jueves, 30 de agosto de 2018

VIEJAS DERECHAS Y NUEVOS DISCURSOS EN AMÉRICA LATINA

Resultado de imagen para VIEJAS DERECHAS Y NUEVOS DISCURSOS EN AMÉRICA LATINAEl bienestar social en la región, fruto de las políticas implementadas por los gobiernos progresistas en la primera década del siglo XXI, fue rápidamente asimilado en la ciudadanía como derechos adquiridos. Ello configuró un relato progresista de gran calado basado en: 1) la redistribución de riquezas, 2) la defensa de los derechos sociales y, 3) la integración regional. Algunas derechas lograron recodificar estas premisas como: a) una redistribución ¨no populista¨ de la riqueza, es decir, basada en un esquema meritocrático cuya base es el esfuerzo personal, 2) la interpelación a individuos y, 3) la apertura al “mundo” -norteamericano/europeo/anglosajón-, la amenaza de desarticulación de organismos regionales como el UNASUR o la CELAC, y un discurso expresamente anti bolivariano
Los liderazgos favoritos del establishment, Sebastián Piñera y Mauricio Macri, tienen en común el hecho de ser presidentes empresarios, niños mimados de la élite local y los primeros en lograr una victoria en las urnas desde la plataforma de un partido abiertamente de derecha desde el retono de la democracia, en 2010 y 2015 respectivamente. A pesar de ser herederos millonarios en sus países han logrado presentar su éxito como producto del esfuerzo personal, al modo de lo que José Natanson denomina “herederos meritocráticos”. Además, sus campañas han demostrado escapar de los lugares comunes del imaginario conservador de derecha y han rejuvenecido las propuestas, una receta que cada vez más comienza a ser replicada en distintas latitudes.
Cambio moderado
Resultado de imagen para VIEJAS DERECHAS Y NUEVOS DISCURSOS EN AMÉRICA LATINALa campaña que llevó al poder a Mauricio Macri en Argentina tuvo algunas claves distintivas que marcarían un nuevo estilo de la derecha en la región. En primer lugar, han intentado mostrar cierta conciencia social, prometiendo garantizar un piso de derechos, políticas públicas y programas sociales, heredados de la gestión anterior. Esta idea fue resumida en uno de sus spots televisivos en el que prometía, acerca de su gestión: “No voy a cambiar las cosas que sí se hicieron bien”, lo cual finalmente no ocurriría.
En el caso de Chile, la lógica del bipartidismo logró alternar entre oficialismo y oposición de manera ponderada y ordenada. Un duopolio de Gobierno, con el que se pueden tener diferencias en cuanto a políticas públicas, pero muy poco que objetar en cuanto al modelo económico. Aún en este contexto afirmaba en su discurso triunfal: “Soy el presidente del cambio, del progreso y de la clase media”.
Una extraña variante de la ambigüedad discursiva entre cambio y continuidad provino desde las propias filas del oficialismo, en Ecuador. Lenin Moreno llegaría al poder como el candidato del correísmo y, aunque advertía que su estilo sería diferente, poco hacía suponer que una de sus primeras medidas sería la ‘descorreización’ del Gobierno y la persecución política a sus recientes partidarios; sin embargo, a poco de asumir, fue evidente que el cambio no sería solo de formas.
Resultado de imagen para Valores difusos y samaritanos modernosValores difusos y samaritanos modernos
El eje principal de la campaña de Piñera en Chile fue la promesa de crecimiento económico, con el aval de algunos indicadores de crecimiento de su primer mandato -gestión  que asumió con una mayor experiencia como empresario que como político-. Para nadie es un secreto que Piñera es un empresario multimillonario y, sin embargo, en su discurso destaca el bienestar social, los valores solidarios y la superación de la pobreza: “Estamos comprometidos a ser un Gobierno de progreso y solidaridad, la meta es grande y ambiciosa. Transformar a Chile, la colonia más pobre de España en América Latina, en el primer país que pueda decir con orgullo que ha derrotado el subdesarrollo y la pobreza”.
Del mismo modo, enumera en su plan de gobierno la necesidad de modificar las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP), exigencia que movilizó a miles de chilenos en las calles durante 2016 y 2017. Se trata del sistema previsional fundado por su hermano durante el pinochetismo. En el mes de diciembre de 2017, a días del balotaje, llegó a  manifestar que podría reconsiderar una reforma para la creación de una AFP estatal, esto es, emular las ideas de su antecesora, Michelle Bachelet.
En la misma línea, Macri apelaba a la “Pobreza Cero”, un lema de campaña en el que se comprometía a erradicar la pobreza del país sin explicitar ni el cómo ni el cuándo. Pero el mayor giro discursivo del presidente argentino se concretó en julio de 2015, cuando lanzó su campaña presidencial y –para sorpresa de seguidores y detractores– afirmó: “La Asignación Universal por Hijo (AUH) es un derecho, no un regalo”. En 2012, cuando fue anunciada su creación Macri la calificó como “una política del fracaso”. En el mismo sentido, cuando fungía como jefe de gobierno porteño solicitó no votar el decreto de estatización de Aerolíneas Argentinas y de YPF; sin embargo, en campaña aseveró: “Aerolíneas Argentinas seguirá siendo estatal, pero bien administrada. YPF seguirá manejada por el Estado”. al menos en este aspecto aún no hubo cambios.
En ambos casos, sus campañas electorales mantuvieron un tono protector que, sin ahondar en detalles, lograron presentarse como propuestas policlasistas e inclusivas, reservando un espacio a “lo social”.
Paz, diálogo y aversión por el conflicto
En lugar de confrontar a su adversario, Cambiemos (la coalición que llevó a Macri al poder) prefirió, en campaña, esquivar el conflicto y apostar por un republicanismo naíf, una estética moderna y un estilo cálido y cercano. Su extendida publicitación de “timbreos” seguía un estilo propio de un gobierno local que lograba estetizar la escucha del ciudadano medio. Donde el kirchnerismo apelaba a lo universal  -“todos y todas”- y a actores colectivos, Cambiemos lo hacía al individuo particular: “estoy con vos”. Asimismo, con un fuerte énfasis en las redes sociales logró desactivar las críticas de su adversario mediante la ironía y el humor (campaña del BU o @conmiedovotasmejor) en la cual satirizaba sobre lo que denominaba “campaña del miedo” del Frente para la Victoria.
Esta forma de demonización del conflicto (de intereses o políticos) también puede observarse en el caso chileno bajo la lógica del bipartidismo. Entre ambos partidos lograron desactivar la única opción que se presentaba como posible competencia a los espacios políticos tradicionales, situando al Frente Amplio como una opción de cambio extremo, demasiado a la izquierda de la zona de estabilidad y confort.
Lenin Moreno sería el tercer candidato en enfatizar el “diálogo” y una mejor llegada al sector privado en su proyecto de gobierno. Sin embargo, el diálogo sólo mejoró con la prensa, los empresarios e, incluso, con alcaldes opositores como Jaime Nebot y Mauricio Rodas, no en su propio espacio político. Por el contrario, acabó reestructurando las reglas del juego democrático para evitar el retorno de su antecesor, con quien compartió binomio presidencial en dos ocasiones (2006 y 2009).
Derechas y nuevos movimientos sociales
En la actualidad, los nuevos movimientos sociales se expresan como conglomerados que pueden albergar identidades diversas a fin de obtener respuesta ante reclamos específicos. Se trata de nuevas instancias de identificación y movilización en torno a demandas y valores, sin necesidad de la adhesión a un programa político como en el caso de la militancia tradicional. Sus miembros se definen como activistas y han mostrado eficacia a la hora de encabezar protestas sociales. Esta nueva subjetividad global, con énfasis en la comunicación digital y capaz de congregar individuos sin afiliación partidaria bajo consignas movilizantes, se convertiría en un preciado botín para el universo electoral.
Las derechas han demostrado que la equidad social mencionada superficialmente en sus programas puede ser segmentada, buscando interpelar a sujetos vulnerables específicos. Es el caso de las campañas de los candidatos de los derechistas partidos tradicionales en México, José Antonio Meade (PRI) y Ricardo Anaya (PAN), que han buscado captar el voto femenino ante la avasallante superioridad en intención de voto del candidato de MORENA, Andrés López Obrador. La apelación al género les permite recrear un discurso inclusivo en aras de distanciarse de su raigambre elitista y patriarcal.
El voto con sensibilidad por los animales y la protección del medio ambiente también ha sido esgrimido como parte del programa de campaña de Piñera y Macri. Ciudad Verde constituyó todo un eslogan de la gestión porteña, además de contar con Juan Carlos Villalonga, un ex Greenpeace que también encabeza el Partido Verde, entre las filas de Cambiemos.
En cuanto a las políticas vinculadas a los reclamos de los movimientos de mujeres, ambos candidatos han manifestado posturas pro vida y cierto conservadurismo social. Sin embargo, mientras Piñera ha puesto trabas legales a las tres causales para el aborto no punible impulsada por Bachelet, Macri ha buscado –sin éxito– congraciarse con el feminismo, habilitando el tratamiento del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo en el Congreso.
A modo de cierre
La derecha busca satisfacer la demanda social de distintos sectores, presentándose como una “alternativa desideologizada” que busca encubrir el trasfondo de la disputa política bajo un manto de reformismo moral y de diálogo. De esta forma, ha logrado afinar una performance de la democracia basada en un orden social meritocrático en lo discursivo que exalta el éxito personal y la idiosincrasia urbana como horizonte de prosperidad. El progreso significa el éxito personal, familiar y, en el mejor de los casos, de grupos acotados.
El poder de estas estrategias reside en su capacidad de influir en las formas de politización contemporánea, más cercanas a la reproducción de la lógica individualista que a un proyecto nacional o regional. Ante un terreno dúctil, la calle seguirá siendo un medidor de la capacidad de transformación o restauración de los gobiernos y de las respuestas a las demandas ciudadanas.

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