sábado, 28 de abril de 2018

MIENTRAS MÁS GIRAS HACE “EL CANCILLER BORGES” PEOR LA SUFREN LOS VENEZOLANOS COMUNES

Por Clodovaldo Hernández
Observando las fotografías que registra Google cuando se coloca el nombre de Julio Borges en el buscador de imágenes, cualquiera puede pensar que es el canciller de Venezuela. En las gráficas aparece con la flor y nata de los países de América y Europa, en reuniones muy protocolares, con mucho cuidado de la etiqueta diplomática.
El aspecto rozagante y la elegante vestimenta del parlamentario contrastan abiertamente con las denuncias que formula en torno a la grave crisis humanitaria que vive Venezuela.
Su buena vida en los altos círculos del poder mundial resultan difíciles de entender en Venezuela, toda vez que las gestiones que realiza ante esos grandes dignatarios se orientan a que ellos tomen medidas para que el país experimente cada vez más restricciones y penurias. Mientras mejor la pasa él, peor la sufren los venezolanos comunes.
Para que su prédica fuera más coherente, sería conveniente que se le notara famélico, arruinado o, al menos, un poco más aporreado por la dura realidad que padecen los ciudadanos a los que dice representar.

¿Cuántos kilómetros ha viajado?

Es necesario realizar una investigación precisa al respecto, pero de entrada puede afirmarse que el expresidente de la Asamblea Nacional ha recorrido miles de kilómetros, ha pasado varias veces por las más notables capitales de los dos continentes señalados y apenas si ha tocado tierra venezolana de manera esporádica.
Sin remontarse a giras anteriores, desde septiembre de 2017, el líder de Primero Justicia se ha pasado el tiempo entre París, Madrid, Berlín, Londres, Bruselas y capitales de países vecinos aliados de la contrarrevolución venezolana, entre ellas Bogotá, Ciudad de Panamá, Buenos Aires y, por supuesto, Lima.
Aquel mes de septiembre, casi inmediatamente después de la puesta en marcha de la Asamblea Nacional Constituyente y luego del cese de la violencia que la oposición había desatado durante cuatro meses, Borges emprendió una pomposa gira internacional que incluyó entrevistas con el presidente de Francia, Emmanuel Macron; el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy; la canciller de Alemania, Ángela Merkel y la primera ministra de Inglaterra, Theresa May. Además, aprovechó para hablar con el antecesor de ésta, Tony Blair.
De todas estas reuniones quedaron testimonios suficientes para “darse bomba”, incluyendo una clásica foto con May en la puerta del número 10 de Downing Street, residencia de los primeros ministros británicos.
Este año su condición de trotamundos no ha cesado. Fue el jefe de la delegación opositora en las conversaciones de República Dominicana y allí también le tomaron fotografías, tanto formales como informales, aunque a decir verdad, esas no las ha mostrado tan orgullosamente.
Una vez que se cortaron esas conversaciones, el dirigente de PJ volvió a armar su agenda de virtual canciller opositor. A finales de febrero emprendió un nuevo periplo que comenzó en Panamá. Allí se reunió con el presidente Juan Carlos Varela y la vicepresidenta Isabel de Saint Malo. Al poco tiempo, el país istmeño escaló en las medidas contra la inmigración venezolana y, más tarde, se sumó a las “sanciones” de Estados Unidos contra funcionarios del gobierno.
Esa ha sido una de las características de estos viajes: por donde quiera que pasan Borges y otros personajes opositores, dejan una estela de medidas negativas para el pueblo venezolano en general.
La nueva “gira internacional” implicó otra visita a París y una segunda audiencia con Emmanuel Macron. Luego tuvo otra estancia en Madrid, donde fue recibido por el Ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis y por los dirigentes políticos afines a sus ideas, Albert Rivera (Ciudadanos) y Felipe González (PSOE). También tuvo algún contacto con el rey emérito, Juan Carlos de Borbón.
En estos viajes ha hecho varios toques en Bruselas, sede de los organismos de la Unión Europea, incluyendo el Parlamento Europeo, donde el diputado italiano berlusconista, Antonio Tajani, siempre está dispuesto a recibir a los emisarios de la derecha venezolana.
En este lado del Atlántico, las barajitas más repetidas son las de Borges con el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, a quien ha visitado en Washington o bien se han encontrado en otros países.
Cual canciller, Borges ha aprovechado actividades especiales para desarrollar encuentros “bilaterales” (así se les llama en diplomacia). Por ejemplo, cuando asistió a la toma de posesión de Sebastián Piñera en Chile, se reunió por separado con el argentino Mauricio Macri, con el peruano Pedro Pablo Kuczynski, con el canciller mexicano, Luis Videgaray, y con el candidato presidencial de la derecha azteca Ricardo Anaya. Como detalle anecdótico, pocos días después se produciría la renuncia de Kuczynski por un escándalo de corrupción agravado con el intento fallido de ocultarlo mediante sobornos. Esa estela de aliados caídos en desgracia también la han ido dejando los opositores venezolanos.
La más reciente gestión “diplomática” de Borges se produjo también en el contexto de una reunión multilateral. Fue el encuentro que tuvo en Lima con el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, aprovechando la visita de este personaje imperial a la maltrecha VIII Cumbre de las Américas.
En este caso, a Borges le robaron el protagonismo descaradamente. El exalcalde metropolitano, Antonio Ledezma, quien ahora funge como presidente de la República en el exilio, acaparó la vocería ante Pence, pronunciando un discurso difícilmente igualable en cuanto a la manera desesperada de rogar por una intervención extranjera.
Esa noche (y no por coincidencia), apenas unas horas después de la reunión con Pence, Estados Unidos bombardeó Siria sin autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y sin el permiso del Congreso norteamericano que requiere ese tipo de acciones militares. Se entiende que es algo así lo que estaban pidiendo Ledezma, Borges y los otros dos participantes en el encuentro: David Smolansky y Carlos Vecchio. ¿Será también parte de la estela?

¿Cuánto cuestan estos viajes?

Solo una exhaustiva investigación podría indicar cuánto dinero gasta Borges en estos viajes internacionales, en los que deben contabilizarse los boletos aéreos, el alojamiento, las comidas y otros gastos operativos, todos ellos, naturalmente, calculados en dólares o euros.
Para hacer un estimado realista hay que tener en cuenta que Borges no viaja solo, sino con otros parlamentarios y dirigentes, y con sus respectivas comitivas de apoyo.
El presidente Nicolás Maduro ha asegurado que los ingresos secretos de Borges montan a los 50 mil dólares mensuales.
El origen de estos fondos ha de ser privado, a menos que se estén financiando parcialmente con partidas de la Asamblea Nacional. En todo caso, es una información de interés colectivo, pues se trata de gestiones encaminadas a forzar un cambio de gobierno en un país de grandes riquezas minerales. En esa investigación habría que seguir también una estela: la del dinero, para saber quiénes están detrás de este “canciller”.

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