¿Te
volviste loco Wilfrido? Esa fue la pregunta que un cliente tomó
prestada de aquel famoso merengue del dominicano Wilfrido Vargas,
mientras observaba los anaqueles con productos y precios remarcados en
un comercio capitalino de víveres. La frase arrancó las risas de los
clientes que todavía no salían de su asombro ante la abrupta subida de
precios que muchos comercios empezaron a hacer luego del anuncio de
aumento de salarios, decretado por el Ejecutivo Nacional.
Las verduras, hortalizas y frutas no
escaparon al “empujoncito” hacia arriba que los comerciantes le vienen
dando a los productos que ofrecen. En el mismo comercio un kilo de
tomate pasó de costar 800 Bs.S. a valer 2.200 Bs.S., mientras que el
pimentón que se compraba a 3.600, ahora superó la barrera de los 6.000
Bs.S.
En
otros comercios el fenómeno alcanzó a productos como la avena en
hojuelas, que ahora se consigue en más de 11 mil soberanos, cuando su
precio hace menos de una semana era de 6 mil. Pero la lista sigue con
productos de limpieza e higiene, que si antes ya era difícil
adquirirlos, ahora se ha convertido en una verdadera hazaña poder
comprarlos aún con el aumento de salarios decretado.
Habla la calle
Mientras vemos cómo se vacían algunos
comercios (y estanterías) ante la falta de compradores y las
dificultades para reponer mercancía, muchos se preguntan las razones de
este nuevo golpe al presupuesto familiar. Si bien una de las páginas web
que se encargó de causar el descalabro económico con las subidas
arbitrarias del dólar, ya ha dejado de funcionar y marcar el precio, la
moneda estadounidense sigue siendo la referencia para que los
comerciantes tengan la excusa de subir los precios.
Sin embargo, luego de que el dólar
superara esta semana la barrera de los 3 mil bolívares, cerró el viernes
en 2400 y en algunos casos menos que eso. Pero la subida de los precios
continúa imparable e indolente, tanto como las medidas para evitarlo se
perciben inexistentes por parte de los órganos encargados de la
materia.
La única respuesta que encontramos ante
tal situación, la escuchamos de la boca de un conocido y humilde
empleado de aquella tienda de víveres, con quien conversamos sobre la
escandalosa subida de precios y sólo atinó a comentarios sin que el
patrón lo oyera: “y lo peor es que nos dicen que hay que comprar hoy,
porque todo va a seguir subiendo. Esa es la orden, subir los precios un
día sí y otro también”. Cuando nos despedimos, escuchamos al mismo señor
que nos hizo reír hablando con otros a la salida del comercio y les
decía: ” yo no sé lo que están buscando, pero cuidado lo encuentran”.
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