jueves, 19 de abril de 2018

Golpe contra Rómulo Gallegos conjugó ambiciones locales de poder e intereses estratégicos de EEUU


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Rómulo Gallegos. Colección Archivo audiovisual de la Biblioteca Nacional.
El derrocamiento del escritor Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de 1948 y su sustitución por una Junta Militar de Gobierno, expresó la confluencia de ambiciones irrefrenables de parte de integrantes de la cúpula castrense de la época. Pero también puso en evidencia el odio de factores civiles herederos de las antiguas prácticas de arreglo palaciego para las contradicciones extremas entre élites y fracciones del bloque de poder que ejercían la hegemonía en la Venezuela agraria del siglo XIX.
A estos factores se debe sumar el interés estratégico que tenía el país para Estados Unidos, manifestado por el presidente, Harry Truman iniciador de la Guerra Fría contra la Unión Soviética y cuya administración permanecía vigilante ante cualquier amenaza real o imaginaria a la estabilidad neocolonial de América Latina.
LAS FUERZAS VIVAS
En la Venezuela de 1948 confluían elementos de modernidad en ciernes y del tradicionalismo y la ruralidad, retratados en buena medida por Rómulo Gallegos en varias de sus novelas. Los rasgos de modernidad se asentaban en las principales ciudades, especialmente Caracas y Maracaibo, al alero de la actividad extractiva de los hidrocarburos y los proventos de la renta que dicha actividad prohijaba. Así, tres componentes estructurales de las llamadas “fuerzas vivas” han de operar en esta coyuntura como catalizador de la crisis política que desemboca en el golpe contra Gallegos.
Uno de estos tres factores era Fedecámaras, entidad nacida en 1944 y que agrupó a la burguesía comercial e importadora, la cual cada vez más avanzaba en su visión de hacer equivaler la labor empresarial con la economía terciaria y de servicio y la manipulación de las divisas, en desmedro de los procesos de industrialización. En segundo lugar se encontraba un clero muy conservador, al cual le generaban gran temor los procesos de laicización  de la escuela patrocinados por el gobierno de Gallegos y su ministro Luis Beltrán Prieto Figueroa, auspiciador este del célebre decreto 321, que le confería al Estado la potestad de orientar y supervisar toda la actividad educativa, pública y privada. Por último, estaba la cúpula militar, extremadamente conservadora y formada dentro de un espíritu extremo de anticomunismo, que lo expresaban de modo especial Marcos Pérez Jiménez, Luis Felipe Llovera Páez, Roberto Casanova y Abel Rometo Villate entre otros.
LAS FUERZAS ARMADAS
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Tropas del Ejército apostadas en el centro de Caracas, Caracas, 24 de Noviembre, 1948. Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional
Con Eleazar López Contreras había comenzado a partir de 1936 un ciclo de modernización de las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN) que contemplaba el adiestramiento y adquisición de nuevos armamentos con asistencia de las primeras misiones militares de EEUU y la afirmación de las ramas aérea y naval.
En ese contexto, pasarán a jugar un ol estelar en esta etapa postgomecista de las FAN, oficiales como Wolfgang Larrazábal egresado de la Escuela Naval en 1932, Marcos Pérez Jiménez, quien en 1933 culminó sus estudios de la Academia Militar, ocupando el lugar número 1 de su promoción, Carlos Delgado Chalbaud, ingeniero y egresado en 1937 de la Escuela Superior de Guerra de Versalles (Francia), y Luis Felipe Llovera Páez.
Estos cuatro hombres de uniforme tendrán participación decisiva en los destinos políticos del país en el curso de las siguientes tres décadas. Así, de manera específica, en el Ejército se fue nucleando en torno a la figura de Pérez Jiménez un grupo de oficiales quienes, a partir del prestigio que orlaba al hijo de Michelena (Táchira) por las excelentes credenciales en su promoción, animaban el ciclo de tecnificación de dicha arma, a la vez que le aupaban como líder de la generación que repelía a los viejos generales “chopo e’piedra”, provenientes del gomecismo.
LA GUERRA FRÍA
Este proceso de reacomodo interno dentro de la institución castrense venezolana debe ser apreciado a la hora de examinar las causas del golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948, por cuanto el sector emergente de las FAN que lideraba Pérez Jiménez, supo entablar relaciones con otros ejércitos del continente, como Perú y Argentina. En el marco de la Guerra Fría, ganaban fuerza las opciones de gobiernos militares para contener los peligros de insurgencias populares y regímenes socialistas al sur del Río Grande. Esas opciones las patrocinaban los factores de poder de EEUU, y Pérez Jiménez logró atraerse la confianza del Pentágono.
romulo6Ese acercamiento al poder estadounidense, se da en momentos en que en algunos países se instalaban gobiernos con matices de progresismo y antiimperialismo y de tímidas reformas sociales, como la Guatemala de Juan Jose Arévalo, la Argentina de Juan Domingo Perón, la Costa Rica de José Figueres. Y la Venezuela de Rómulo Gallegos, Jefe de Estado del principal abastecedor de hidrocarburos de EEUU para la época.
Para 1948, la política hemisférica de EEUU hacia América Latina requería estabilidad interior y gobiernos que le asegurasen confianza, frente al peligro de regímenes que dejasen colar iniciativas izquierdistas.
CIVILISMO Y MILITARISMO
Lo que numerosos estudiosos de la Venezuela del siglo veinte caracterizan como “la contradicción milttarismo-civilismo”, y que en el curso del siglo XIX se simbolizó en la escena de José María Vargas repeliendo en 1835, con la sola arma de sus palabras, a Pedro Carujo, cabeza visible de la Revolución de las Reformas (“El mundo es de los valientes; No, el mundo es de l hombre justo”), fue el paradigma utilizado para explicar la insurgencia militar de 1948. Pero esa perspectiva desconoce las nuevas realidades de la institución castrense, que para ese tiempo ya se encontraba articulada a las estrategias geopolíticas del Departamento de Estado de EEUU y el Pentágono.
De este modo, la caída de Rómulo Gallegos no puede entenderse como acción solitaria de un grupo de militares venezolanos desvinculados del influjo externo, conscientes como estaban los jefes de la asonada, Chalbaud, Pérez Jiménez y Llovera Páez, del peso energético de Venezuela para EEUU.
RESPUESTA DE AD
Con base en lo anteriormente expuesto, debe decirse que el militarismo por sí mismo no aclara a plenitud las circunstancias que rodearon la caída del insigne autor de Doña Bárbara, aunque sin duda las ambiciones de poder de los miembros del Estado Mayor que dirigió la acción, tiene un peso significativo. Pero insuficiente por sí solo para inducir a los golpistas a tomar el control del país, sin medir los efectos de aceptación en la Casa Blanca. En todo caso, la mitología de civilismo construida por AD circunscribe los móviles de la asonada a los apetitos de la cúpula militar. Así, el profesor Rubén Carpio Castillo, autor de varios textos de historia y vinculado a AD, recoge el ideario de dicho partido sobre el 24 de Noviembre en las siguientes palabras “El derrocamiento del Presidente Gallegos fue la culminación de un proceso de conspiraciones que comenzó cuando los factores políticos y económicos desplazados del gobierno anterir pudieron reagruparse en partidos políticos o en núcleos independientes de estos”. [AD. Bosquejo histórico de un partido, Cs, 1971]
Esta apreciación se queda atrás incluso de la opinión que Rómulo Gallegos expuso al llegar el 5 de diciembre de 1948, en calidad de exiliado a La Habana “Este golpe tiene olor a petróleo”, en clara referencia a los capitales de hidrocarburos estadounidenses asentados en Venezuela.
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Diario La Esfera, “Las Fuerzas Armadas Nacionales Asumieron Ayer el Control Político del País”, Caracas, Jueves 25 de Noviembre 1948. Colección Hemeroteca Biblioteca Nacional
LA DESESTABILIZACIÓN
Los factores de poder tradicional en Venezuela, y que acá se han denominado “las fuerzas vivas” del país, habían visto con alguna inquietud el grado de movilización alcanzado entre 1945 y 1948, por los sectores populares, sindicatos, educadores y campesinado en reclamo de reivindicaciones gremiales. En ese escenario se hizo correr el rumor, antes del 24 de Noviembre de 1948, de que AD patrocinaba milicias populares que amenazarían a las FAN en su función de garante del orden público y como institución que debía manejar a exclusividad las armas de la República.
A ese clima de intriga debe agregarse el errático manejo que la dirigencia de AD hizo durante el período 1945-1948, de sus relaciones con los otros partidos, Copei, URD y el PCV, que se habían distanciado abiertamente del gobierno de Gallegos y su partido, al extremo de que Copei dio su aval al pronunciamiento del 24 de noviembre y a la constitución de la Junta Militar de Gobierno. En todo caso, no estaba en las miras programáticas de AD adelantar una gestión que en pos de afirmar soberanía económica para Venezuela, la distanciara de los intereses estratégicos norteamericanos, que se centraban en mantener a Venezuela, como su seguro suplidor de energéticos.
EL DÍA DEL GOLPE
Así, el día del Golpe, Gallegos es retenido en su casa de habitación en la Urbanización Altamira de Caracas, y poco después le trasladan a la Academia Militar, de donde el día 5 de diciembre, le llevan al aeropuerto de Maiquetía, para embarcarle en un avión rumbo a La Habana. En la mayor de las Antillas Gallegos permanecerá algunos años, bajo el gobierno de Prío Socarrás, y escribirá su última novela, Una brizna de paja en el viento, relato de amor y rebeldía ambientado en la capital de Cuba. Gallegos viajará a México, donde se radica hasta 1958 cuando, tras la caída de Marcos Pérez Jiménez regrese a Venezuela para transcurrir sus últimos años con poca actividad pública. Fallece en 1969

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