Por: Héctor Fuentes
Kim Phuc, de actuales 55 años, fue inmortalizada en una de las
fotografías más impactantes y emblemáticas que recuerde el siglo XX.
El 8 de junio de 1972, en la fase final de la controvertida
Guerra de Vietnam, Nick Ut, fotógrafo de la agencia de noticias AP, se
encontraba apostado en las afueras de un pequeño pueblo vietnamita
llamado Trang Bang, ubicado al norte de Saigón. Gran parte de sus
habitantes se habían refugiado en un templo cuando oyeron aviones de las
fuerzas norteamericanas-sudvietnamitas por encima de ellos. Temerosos
de que fueran bombardeados, todos corrieron afuera para escapar del
lugar, en el preciso momento en que los aviones dejaron caer varias
bombas de napalm -líquido inflamable que se adhiere a la piel humana,
causando espantosas quemaduras cuando se encienden- que detonaron por
todo el templo.
“Yo intuía que algo terrible podía pasar después del bombardeo de los
aviones, así que estaba atento con mi cámara. Miré a través del humo
negro y vi a una niña, desnuda… corriendo. Comencé a tomar fotografías a
medida que ella y otros niños corrían directamente hacia nosotros,
escapando de la aldea por el camino rural. Cuando la niña se acercó, vi
que partes de su piel comenzaban a desprendérsele. Ella se había
arrancado la ropa para dejar de quemarse. El napalm ya había quemado su
cuello, la mayor parte de su espalda y su brazo izquierdo. Dije: “Oh,
Dios mío, no puedo creer que ella esté tan quemada”. Dejé mi cámara en
la carretera y traté de ayudarla, vertimos agua en sus heridas y la
cubrimos con un abrigo. Después tomamos a la niña y a los otros niños y
los subimos a la camioneta van de la agencia AP para llevarlos a un
hospital. Adentro de mi camioneta ella decía: “Me estoy muriendo, me
estoy muriendo”. Continué viéndola a cada minuto, mientras le decía:
“Pronto llegaremos” “, recuerda el fotógrafo Nick Ut, quien en ese
entonces tenía 21 años de edad.
Increíblemente, cuando llegaron a un hospital, los doctores se
negaron a atender a la niña -llamada Kim Phuc-, debido supuestamente a
la gravedad de sus heridas. Nick Ut, furioso, les mostró su carnet de
prensa y les dijo que al día siguiente publicaría en la prensa la foto
de la niña herida, junto con una nota detallando que en ese hospital se
habían negado a ayudarla. Ut recordaría, años más tarde, que “lloré
cuando la vi corriendo. Si no la ayudaba y algo le ocurría y moría, creo
que me hubiera suicidado después de eso”.
Después de dejar a Kim Phuc y a los otros niños en el hospital, el
fotógrafo reveló las fotografías que había tomado en la aldea
bombardeada, seleccionando de inmediato la imagen en blanco y negro que
lo haría famoso en todo el mundo, la misma que mostraba a Kim Phuc
llorando y corriendo desnuda por el camino rural, con su espalda, cuello
y brazo espantosamente quemados después de un bombardeo. Sin embargo,
su editor se negó en un principio a publicar la foto, argumentando que
no podían publicar una imagen de una niña desnuda.
Un colega de Nick Ut, impactado por la imagen que había fotografiado,
terció en el asunto y al día siguiente la icónica y terrible fotografía
se publicó en varios periódicos de Europa, causando una suerte de
conmoción pública ante la brutalidad que había alcanzado la Guerra de
Vietnam, aunque fue en Estados Unidos, país que había enviado a
Indochina a morir a más de 56 mil de sus soldados, donde la imagen causó
más impacto, profundizando aún más la división que se había instalado
en toda la sociedad norteamericana -mayoritariamente contraria a la
guerra- debido a las desastrosas consecuencias morales y físicas de esa
conflagración.
La impactante fotografía de Nick Ut, que dominó las portadas de los
diarios de todo el mundo en 1972, se publicaría en todo caso siete meses
antes de que la firma de los Acuerdos de paz de París condujeran a la
retirada de las fuerzas de combate estadounidenses de Vietnam del Sur.
La icónica imagen de la niña vietnamita quemada con Napalm ganaría un
premio Pulitzer y se transformaría en una de las imágenes más
emblemáticas y conocidas de todo el siglo XX. “Esa fotografía ilustró en
forma dramática lo que se había convertido en un hecho regular en
Vietnam por esos años: napalm en pueblos lejanos, civiles muertos y
aterrorizados por la guerra, imágenes que nunca habíamos visto en el
pasado. Por eso fue tan importante y significativa”, opinaría Peter
Arnett, corresponsal de guerra que también obtuvo el premio Pulitzer.
El fotógrafo Nick Ut, autor de la célebre fotografía, que se haría
conocida popularmente como “la niña vietnamita del napalm”, también se
haría famoso y pasaría las siguientes cuatro décadas tomando miles de
fotos más, incluyendo numerosas imágenes de celebridades de Hollywood
que recorrían una alfombra roja o entraban a un tribunal.
Con respecto a Kim Phuc, la niña quemada de la fotografía, debió
pasar más de un año en hospitales y, de hecho, su familia temía que no
sobreviviera. Se sometió a un sinnúmero de dolorosos injertos de piel y
otras cirugías y, finalmente, se recuperó de sus heridas físicas, aunque
quedó para siempre con el 30 por ciento de su cuerpo marcado por las
espantosas quemaduras causadas por el napalm.
La niña, al crecer, también tuvo que lidiar con las secuelas
psicológicas del espantoso episodio. “No podía encontrar la paz. Quería
desaparecer. Incluso deseaba la muerte. Pensaba que si moría no tendría
que sufrir mental, física y emocionalmente, pero empecé a estudiar
diferentes textos religiosos en busca de respuestas. Y a los 19 años me
convertí al cristianismo y creo que fue mi fe fue la que me ayudó a
abrazar la vida de nuevo. Desde que me convertí al cristianismo, tengo
una maravillosa conexión… mi relación con Jesús y con Dios. Oré mucho
pidiendo ayuda, porque quería seguir adelante, casarme y tener hijos. Y
cuando Dios me concedió eso, a partir de ese momento aprendí a
perdonar”, relató Kim Phuc.
Kim Phuc y su esposo intentarían hacer una vida normal fuera de
Vietnam, por lo que solicitaron asilo en Canadá hace más de 20 años,
radicándose en las afueras de Toronto, lugar donde criaron a sus dos
hijos. Recordando el día en que fue fotografiada por Nick Ut, Kim Phuc
relató que “siempre recuerdo aquel horrible día en el que huimos de la
vida a la muerte. Recuerdo sobre todo un calor intenso y un dolor atroz
en mi cuerpo, que me hizo arrancar mi ropa en llamas para después correr
buscando ayuda”.
Kim Phuc agregó que “crecí odiando esa fotografía, porque para mí era
sinónimo de dolor, tormento y agonía, con mi rostro infantil congelado
en un agonizante lamento. Con los años y después de una larga lucha,
comprendí que esa fotografía era un instrumento para hacer pensar a la
gente sobre los horrores de la guerra. Esa fotografía, de ese modo, se
convirtió en un camino hacia la paz, pues me di cuenta de que si no
podía escapar de esa fotografía, debería volver y trabajar con esa
imagen por la paz. Y esa fue mi decisión. Realmente quiero agradecerle a
Dios por salvar mi vida cuando era una niña. Sin importar lo que me
haya pasado, tengo otra oportunidad para estar viva, para estar
saludable, para ser una suerte de bendición y para ayudar a honrar a
otras personas”.
Kim
Phuc, la niña vietnamita quemada con napalm, se toma una selfie con el
fotógrafo Nick Ut, el autor de la icónica imagen que la hizo famosa en
el mundo entero.
Además de ser una amorosa esposa y madre, Kim Phuc es también una
mentora y una embajadora de buena voluntad de las Naciones Unidas.
También ayudó a fundar la fundación Kim Foundation International, una
organización benéfica que ayuda a los niños que sufren a raíz de la
guerra. “Esa es la razón por la que estoy verdaderamente agradecida
porque hayan tomado esa foto y que yo pueda trabajar con esa imagen por
la paz”, aseguró Kim Phum, de actuales 55 años, quien confesó, con
serenidad y alivio, que aquella niña aterrorizada y desvalida que
aparece en la terrible e impactante foto tomada en 1972 por el fotógrafo
Nick Ut “ya no está corriendo más… ella está volando”.
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