POR: PROF. JOSÉ GOMEZ
En estos días de descanso, más no de vacaciones, leo a Ludovico:
pensamiento crítico y poesía; compilación de obras sobre un de mis
intelectuales favorito que parió esta tierra. Me llama la atención el
señalamiento de Aura rojas, discípula permanente de él, cuando dice que
“Paulo Freire entendía que cada uno de nosotros y nosotras aloja un
opresor u opresora dentro de si mismo.” Lo que puedo inferir que
guardamos también un oprimido u oprimida dentro de si mismo. Es una
batalla entre la condición dominadora y la condición sometida.
Estas categorizaciones me hace
recordar que hace dos años estuve en Zona Educativa abogando por la
justa remuneración salarial de algunos docentes de la zona rural, y una
señora de cuyo nombre no quiero acordarme, me empezó a decir que
nosotros estábamos allí sin entender el proceso de “transformación”. Por
respeto a la dama tuve que tragarme la risa. En estos espacios son los
primeros en utilizar palabras que entran en boga para sólo sentirse que
andamos en la onda “academicista” y ya creerse los versados en cualquier
tema; además, gesticulaba como si estuviera agarrando a dios por las
criadillas. Oh, maldito poder, arrodillaos ante mí.
En tal sentido, tanto Ludovico Silva como Paulo Freire entendieron la
praxis revolucionaria: “no es la conciencia del hombre la que determina
su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su
conciencia”. De allí que antes de expresar cualquier termino y
convertirlo en peyorativo hasta el cansancio en las instituciones
educativas, es menester trabajar sobre el ser humano, en su pensar y
actuar, teniendo presente la superestructura, es la sociedad en su
conjunto, le impone una ideología que marcará su conducta y modo de ser y
de pensar. Por eso que esos funcionarios actúan así. Es decir, ella no
vino sola, a ella la mandaron.
Vaya a Ludovico y Freire un
profundo agradecimiento por elevarse como maestros cercanos y vigentes
ante la inefable tarea de transformarnos en revolución.
Hay un probervio biblico que dice: No hay ni uno solo que sea bueno. Solo Dios alcanza esa forma. De hecho, cuando ennuestra mente reina con mayor impétu el domindor seremos eso dominadores no obstante, si lo hace el dominado o nos rendimos o luchamos por no serlo.
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