martes, 5 de junio de 2018

En cuatro de los países del Grupo de Lima la vida de los líderes sociales no vale nada

 Mientras realizan denodados esfuerzos por desconocer un proceso electoral celebrado en Venezuela, con participación de más de 9 millones de votantes, los países del Grupo de Lima, con la complicidad de la Organización de Estados Americanos, barren bajo la alfombra sus propias ruindades en materia de derechos humanos.

Sin revisar otros casos, al menos en cuatro de los integrantes de la alianza contra el Gobierno de Venezuela presentan espeluznantes cifras de asesinatos de dirigentes  políticos o sociales, representantes de sectores vulnerables, como trabajadores, campesinos, indígenas, ambientalistas y defensores de derechos humanos.

Más de cien dirigentes asesinados en México

Uno de los casos más desvergonzados es el de México. Según las últimas cifras, desde que comenzó la campaña para las elecciones que se realizarán el 1 de julio, han sido asesinados 107 dirigentes políticos, incluyendo 40 que estaban postulándose a algún cargo.

La violencia ha estado presente en anteriores procesos electorales, pero el que está en desarrollo ha sido el más cruento de todos. Se estima que el número de asesinatos se incrementó 385% respecto a 2015, cuando ya había alcanzado la alarmante cifra de 21 candidatos muertos.

Adicionalmente, una organización que lleva estas estadísticas ha contabilizado unas 300 agresiones contra políticos, 44 atentados contra los líderes propiamente dichos y 45 contra sus familiares. Siete de cada diez casos han sido contra políticos contrarios al partido que gobierna en el estado o municipio donde ocurren los atentados.

Particularmente sangriento fue en México el fin de semana previo a la reunión de la OEA en la que el gran tema de discusión son las ya realizadas elecciones venezolanas.

Una candidata a diputada, Juana Irais Maldonado, y su asistente, Erika Cázares, fueron asesinadas a tiros sábado en estado de Puebla. En la misma madrugada  de sábado se informó del homicidio de Pamela Terán, que formaba parte de la lista del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a un cargo municipal en Oaxaca.

A las cifras de muertes de líderes políticos y sociales deben sumarse las de estudiantes y campesinos desaparecidos y las de periodistas asesinados.

El inseguro clima electoral mexicano, en el que se mezclan las mafias del narcotráfico con la simple violencia política, no ha llamado la atención de la OEA, ni del Grupo de Lima, que emitieron declaraciones hasta el hastío, antes de los comicios venezolanos, los cuales transcurrieron en absoluta paz.

Colombia con doble moral

Otro país muy activo en el Grupo de Lima es Colombia. Las preocupaciones por lo que ocurre en las elecciones del lado venezolano no parecen tener una contrapartida proporcional respecto a su propio proceso electoral.

Según diversos medios de comunicación colombianos, en un lapso de ocho días han sido asesinados al menos siete líderes sociales en Colombia, cuatro de ellos en un lapso de 24 horas.

Carlos Jimmy Prado Gallardo, Julio César Montalvo, Orlando Negre y Fradi Chica fueron las más recientes víctimas de lo que ha sido una sistemática persecución contra dirigentes políticos y comunitarios neogranadinos.

Carlos Jimmy Prado era dirigente de una organización de negros, afrocolombianos palenqueros y raizales del departamento de Nariño. Orlando Negre era presidente de la junta de acción comunal Camu, departamento de Córdoba. Julio César Montalvo era líder indígena en zona del Resguardo Zenú y hermano de una gobernadora indígena. Fradi Chica era un excombatiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC- EP) en municipio de Ituango, departamento de Antioquía.

Las cifras acumuladas de asesinatos de líderes sociales que maneja la Defensoría del Pueblo colombiana reflejan la magnitud de la violencia en el país vecino: entre el 1 de enero de 2016 y el 27 de febrero de 2018 fueron asesinadas 282 personas que se dedicaban a la defensa de la comunidad o de los derechos humanos.

Estas patéticas estadísticas no movilizan al secretario general de la OEA a solicitar reuniones especiales para tratar el tema. Tampoco motivan al Grupo de Lima a formular alguna declaración.

Los números no son presentados por entes notoriamente adversos al Gobierno colombiano (como suele ocurrir en el caso venezolano). En marzo, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos dio cuenta de que en 2017 quedaron registrados en Colombia 441 ataques a líderes sociales y comunitarios, 41 intentos de asesinatos contra estas personas y 213 amenazas.

Brasil: descaro por partida doble

En el caso de Brasil, la pretensión de que se sancione a Venezuela por realizar elecciones presidenciales tiene un carácter de descaro por partida doble porque el presidente actual de ese país, Michel Temer, accedió al poder mediante una treta judicial y parlamentaria. Luego de haber llegado a rango de vicepresidente como parte de la fórmula de Dilma Rousseff, ha terminado ejecutando políticas completamente opuestas a las que llevaba adelante la mandataria defenestrada.

Adicionalmente, el Brasil dominando por la camarilla neoliberal de Temer ha incurrido también en violaciones sistemáticas a los derechos humanos de dirigentes sociales y políticos opositores. 

Según la Comisión Pastoral de la Tierra, en 2017 fueron asesinados 70 líderes sociales y ambientales brasileños. En un informe suscrito por el activista argentino Raúl Montenegro, Premio Nobel de la Paz Alternativo en 2004, la desigualdad social ha crecido desde que  cesaron las políticas impulsadas por Luiz Inácio Lula Da Silva y Dilma Rousseff , y comenzaron a aplicarse las recetas de Temer. El descontento de las masas está siendo aplacado mediante procedimientos fascistas como la  militarización de las favelas, la represión de los cuerpos policiales y de empresas privadas autorizadas por el Gobierno, como Atalaia Seguridad y Vigilancia, en el estado De Pará. Estos ejércitos privados amenazan, secuestran, torturan y asesinan a personas que realizan actividades reivindicativas de sus comunidades, por ser estas contrarias a los intereses de las grandes corporaciones madereras y mineras o a los terratenientes que pagan por los servicios de los sicarios.

Esta situación, obviamente irregular, no genera preocupación alguna en el conciliábulo de cancilleres del Grupo de Lima ni tampoco en el secretario general de la OEA, Luis Almagro.

Guatemala: tragedia sobre tragedia

Otro Gobierno de derecha que forma parte de la coalición denominada Grupo de Lima es Guatemala. Actualmente en emergencia por la erupción del volcán de Fuego, la nación centroamericana vive una tragedia secular con la violencia política y la represión. Como una pequeña muestra, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos acaba de expresar su repudio al asesinato de tres defensores de derechos humanos en un lapso de apenas diez días, el pasado mes de mayo.

Los activistas Luis Marroquín, José Can Xol y Mateo Chamán Paau, realizaban sus labores con organizaciones que defienden los derechos de los pueblos indígenas y los campesinos.

Ni el Grupo de Lima ni la OEA han considerado tampoco urgente tan siquiera considerar el tema.


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