de acuerdo con la
dolarización", esto en el marco de una conferencia en 2017. A su
criterio, la dolarización "no elimina los incentivos económicos a la
corrupción", que sabemos, en Venezuela, es un problema transversal que
va desde instancias gubernamentales, empresariales y hasta la actividad
comercial, generando una cadena de sobredimensionamiento de los costes y
precios finales que terminan en los hombros de los consumidores.
Perder la independencia financiera. Emitir moneda es
una facultad inherente a los Estados, es un asunto de soberanía. "Si
aceptas dólares tienes que estar en manos de la Reserva Federal de EEUU,
que es el que va a manejar la política monetaria de Venezuela". Esas
palabras vienen del diputado antichavista José Guerra, principal
abanderado de los temas económicos en el parlamento dominado por la
oposición.
La facultad de los Estados de emitir su propia moneda y regular su
actividad monetaria tiene muchos atributos. Es la facultad de generar
circulante, de cubrir necesidades internas, ordenar el presupuesto y
regular en la economía interna los embates de otras monedas en el
contexto económico global. Esto último es sumamente importante.
Asdrúbal Oliveros, de la firma Ecoanalítica, quien también tiene
algunas posturas adversas a la dolarización, afirmó para el canal
Globovisión que si se dolariza "EEUU podría adoptar una política
monetaria que no sea de interés para Venezuela". Es decir, el país queda
sujeto a instancias externas sobre las cuales poco o nada se puede
hacer.
Pérdida de soberanía al largo plazo. En
Latinoamérica, Panamá, El Salvador y Ecuador han dolarizado sus
economías a la sombra de políticas de tutelaje financiero implementadas
por EEUU. La subordinación de estas economías al largo plazo y la
ausencia de bancos centrales es vestigio de que se implementó un modelo
monetario por razones coyunturales, pero que se ha consolidado durante
décadas. Si bien la dolarización ha tenido atributos en esos países,
como favorecer la regulación de la inflación, el costo ha sido alto en
la medida en que esas economías han sufrido vaivenes originados en
Washington como las depreciaciones o revaluaciones artificiales del
dólar.
De hecho la dolarización es una trampa, al punto de que en dichos
países se reconoce que, aunque esta no es una panacea, salir de ella
para volver al modelo de moneda nacional generaría desbarajustes
dramáticos que serían difíciles de resolver en un cuadro de suma
vulnerabilidad generada por la misma penetración del dólar en la
economía real. Algunas de las consecuencias que se originan cuando se
intenta dar atrás con la dolarización son la caída del PIB, la fuga
masiva de capitales y el deterioro del tejido económico. Una eterna
cárcel.
Una Venezuela dolarizada tendría que suprimir sus programas sociales de manera definitiva
El problema del ingreso petrolero. Implementar una
dolarización debe considerarse en la medida de cómo está estructurada la
economía de un país. Venezuela ha sido por largo trecho un país donde
las exportaciones e ingresos por divisas vienen de la mano del Estado,
por medio de sus exportaciones petroleras y no petroleras por un orden
del 96% de los ingresos. Cuadro que ilustra la formación económica
parasitaria y dependiente de la renta del sector privado venezolano.
Para Asdrúbal Oliveros, Venezuela tiene riesgos particulares al
dolarizar por su dependencia del ingreso extranjero y por la fórmula del
mismo. "Ante la disminución del precio petrolero Venezuela podría, en
el caso de estar dolarizada, sufrir una baja de crecimiento económico
realmente importante. Adicionalmente pasaría por un choque externo muy
fuerte y no tendría una política económica con la cual defenderse",
comentó el asesor económico de la oposición. Esa última referencia de
Oliveros apunta a la facultad del Estado de anclar su propia política
monetaria.
El problema de nuestra inercia y precaria industria. Según
Oliveros, dolarizar Venezuela implica una pérdida de competitividad y
una profundización del rentismo, "dificultaría la diversificación de las
exportaciones". Esto debido a que una moneda fuerte (o sobrevaluada,
como el dólar) sería una carga en una economía como la venezolana, de
altos costos reales de producción, alta dependencia importadora y una
industria en esencia poco competitiva (destinada a generar exorbitantes
beneficios, pero jamás a bajos precios).
Los productos venezolanos no podrían competir (por estar dolarizados y
ser de alto costo) con los de otros países, "la industria nacional
pasaría a tener graves problemas para desarrollarse, generando
desempleo", añadió. "Venezuela es el peor país para dolarizar", remató
el director de Ecoanalítica.
Las turbulencias externas. El dólar transita por sus
peores momentos desde su consolidación como primera moneda de uso
global. Sus altas turbulencias han ocasionado el refugio de los
inversionistas del mundo en el petróleo y en el oro de manera
intermitente en la última década. De su crisis deviene el auge de las
criptomonedas, produciéndose desbarajustes y estampidas que vienen a
completar el hecho financiero mundial.
Ronald Balza ha alertado sobre una consecuencia de dolarizar:
"Sustituir al bolívar por el dólar no suprime el riesgo cambiario con
respecto a otras monedas".
¿Y si dolarizan mejoraría el sueldo mínimo? Dolarizar
implicaría un deterioro total del sueldo mínimo, de los sueldos en
general a largo plazo (no de manera coyuntural, como hoy ocurre en
Venezuela). La incapacidad del Estado de emitir moneda dejaría solo en
manos de las exportaciones la posibilidad de ingreso de la moneda
circulante.
Es matemáticas. En un escenario de economía venezolana dolarizada y
con crudo a 100 dólares por barril, en la cual ingresarían unos 40 mil
millones de dólares netos al año, habría que cumplir servicios de pago
de deuda, importaciones, aportes a las reservas e inversiones del
Estado, que dejarían para las arcas, supongamos, unos 10 mil millones de
dólares (siendo optimistas). Supongamos que esos excedentes se
distribuyan equitativamente entre una población de 30 millones de
habitantes, una quimera en una sociedad capitalista. Eso nos deja un
monto anual de 333 dólares para cada venezolano, que serían 27 dólares
mensuales. Una ecuación donde el ingreso per cápita diario es menor a un
dólar.
El problema de la "responsabilidad fiscal". Una
economía dolarizada impone una dura camisa de fuerza eufemísticamente
llamada "responsabilidad fiscal", que significa someter los egresos a la
sombra de los ingresos, es decir, nunca "gastar" más de lo que ingresa.
La palabra "gasto" viene de la mano de la jerga neoliberal también para
referirse a la inversión y política social, que es posible gracias a la
facultad de los Estados de manejar su política monetaria y emitir los
recursos con los cuales se atienden muchas necesidades de la población y
que van más allá de la recaudación fiscal.
Una Venezuela dolarizada tendría que suprimir sus programas sociales
de manera definitiva. Pues el monto por orden de nuestras exportaciones
jamás podría equipararse con la magnitud de nuestros compromisos en
dólares. Entre pagos de deuda, importaciones, obras públicas, sueldos y
salarios, no habría espacio de maniobra para ejecutar la cobertura de
los servicios y políticas sociales más básicas.
Las consecuencias de una erradicación de los programas sociales en
una economía como la venezolana estando dolarizada, parten de la
profundización de las desigualdades y asimetrías sociales, inequidad en
la distribución del ingreso y una pauperización a largo plazo de grandes
capas sociales, que quedarían relegadas a la pobreza estructural. Una
economía de "austeridad" perenne supone también un deterioro del nivel
de vida y una consecuente contracción de la economía interna.
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