Por Randolph Borges
La crisis da para todo. El ingenio florece y a falta de emplearlo para
resolver situaciones graves que agobian la rutina diaria del
venezolano, estas capacidades son puestas al servicio del ocio, la
especulación y la creatividad sin límites. “Así es el venezolano”,
cuenta la calle en tercera persona, mientras todos, de una u otra manera
formamos parte de una realidad paralela, que nos empuja a caer en el
embudo de creer o no. Y como decía Chico Buarque: “algunas veces hasta
creer llorando”.
El ocio, padre de todos los vicios, ha cultivado a lo largo de estos
años una gran cantidad de leyendas urbanas que hicieron temblar de pavor
a la colectividad. ¿Quién no recuerda a las pirañas robapelo? Fue un
fenómeno surgido de la nada en el estado Zulia a través del cual entre
dos y tres personas sujetan a la víctima de cabello largo, mientras otra
le corta el cabello con unas tijeras de jardinería, para después
venderla para hacer extensiones o pelucas. Hasta la BBC se prestó para
dar eco a una noticia que nunca fue comprobada. Hasta una gaita se creó
para amenizar esta leyenda.
También hace unos años surgió el rumor que aterrorizó a muchas
familias venezolanas: el robo de niños en maternidades. Salvo casos
puntuales, donde las autoridades lograron actuar a tiempo y detener a
los responsables, el fenómeno se masificó como si se tratara de una
epidemia nacional. Este caso demostró cómo un palo hizo toda una
montaña, y que el mal manejo de una información puede llegar a
convertirse en causa de pánico general.
Bachaqueros nivel leyenda
Con la aparición de los bachaqueros surgieron otros cuentos de
camino. La aparición de las “bolsitas de teta”, donde venden café,
leche, azúcar y otros productos, originó el rumor sobre la peligrosa
mezcla de cal o tierra con algunos de estos rubros, para “rendir las
ganancias”. No vamos a hacer defensa alguna de los bachaqueros en este
trabajo, que ya bastante mala reputación se han ganado, pero hasta el
momento no se ha hecho ningún estudio serio
acerca de contenidos alterados de la mercancía que venden. Lo que sí es
cierto es que las condiciones sanitarias en que se expenden estos
artículos, no es la mejor.
Con lo de la casa otra vez
De los mismos creadores de “te van a quitar tu casa”, llega el plan
“ubica tu casa”. Destinado a romperle los nervios a las miles de
familias que se han ido del país durante la crisis, esta leyenda urbana
consiste en promover la toma de casas y apartamentos deshabitados por
parte de consejos comunales y militantes del chavismo. El miedo a las
invasiones, siempre latente debido a todos los temores infundidos, ha
venido creciendo con cada publicación amarillista de la prensa, que con más desaciertos que certezas, asegura la existencia de un fenómeno mil veces negado.
El presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado
Cabello, ha desmentido en múltiples ocasiones que tal práctica sea una
orientación del gobierno y que, por el contrario, forma parte de una
campaña de miedo sembrada por sectores que lo adversan.
Nada nuevo bajo el sol
Tal como empiezan los cuentos de hadas, nos remontamos a los inicios
de este vicio perverso de inventarse pendejadas en momentos de crisis.
Son un clásico los cuentos de que “los comunistas te van a quitar tus
hijos” y que “si tienes dos casas, te quitan una”, pero mucha gente los
creyó y es así como en los albores de la revolución bolivariana vimos
nacer el movimiento contra el Decreto 1011, que en principio intentaba
una reforma al currículo escolar, pero fue tan tergiversada por la
prensa y el magisterio, que muchos padres se comieron el cuento de los
“comunistas infantófagos”. Aquellos niños son los guarimberos de hoy, y
más de uno estará lamentando que aquellas “amenazas” no se cumplieran.
Otro de los clásicos es el de los bombillos cubanos, a través de los
cuáles Fidel Castro podría vernos en la intimidad de nuestros hogares.
Sí, claro que resulta bastante ridículo, pero mucha gente “culta y con
estudios”, se creyó semejante barbaridad y llegó al extremo de correr a
escobazos a la gente de la Misión Energética para que no instalaran los
“bombillos espías” en su edificio. Junto a esta joya del absurdo también
reposan las transmisiones de satélites rusos, a través de los cuales se
habría modificado la data que le dio la victoria a Hugo Chávez en el
referendo de 2004.
Los rumores forman parte de la política nacional y no va a
desaparecer de ella porque es uno de los factores que alimenta sus
prácticas. Más allá del ingenio y creatividad que se emplee para
crearlos, forman parte de estrategias peligrosas que pueden moldear
conductas y preferencias, incluso formas de pensar. Nuestro deber es no
permitir que nos agarren desprevenidos y desconfiar absolutamente de
todo lo que no se puede comprobar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario