Elías Jaua Milano ha desempeñado
numerosas responsabilidades tanto en el gobierno del comandante Hugo
Chávez como en el primero de Nicolás Maduro. Hace algunos meses dejó el
de ministro de Educación. Desde entonces se le relaciona con las
corrientes disidentes del chavismo. En la entrevista exclusiva que
concedió a LaIguana.TV delineó su posición: lealtad con el proceso
revolucionario, pero con profundas críticas al rumbo que ha tomado.
Citando una parte del discurso del
presidente Maduro en su juramentación ante el Tribunal Supremo de
Justicia, Jaua expresó que “más peligroso que el imperialismo son esos
sectores corrompidos que se aprovechan de la nobleza, la grandeza y la
heroicidad del pueblo venezolano”.
-¿Qué balance haces de la juramentación del presidente Nicolás Maduro para su segundo período? ¿Qué escenario se plantean?
-Quedó demostrado que este 10 de enero
no era una fecha terminal. Simplemente, el presidente que escogió la
mayoría de los electores y las electoras asumió su mandato. En vista de
la situación de desacato en la que se encuentra la Asamblea Nacional, lo
hizo ante el Tribunal Supremo de Justicia. Ahora, sí es un punto de
inicio de una etapa compleja. En lo internacional hemos iniciado el
largo camino del aislamiento de Estados Unidos y un grupo de gobiernos
de la Unión Europea y de Latinoamérica, y tenemos que aprender a vivir
con eso. Es una situación que no va variar a corto plazo. Venezuela debe
prepararse para vivir con las consecuencias de una agresión
diplomática, política y económica por un período bastante largo. Eso nos
obliga a iniciar una nueva etapa en el plano interno. El país, frente a
un aislamiento como el que se le pretende aplicar, tiene la gran tarea
de desarrollar la producción nacional. Es un asunto en el que tiene que
involucrarse el sector privado, pero también los pequeños y medianos
productores, las cooperativas, las comunas, los campesinos, los
emprendedores familiares. Tiene que ser una gran cruzada por la
producción nacional. Todo aquel que pueda producir debe ser incorporado.
Es la única manera como un país puede superar una situación de
aislamiento. Cuba es un ejemplo, Irán es otro, que logró un desarrollo
interno, incluso en el plano científico y tecnológico, en medio de un
bloqueo largo, de cuatro décadas y con agresiones militares permanentes.
Esos son los grandes desafíos de cara al año 2019. Por otro lado, tal
como lo dijo el presidente Nicolás Maduro, y quienes lo conocemos
sabemos que lo dijo desde el alma, es imposible preservar la
independencia y levantar la producción nacional si no se desmantela
definitivamente el sistema mafioso que ha ocupado la economía nacional,
un concierto de funcionarios y empresarios corruptos y corruptores que
impiden cualquier plan de desarrollo.
-El chavismo, cuando enfrenta
situaciones como esta, se aglutina, se convierte en un solo, pero sigue
existiendo una controversia interna. ¿Hacia dónde apunta esa
controversia?
-Bueno, apunta a que la Revolución no
pude ser el espacio para que se conformen grupos de poder político y
económico que anteponen sus intereses crematísticos, mercantiles, a los
intereses de la nación y de la Revolución. No es justo, no es ético, no
es ni siquiera humano que mientras la inmensa mayoría del pueblo está
haciendo un gran sacrificio para sostener la independencia nacional,
para defenderse ante esta arremetida, esta agresión, y lo haya hecho a
costa de la tranquilidad de su vida cotidiana, haya funcionarios y
empresarios jugando a la acumulación ilícita de riquezas, muchas veces
arropados en las banderas del socialismo, de la Revolución y del
antiimperialismo. Por eso el presidente Maduro, en su discurso de toma
de posesión, fue enfático en algo que yo comparto: más peligroso que el
imperialismo son esos sectores corrompidos que se aprovechan de la
nobleza, la grandeza y la heroicidad del pueblo venezolano.
-En una polémica entrevista con la BBC
de Londres, afirmaste que uno de los errores de la Revolución había sido
no desmontar las estructuras corruptas. Se te criticó porque los
delitos de corrupción son intencionales, incluso de astucia, quien los
comete está consciente de lo que hace. ¿Es un error o es algo más allá?
-Me referí a que cuando se priorizó
sobre los esfuerzos principales que debería hacer la Revolución, se hizo
correctamente porque lo más urgente era atender a un pueblo que
encontramos depauperado, en las catacumbas de la miseria. El comandante
Chávez decidió concentrar su esfuerzo en la superación de la pobreza.
Confió en que el sistema de justicia podría procesar y desmantelar los
casos de corrupción que se había cometido en el pasado, el gran
latrocinio especialmente de los últimos años de la IV República, y
cualquier otro que surgiera en su gobierno. Eso no fue así. Entonces, en
la entrevista me referí a esa estructura montada para extraer la renta
petrolera de manera ilícita, en la que juega un papel destacado el
sector privado. No digo que todas las empresas, no es un problema de que
una persona sea mala o buena, sino de una lógica de funcionamiento del
capitalismo que encontró su manera de acumular riqueza a partir de la
extracción ilícita de la renta petrolera venezolana. La muestra de que
esa estructura sigue intacta es que, veinte años después de iniciada la
Revolución, vemos como personeros ligados a la IV República y connotados
dirigentes opositores aparecen vinculados a hechos de corrupción con
organismos del Estado. Un caso entre muchos es el de la familia de
Antonio Ledezma. Si veinte años después, los personeros de la IV
República siguen usufructuando de la renta petrolera es porque no se
desmontó esa estructura.
Restablecer la Asamblea Nacional
-En ese esfuerzo por vivir en el
aislamiento en esta situación tan comprometida que vive el país,
pareciera ser importante restablecer el diálogo con la oposición, al
menos con el sector no radicalizado. Pero, a la vista de estos últimos
acontecimientos ¿ese sector tiene algún peso específico dentro de la
oposición o esta es dominada por los más radicales?
-Lamentablemente, la oposición está
dominada por el gobierno de Estados Unidos y por el de Bogotá. No tienen
liderazgo propio ni la hegemonía de los que debería ser un proyecto de
oposición. Pero un tema central para avanzar en el rompimiento del
aislamiento y, sobre todo, para avanzar en soluciones al problema de la
deuda externa y, por tanto, del acceso a nuevos financiamientos, pasa
por que la Asamblea Nacional, como Poder Legislativo, entre en
funcionamiento. Eso puede ser por dos vías. La primera es la de un
acuerdo político como se prefiguró en República Dominicana en 2018. La
otra es que ante la imposibilidad del país de resolver ese tema tan
sensible, se convoque a una nueva elección de la AN. Lo ideal sería el
acuerdo político, pero si no se logra, creo que la Asamblea Nacional
Constituyente está facultada a adelantar la convocatoria de esas
elecciones, con todas las garantías del caso. Ojalá que la oposición no
se abstenga de participar. Ojalá ese tema pueda ser solucionado este
año, a favor del país y de la tranquilidad de la familia venezolana.
-La recuperación económica nos lleva al
tema campesino. Tú, que fuiste ministro de Agricultura y Tierras y que,
además, se te señala como uno de los que estuvo por detrás de la Marcha
Campesina del año pasado, ¿cómo ves la integración del poder popular, de
las comunas, a la producción nacional?
-Bueno, en primer lugar debo decir que
no estuve “por detrás” de la Marcha Campesina, sino “al lado” de la
Marcha Campesina. Esa fue una iniciativa propia del campesinado cansado
de tanto atropello, de tanta exclusión en los distintos niveles del
Estado, de la restauración o el resurgimiento del latifundio con toda su
carga de violencia, de clasismo contra el campesino. Siempre, desde los
13 años, he estado al lado de los campesinos, ¿cómo no lo voy a estar
ahora, después de haber sido ministro de Agricultura y Tierras y de
haber ejecutado la revolución agraria del comandante Chávez, cosa que
algunos no me perdonan nunca? Pero, el tema central es que no se trata
solo del campesinado, sino también los indios, los comuneros y las
comuneras, los movimientos de barrio. Una revolución sin pueblo no es
revolución. Llegando incluso a tener el mejor gobierno del mundo, no se
puede decir que se esté haciendo una revolución. El mejor gobierno del
mundo puede administrar bien un Estado, una revolución le da, o mejor
dicho, le restituye y le reconoce el poder al pueblo. Siento que ahí es
importante retomar el camino que veníamos transitando con el comandante
Chávez. Me parece que en muchos casos se apuesta a que la burocracia
puede resolver todo, y cuando uso este término me refiero a la
concepción weberiana de la burocracia, como administradora de la cosa
pública. Una burocracia, por excelente que sea, no hace revolución. La
revolución la hace el pueblo, y si de verdad queremos continuar el
camino revolucionario, tenemos que confiar en el pueblo, en los sujetos
protagónicos, en el campesino, en los jóvenes del barrio, en las
mujeres, en los indios y la indias, en quienes son el sustento y el
centro de un proceso de transformación revolucionario. De eso es que
hablo cuando me refiero al camino de Chávez, a acompañar al pueblo.
Aunque fui protector del estado Miranda, creo que el pueblo no necesita
que lo protejan, sino ser sujeto de la revolución.
Dejar la Constitución como está
-Tú has planteado la posibilidad de que
la ANC proponga ratificar, dejar tal como está, la Constitución Nacional
Bolivariana de 1999 ¿Sigues pensando eso?
-Como presidente de la comisión que
convocó a la Constituyente de 2017, y eso puede encontrarse en los miles
de discursos que di, puedo decir que su objetivo principal era
reordenar el Estado para lograr que garantizara la paz en el país. La
paz estaba vulnerada debido a una Asamblea Nacional en desacato, algunos
de cuyos miembros de aprovechaban de la inmunidad parlamentaria para
promover e, incluso, liderizar la violencia terrorista en las calles.
También se veía afectada por una Fiscalía General que permitía que
actuaran con impunidad quienes cometían delitos contra la paz pública.
Ese fue el objetivo con el que se convocó al proceso constituyente. Sin
duda alguna ese era el espacio para incorporar un conjunto de cosas y
desarrollos que se han venido dando. Pero en mi opinión, la
Constitución, tal como está, es un punto de unión no solo del chavismo
sino de los patriotas, de la gente que sin ser chavista, apuesta a la
independencia y a la paz de Venezuela. Por lo tanto, habría que valorar
bien si hacer una nueva Constitución o reformar la vigente no sería, por
el contrario, debilitar la unidad nacional. Tanto desde el punto de
vista político como jurídico, de acuerdo con ese espíritu constituyente,
me parece que perfectamente podría presentarse la situación de que la
ANC proponga mantener la actual constitución porque tiene vigencia y sus
principios fundamentales, éticos e ideológicos, se han convertido en un
punto de unidad de la nación. Yo lo veo así, si fuera constituyente, lo
plantearía en el seno de la ANC. Como no lo soy, lo planteo como
político, como sociólogo y como estudioso de la política.
-En todo caso, la ANC todavía tiene muchas tareas en eso de sofocar la crisis política…
-Claro, sigue siendo esa su tarea
principal: mantener el funcionamiento del Estado, avanzar en su
reordenamiento. Creo que hacer una nueva Constitución es una tarea
difícil porque, como ya dije, sus fundamentos filosóficos están
vigentes: la democracia participativa y protagónica, el papel del Estado
en la economía, la independencia y la soberanía. Hoy, más que nunca,
nuestra Constitución es un instrumento de defensa ante tanta amenaza y
tanta agresión extranjera. Pero, en todo caso, si los y las
constituyentes decidieran hacer una nueva Constitución o realizar una
reforma sustancial, ese texto tiene que ser sometido a un intenso
debate, superior incluso al que ocurrió cuando se aprobó la Constitución
del 99. Una nueva Constitución o una reforma requerirá de toda la
discusión posible para alcanzar el mayor consenso en torno a ella.
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