Por Fabio Zuluaga
Decir que los venezolanos son las nuevas víctimas de la esclavitud
puede sonar sensacionalista, pero en el contexto de la crisis económica y
la emigración masiva el negocio global del tráfico de personas, de la
esclavitud moderna, ha llegado a Venezuela y ha arrastrado a los
venezolanos fuera de sus fronteras afectando sobre todo a las mujeres en
la modalidad de trata de blancas. ¿En qué consiste ese negocio y cómo
nos afecta?
La nueva esclavitud
Según cifras de la Organización Internacional del Trabajo en 2016,
40.3 millones de personas fueron sometidas a trata de personas: 24.9 millones de ellas en trabajo forzoso y 15,4 millones en matrimonio forzoso.
De los casi 25 millones en trabajo forzoso: 16 millones fueron
explotadas por el sector privado; por ejemplo (sobre todo en el trabajo
doméstico, la industria de la construcción y la agricultura) y 4
millones por el Estado. Casi la quinta parte, 4.8 millones, fueron víctimas de explotación sexual.
Entre el 84 y el 99 por ciento de las víctimas de esclavitud en la industria sexual son mujeres y niñas.
Las venezolanas y la esclavitud sexual
La mayor parte del negocio de la trata de personas funciona en el
sureste de Asia, sin embargo, hay varios focos en América Latina:
principalmente Colombia y México, países a los que ha llegado una
cantidad considerable de venezolanos. El asunto se complica porque estos
dos países son de los más importantes receptores de trabajadoras
sexuales venezolanas y también de modelos y escorts, tres profesiones que tienen un alto riesgo de complicarse con la esclavitud sexual.
Una trabajadora sexual puede entrar en una de estas redes
voluntariamente para luego encontrarse prisionera de un proxeneta o
alguna banda criminal. Ofertas engañosas de trabajos de modelaje o promoción pueden llevar a secuestros.
Los venezolanos se han enterado de esto de mala manera: no solo en
los insultos xenófobos que en países como Ecuador, Colombia o Panamá
acusan a las venezolanas de ser prostitutas sino en repetidos homicidios
de venezolanas en el exterior, incluidas varias trabajadoras sexuales
en México y el particularmente horrendo caso de Kenny Finol quien había entrado a trabajar voluntariamente con un proxeneta y luego fue esclavizada, torturada y asesinada.
Desgraciadamente este delicado asunto se complica con la
polarización: no existen estadísticas oficiales al respecto, el asunto
está completamente fuera de la agenda de los políticos del gobierno y la
oposición, y solo contamos con datos y referencias de varias ONG.
Según el observatorio Asociación Civil Paz Activa, luego de la presentación del informe Trata de personas, trabajo forzoso y esclavitud moderna:
“En 2 años aumentó 300% el número de casos de víctimas de esclavitud
moderna, específicamente, la trata de personas. Hasta 2018 tenemos un
registro de 198.800 víctimas; si se revisa el comparativo del período
anterior, 2014-2016, se proyecta que en los próximos 2 años podrían
contarse 600.000 venezolanos víctimas de esclavitud moderna, si este
ritmo no se detiene”. Según este estudio en países como Panamá, China,
República Dominicana y España, se han desmantelado redes de trata de
personas que retenían a ciudadanos venezolanos.
Según la ONG Venezuela diversa
en el territorio nacional la trata de personas se relaciona con el
narcotráfico: frecuentemente las bandas de narcotraficantes usan a las
trabajadoras sexuales como mulas, prostitutas ligadas a bandas de este
tipo frecuentemente realizan extorsiones y asesinatos de prostitutas y transexuales.
Han surgido mujeres que sirven de enlace entre las bandas de narcotraficantes y las prostitutas, son las llamadas “madres” que organizan esas conexiones: “La trata es un problema grave, que se repite y con mucha frecuencia. Las líderes de las bandas reciben muchos beneficios por participar en estos delitos.
Últimamente se ha escuchado mucho cómo la prostitución de venezolanas
en otros países se ha incrementado y esa es la respuesta. En gran parte,
son bandas delictivas las que están detrás de eso”.
Indiferencia
El odio, los prejuicios y la violencia contra las venezolanas en el
exterior es algo terrible pero también la indiferencia de las
autoridades y de la dirigencia política ante todo esto: Solo en 2017
fueron asesinadas 5 venezolanas en el exterior
pero no ha ocurrido ningún pronunciamiento del Gobierno ni de los
políticos de oposición quienes, con frecuencia, hacen carrera de
victimizar a los emigrantes venezolanos: silencio de la opositora Asamblea Nacional, del Poder Ejecutivo y de los demás poderes públicos.
En el primer caso se trata de delitos contra mujeres y trabajadoras sexuales que, en toda América Latina, son de muy baja prioridad para las autoridades y frecuentemente quedan impunes.
Además, las malas relaciones de Venezuela con los países que
más reciben a sus emigrantes no dan oportunidad para la colaboración
entre los gobiernos.
Y como la emigración es presentada por muchos, de manera
melodramática a veces, como una continuación de la oposición al
gobierno, existe un resentimiento y una antipatía muy grandes hacia los
emigrantes entre las filas del chavismo y, en casos extremos, un cierto regodeo en el hecho de que fracasen, tengan mala suerte o tengan que retornar.
En el caso de la oposición, lo curioso es que pese a su interés en teatralizar la emigración estos crímenes no sean mencionados por sus voceros.
La violencia contra las mujeres, especialmente trabajadoras sexuales,
está muy bajo en la prioridad de los políticos de todo el continente y
es muy raro que siquiera se refieran a su existencia pues las figuras
políticas no son ajenas a los prejuicios comunes contra las prostitutas o
trabajadoras sexuales y no las toman en cuenta.
Pero a esto parece unirse el hecho de que denunciar esos crímenes
podría dejar mal parados a otros gobiernos de la región que hacen poco o
nada por prevenirlos o castigarlos, gobiernos con los que los dirigentes de oposición cuentan para la política de aislamiento y sanciones al gobierno venezolano.
En definitiva, dentro y fuera de Venezuela está creciendo el tráfico
de personas y arrastrando a más venezolanas cada vez, sobre todo
emigrantes. Invisibilizadas por los prejuicios y atrapadas entre la diatriba política no parece que recibirán pronto justicia o asistencia de las autoridades venezolanas o de los países que reciben a nuestra emigración.
Solo les queda tener mucha suerte y prudencia para evitar un destino terrible.
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