El llamado Grupo de Lima desconoce
nuestra soberanía sobre la fachada atlántica y buena parte de la
oposición aplaude; el Gobernador del Estado Zulia dice que si se instala
un “gobierno de transición” él declara a ese Estado independiente.
¡Graves locuras!
A quien funge como Presidente de la
Asamblea Nacional lo llaman Presidente encargado de Venezuela y él se
deja llamar así; un grupo de funcionarios de los servicios de
inteligencia, de manera unilateral e ilegal, capturan a este diputado en
medio de una autopista. ¡Peligrosas locuras! Necesario es reconocer, la
oportuna y contundentemente democrática respuesta del gobierno del
Presidente Maduro.
El 23 de enero de 2019 se anuncia como
el día, otra vez, de la “batalla final”; mientras el pueblo libra su
batalla de todos los días por el transporte, la electricidad, los
alimentos, las medicinas e intenta curar las heridas que ha dejado esta
ya larga confrontación creando, inventando, produciendo con las uñas y
luchando con pasión. ¡La locura creativa de nuestra gente que provocará
nuevas situaciones, mejores situaciones!
Por respeto a ese pueblo, con el cual
lucho y al que cada día estoy más conectado en su vida cotidiana,
escribo este artículo. El Comandante Chávez siempre nos decía que lo más
que teníamos que cuidar los revolucionarios y revolucionarias era no
reducir nuestra lucha a dos élites políticas disputándose el “coroto”.
El insistía en que una revolución era verdadera si el pueblo era el
sujeto protagónico de la batalla por la transformación social y si éste
se sentía reivindicado en el saldo de ese batallar: Vivir con igualdad,
con justicia, con dignidad, con derechos, con derecho a vivir bien, con
poder real de decidir su destino.
Nuestro pueblo aspira hoy preservar a
Venezuela independiente, soberana; defender lo bueno logrado en la
Revolución Bolivariana y recuperar la estabilidad política, económica y
social, recuperar una vida cotidiana humanamente gratificante. Esto
requiere de su esfuerzo y lucha, pero sobre todo de la madurez de sus
dirigentes. Hay que parar la locura destructiva.
Parar la locura supone detener el
peligroso jueguito que plantea que en Venezuela hay dos Presidentes. El
Presidente de la República electo, juramentado y en ejercicio
constitucional es Nicolás Maduro Moros. A partir de ese reconocimiento,
político y jurídico, es necesario avanzar en acuerdos que permitan el
funcionamiento armónico de todos los Poderes Públicos en función del
interés general.
Detener la locura significa dejar de
poner en una subasta la soberanía territorial y económica de nuestra
Patria a cambio del Poder Político. Venezuela y su integridad
territorial y económica está por encima de los intereses grupales, por
legítimos que estos fuesen.
Frenar la locura implica atender de
manera prioritaria las necesidades del pueblo, que clama en las calles
para que se contenga la escalada de precios de los bienes esenciales;
por un mejor funcionamiento de los servicios públicos y por el
desmantelamiento, en todos los niveles, de las mafias de cualquier
calaña que lo humillan y lo expolian. Devolver a la familia venezolana
la tranquilidad que merece, requiere de un acuerdo nacional para
desmontar la agresión extranjera y ejecutar las profundas
rectificaciones políticas y económicas a la cual estamos obligados todos
los actores.
¡Vuelvan caras!, el pueblo lo demanda,
el pueblo lo necesita. Volvamos todos y todas al espacio democrático,
institucional, a las reglas básicas de la economía, a la conciencia
patriótica que requiere este complejo momento que atravesamos como
Nación.
En las manos de esta generación no se
puede perder la República. Los y las chavistas, los y las socialistas y
más allá, todas las patriotas venezolanas y todos los patriotas
venezolanos estamos obligados a construir las condiciones para que
Venezuela, de cara a la década por venir de este siglo XXI, emerja
Independiente, soberana, libre, prospera, empinada hacia su grandeza.
Dios mediante, nuestra conciencia mediante así será. ¡Seguimos en las
calles, luchando junto al pueblo!
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