Por: Esther Yáñez Illescas
"Aquí
la gente está delgadita no por no comer, sino de caminar buscando el
mejor precio". Lo dice la vecina de Belkys, que prefiere no dar su
nombre para este reportaje porque su hijo trabaja en la Administración
Pública y cree que podría tener el teléfono pinchado.
Esta
sentencia llega junto a otra que sienta cátedra: "La inflación va en
ascensor mientras nosotras subimos por las escaleras". Y todo lo dice
con un toque de sorna en la cara, de la de persona que suele ver el vaso
medio lleno, antes de añadir que la semana que viene cumple 69 años y
que habrá cerveza y algo de whisky, a pesar de todo.
Lo
del equipo es para pasar la crisis, la mala racha, para apoyarse, para
vivir mejor la situación del país, causada por una mezcla de complicadas
ecuaciones de macroeconomía, geopolítica y errores propios que quedan
bastante lejos de sus sofás de estampados renacentistas.
Belkys —que sí habla de su nombre, de su edad y de su vida— dice que
tiene 50 años y que es costurera. Lo fue siempre. Hace más de una década
trabajaba en un taller de costura para conocidas marcas de ropa
venezolanas y mantenía con holgura a sus dos hijos.
Con el tiempo empezó a trabajar en casa para pasar más tiempo con el pequeño. Tenía clientes fijos. También le iba bien. Clase media venezolana. Ahora sus hijos que ya tienen 24 y 32 años continúan viviendo con ella, son socorristas en piscinas de clubes de alto nivel y son ellos los que mantienen a su madre. Al clan familiar se unieron la mujer del hijo mayor y su retoño. Son el equipo del que hablaba con su vecina sin nombre.
Belkys asegura que notó la subida de los precios sobre todo desde el año pasado. Ahora, como casi todos, viven al día.
La caja de la que habla es la dotación de comida que distribuyen a lo largo y ancho de Venezuela los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que proveen de productos básicos y esenciales a unas 6 millones de familias.
El trueque también ayuda y en los últimos tiempos se ha convertido en
una de las medidas más utilizadas por muchos venezolanos para solventar
la hiperinflación que sufre el país, materializada en una subida
constante y prácticamente diaria del precio de todo, incluidos los
alimentos o las medicinas.
Mientras habla, Belkys menciona al señor que esa tarde traerá unos pescados de Higuerote, un pueblo pesquero a una hora de Caracas, y los repartirá en la comunidad. Ella le cambiará el suyo por un paquete de arroz. El Banco Central de Venezuela ha hecho historia estos días. Por primera vez desde hace cinco años ha publicado cifras oficiales de inflación, balanza de pagos y de la actividad económica del país. Los datos solo ponen números a lo que todos en Venezuela sabían o, mejor dicho, sentían en su cotidianidad: hoy esto cuesta esto y mañana ha subido un X%.
Los datos revelan que la inflación en el país caribeño alcanzó una cifra de 130.060% en 2018, siendo la más alta de esa categoría en su historia reciente. De acuerdo con el registro histórico del BCV, Venezuela superó el umbral de la hiperinflación —más del 50% mensual— en diciembre de 2017 y de ahí en adelante no ha dejado de crecer. Enero de 2018 tuvo el incremento inflacionario más alto de la historia del país.
Pocos meses antes, en concreto en agosto de 2017, llegaron las
famosas primeras sanciones de Donald Trump al país. Antes, el decreto
Obama de 2015 contra Venezuela había sido el pistoletazo de salida a la
espiral de castigo.
A partir de las sanciones de la administración Trump, se vetó a Venezuela en los mercados de bonos internacionales, con el objetivo de inhabilitarla para su financiamiento y refinanciación de su deuda externa. En criollo lo explica el economista venezolano Tony Boza.
Este nivel es ocho veces más alto que el de Grecia en el peor momento
de su crisis. Pero, ¿qué significa esto en términos concretos? El
economista responde de una manera didáctica: "Por cada 100 puntos de
calificación que te dan estas agencias tú pagas un punto de interés en
los créditos. Venezuela tiene 5.000 puntos. Eso significa que un crédito
que a cualquier país se lo darían, por ejemplo, a un 3% de interés,
Venezuela debe pagar un 53% de intereses", ilustra.
Las últimas sanciones 'gordas' son todavía más graves. El pasado 28 de enero, EEUU anuncia el embargo de Citgo, la filial estadounidense de la empresa estatal Petróleos de Venezuela. La medida bloquea el acceso del gobierno de Nicolás Maduro a 18.000 millones de dólares destinados a importaciones que ya no podrá hacer.
Importaciones son alimentos, medicinas y bienes o servicios de
primera necesidad. Al disminuirse las importaciones suben los precios, o
sea, la inflación, porque hay menos oferta en el mercado. Venezuela
obtiene el 98% de sus divisas con las que compra absolutamente todo de
la exportación de petróleo. Más lógica matemática.
Según un estudio publicado recientemente por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), la oferta interna de bienes dentro de Venezuela depende de la cantidad disponibles de divisas para importar. Entre 2011 y 2017 las importaciones se redujeron cinco veces. Es decir, pasaron de poco menos de 60.000 millones de dólares a unos 12.000 millones.
Pero según Boza, hay otro factor, a su juicio importantísimo, para explicar la inflación venezolana. "Fue un error que el Banco Central dejase de publicar hace años datos económicos porque también dejó de publicar el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que es el pivote que sustenta la regulación de precios en el mercado", constata. Para el economista, al dejarse de publicar el referente de precios más importante impuesto por el Estado como ente regulador, todo el sistema se trastocó.
Según el mismo informe del CELAG, el bloqueo financiero internacional contra Venezuela ha supuesto pérdidas de 350.000 millones de dólares en producción de bienes y servicios entre 2013 y 2017, lo que equivale a 8.400 y 12.100 dólares respectivamente por cada venezolano, o al PIB de aproximadamente un año y medio.
Para el economista y editor del portal web 15yÚltimo, Luis Salas, las
sanciones contra Venezuela por parte de EEUU "se tratan de un cerco
medieval y criminal promovido por actores de mentalidad medieval y
criminal. Y que como todo cerco de este tipo es terrorismo contra la
población civil".
Porque son ellos, y ellas, Belkys, su vecina con un hijo en la Administración, o el señor que les cambia el pescado fresco por una bolsa de arroz los que lo sufren, realmente, en su día a día, caminando de sol a sol para ahorrarse unos bolívares.
Salas sostiene que la única salida a la inflación es "reactivar la actividad petrolera, independientemente del bloqueo, para volver a obtener divisas y poder reinvertirlas en otros sectores como el turismo o la actividad productiva".
Ella y Belkys viven en la Parroquia de
Altagracia, muy cerca de la céntrica Plaza Bolívar de Caracas. Son
vecinas y amigas. "Hay que hacer equipo y tener 'F.E.', familia en el
exterior [para recibir remesas]", aclaran y se ríen.
Con el tiempo empezó a trabajar en casa para pasar más tiempo con el pequeño. Tenía clientes fijos. También le iba bien. Clase media venezolana. Ahora sus hijos que ya tienen 24 y 32 años continúan viviendo con ella, son socorristas en piscinas de clubes de alto nivel y son ellos los que mantienen a su madre. Al clan familiar se unieron la mujer del hijo mayor y su retoño. Son el equipo del que hablaba con su vecina sin nombre.
©
Sputnik / Esther Yáñez Illescas
Belkys tiene 50 años y no pierde la sonrisa a pesar de la situación económica que atraviesa Venezuela
"Suelo comprar los lunes, cuando mis hijos me
dan la plata. Camino y camino buscando los mejores precios por
diferentes tiendas y mercados porque dependiendo de dónde busques los
precios varían. Y compro queso, jamón, huevos, verduras, algo de fruta…
Sobre todo, lo que no viene en la caja. Nos ayudamos mucho de la caja",
cuenta.
La caja de la que habla es la dotación de comida que distribuyen a lo largo y ancho de Venezuela los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que proveen de productos básicos y esenciales a unas 6 millones de familias.
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Sputnik / Esther Yáñez Illescas
Belkys
hace los compras los lunes, con la ayuda de sus hijos: es una tarea que
insume mucho tiempo, pues hay que caminar mucho para conseguir los
precios más convenientes en un contexto de hiperinflación
Mientras habla, Belkys menciona al señor que esa tarde traerá unos pescados de Higuerote, un pueblo pesquero a una hora de Caracas, y los repartirá en la comunidad. Ella le cambiará el suyo por un paquete de arroz. El Banco Central de Venezuela ha hecho historia estos días. Por primera vez desde hace cinco años ha publicado cifras oficiales de inflación, balanza de pagos y de la actividad económica del país. Los datos solo ponen números a lo que todos en Venezuela sabían o, mejor dicho, sentían en su cotidianidad: hoy esto cuesta esto y mañana ha subido un X%.
Los datos revelan que la inflación en el país caribeño alcanzó una cifra de 130.060% en 2018, siendo la más alta de esa categoría en su historia reciente. De acuerdo con el registro histórico del BCV, Venezuela superó el umbral de la hiperinflación —más del 50% mensual— en diciembre de 2017 y de ahí en adelante no ha dejado de crecer. Enero de 2018 tuvo el incremento inflacionario más alto de la historia del país.
Belkys cuenta que en Venezuela muchos recurren al trueque: ella cambiará un pescado fresco por un paquete de arroz
A partir de las sanciones de la administración Trump, se vetó a Venezuela en los mercados de bonos internacionales, con el objetivo de inhabilitarla para su financiamiento y refinanciación de su deuda externa. En criollo lo explica el economista venezolano Tony Boza.
"Para saber cómo se llega a este punto de
hiperinflación es muy importante entender qué lo precedió", afirma. "Al
no poder emitir bonos de deuda, Venezuela no puede acceder a crédito y
cuando lo consigue paga más intereses que ningún país en el mundo,
porque su prima de riesgo —otorgada por el monopolio de las agencias de
calificación— supera los 5.000 puntos básicos", constata.
Además
del empeoramiento de la hiperinflación por el bloqueo de los canales
para hacerse con divisas, Venezuela no tiene acceso a fuentes de
financiamiento: su riesgo país supera los 5.000 puntos
"Así que cualquiera que quiera invertir en el
país caribeño deberá pagar un castigo de 50 puntos. No creo que haya
muchos inversores dispuestos a hacerlo, ¿no crees?", remata. La magia de
las matemáticas es lógica pura.
Las últimas sanciones 'gordas' son todavía más graves. El pasado 28 de enero, EEUU anuncia el embargo de Citgo, la filial estadounidense de la empresa estatal Petróleos de Venezuela. La medida bloquea el acceso del gobierno de Nicolás Maduro a 18.000 millones de dólares destinados a importaciones que ya no podrá hacer.
Según datos oficiales, la inflación en Venezuela alcanzó 130.060% en 2018
Según un estudio publicado recientemente por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), la oferta interna de bienes dentro de Venezuela depende de la cantidad disponibles de divisas para importar. Entre 2011 y 2017 las importaciones se redujeron cinco veces. Es decir, pasaron de poco menos de 60.000 millones de dólares a unos 12.000 millones.
Pero según Boza, hay otro factor, a su juicio importantísimo, para explicar la inflación venezolana. "Fue un error que el Banco Central dejase de publicar hace años datos económicos porque también dejó de publicar el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que es el pivote que sustenta la regulación de precios en el mercado", constata. Para el economista, al dejarse de publicar el referente de precios más importante impuesto por el Estado como ente regulador, todo el sistema se trastocó.
"De esta manera, el empresariado comenzó a
especular, porque no tenía ningún referente cuando querían presentar su
lista de precios para adquirir cualquier bien", afirma.
"Es en ese momento cuando empiezan a surgir
páginas webs como Dólar Today que, sin ningún tipo de criterio económico
científico, comienzan a colocar valores aleatorios al precio de los
productos que en su mayoría eran importados", concluye.
La
especulación cambiaria es, para este economista, la principal causa de
la hiperinflación del país. Llegados a este punto, para cualquier
empresario era mucho más rentable adquirir divisas a un tipo de cambio
oficial-preferencial y revenderlas en el mercado del dólar paralelo
ilegal que marcaban estos portales de internet con precios desorbitados
de la moneda.
"Las ganancias eran insuperables. Ninguna empresa en el planeta tuvo
nunca un negocio de este tipo. El banco Banesco, por ejemplo, creció
vertiginosamente y ahora tiene una de las sucursales más lujosas del
mundo en Panamá", asegura el experto venezolano.Según el mismo informe del CELAG, el bloqueo financiero internacional contra Venezuela ha supuesto pérdidas de 350.000 millones de dólares en producción de bienes y servicios entre 2013 y 2017, lo que equivale a 8.400 y 12.100 dólares respectivamente por cada venezolano, o al PIB de aproximadamente un año y medio.
Un
supermercado en Venezuela, país que obtiene el 98% de sus divisas de la
exportación de petróleo, y de ellas depende para importar casi todo lo
que consume
Porque son ellos, y ellas, Belkys, su vecina con un hijo en la Administración, o el señor que les cambia el pescado fresco por una bolsa de arroz los que lo sufren, realmente, en su día a día, caminando de sol a sol para ahorrarse unos bolívares.
Salas sostiene que la única salida a la inflación es "reactivar la actividad petrolera, independientemente del bloqueo, para volver a obtener divisas y poder reinvertirlas en otros sectores como el turismo o la actividad productiva".
¿Y no sería caer en el mismo círculo vicioso del rentismo petrolero?
El economista no comparte esa visión y mira a China como potencial
comprador del petróleo venezolano al margen del embargo impuesto por
Donald Trump, que hizo que se eliminaran de raíz el 42% de las
exportaciones petroleras de Venezuela que iban destinadas a EEUU.
A este nuevo mal augurio habría que sumar otros como la posible
salida de Visa y MasterCard del sistema de pagos en Venezuela — ¿se
imaginan un país sin tarjetas de crédito o débito donde el dinero en
efectivo no vale nada porque la hiperinflación ha devorado su valor?— o
la amenaza lanzada desde Washington dirigida a los CLAP.
Todo esto siguen siendo asuntos de macroeconomía y geopolítica para las vecinas de la Parroquia de Altagracia. Son clase media en decadencia que nunca habrían imaginado, dicen, ver a Venezuela como está.
Entre risas, porque eso nunca se pierde entre la gente del pueblo, esta redactora le pide a Belkys bajar al mercado donde suele comprar para hacerle unas fotos y echar un ojo a los precios del día. De repente, deja de sonreír y afirma muy seria, casi nerviosa por la vergüenza repentina: "Pero no tengo más dinero para comprar nada. Ya compré el lunes, cuando mis hijos me dan la plata para el mercado. Recuerda".
El editor de 15yÚltimo cree que lo peor está
por llegar. "En junio y julio vamos a notar más los efectos de las
últimas sanciones que castigan a las empresas de transporte que llegan
hasta Venezuela. Veremos un probable aumento de los precios y una menor
oferta de productos en la calle", advierte.
Un supermercado en Venezuela
Todo esto siguen siendo asuntos de macroeconomía y geopolítica para las vecinas de la Parroquia de Altagracia. Son clase media en decadencia que nunca habrían imaginado, dicen, ver a Venezuela como está.
Entre risas, porque eso nunca se pierde entre la gente del pueblo, esta redactora le pide a Belkys bajar al mercado donde suele comprar para hacerle unas fotos y echar un ojo a los precios del día. De repente, deja de sonreír y afirma muy seria, casi nerviosa por la vergüenza repentina: "Pero no tengo más dinero para comprar nada. Ya compré el lunes, cuando mis hijos me dan la plata para el mercado. Recuerda".
"Tranquila. No hace falta comprar. Solo es
posar para la foto", le digo. "Ah, entonces sí. Vale". Y vuelven a
hablar, mientras se levantan para salir, del cumpleaños 69 de la amiga
sin nombre y del whisky con el que acompañarán la fiesta, a pesar de
todo.
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