viernes, 6 de abril de 2018

La supervivencia de la vida en el planeta no es viable en el capitalismo

POR HAIMAN EL TROUDI
EXTRACTO DEL  SER CAPITALISTA ES UN MAL NEGOCIO

El capitalismo no repara en la destrucción de la naturaleza.

Cualquier materia prima debe ser aprovechada para la acumulación, sin  importar la suerte de quienes habitarán el planeta en los años futuros. Cuando los recursos de una determinada zona se agotan y no se puede proseguir con su explotación, se buscan nuevos territorios y nuevos oportunidades. Este ciclo se ha repetido cientos de veces a lo largo de la historia, su consecuencia directa será inevitablemente, el deterioro irreversible del medioambiente, con lo cual, la especie humana está en peligro de extinción.
La metafísica del capitalismo es la idea de la escasez: los recursos del planeta son insuficientes para enriquecer a todos, sólo se enriquece una minoría privilegiada que se hace del trabajo ajeno y de los medios de producción. Menos del 15% de los habitantes del mundo concentran más del 80% de las riquezas.
Por el contrario, el socialismo es la teoría de la abundancia:
existen en la tierra suficientes recursos para sostener la población mundial si se distribuyen equitativamente.

La falsa promesa del capitalismo es la riqueza de todos. El problema es que para ser ricos se deben poseer abundantes bienes materiales y financieros, y los primeros, presentes en la naturaleza bien sea como materias primas o como productos transformados, no están disponibles infinitamente, menos si
no son renovables. Como consecuencia de ello, con más de 6 mil millones de personas en el mundo, difícilmente se pueda garantizar que a todos les corresponderá una tajada generosa en el reparto de las riquezas. Esta promesa es falsa e inviable, se necesitarían varios planetas como la tierra para cumplirla.
Por cada capitalista rico existen millones de seres humanos sumidos en la miseria y una fuente de recursos que se agota.
La riqueza de los privilegiados se ha nutrido de la explotación de las personas y del desgaste medioambiental. Es importante tener esa realidad presente cuando la seducción de la riqueza hipnotiza: si la gran mayoría de los habitantes del mundo se plantearan ser ricos y lo lograsen, existirá detrás de esa imposible realización un gigantesco paisaje desértico y un inmenso número de personas explotadas y empujadas al fondo del agujero de la miseria.
Con base a esa premisa, se puede asegurar que la ambición desmedida del capitalismo amenaza la propia vida del planeta. Ambición expresada en la acumulación, en el aumento de la producción, el desperdicio de los recursos naturales y el embate contra la Naturaleza.
La estimulación del consumo por vía de la generación de demanda de productos innecesarios, en el horizonte de laeternizada y cada vez creciente valorización del capital, se vuelve a la larga un despilfarro de los recursos del mundo, tanto humanos como materiales y económicos. Este hecho se traduce en un indicativo más que pone al descubierto el carácter paradójico e incongruente del modelo capitalista.
Creemos que la utilización de la ciencia y la tecnología suponen alternativas para el sostenimiento de la vida, pero nos enfrentamos a una realidad muy distinta. Los avances alcanzados por vía de las innovaciones científico–tecnológicas -casi todas subsidiadas por corporaciones monopólicas- han confluido en el acrecentamiento de la tasa de explotación de todo tipo de recursos, particularmente los naturales.
La misma ciencia que estudia los efectos de los desechos tóxicos vertidos en los mares, el recalentamiento de la tierra por el efecto invernadero, el achicamiento de los polos, el incremento del hueco en la capa de ozono, la extinción de millones de especies, la polución y los daños colaterales para la salud de quienes habitamos en la tierra, etcétera, esa misma ciencia se pone al servicio de los intereses particulares en detrimento de la vida misma 64 . En tanto y en cuanto el ser humano asuma su condición de ser social, asegurará su subsistencia como especie. 



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