jueves, 18 de enero de 2018

SER PEDAGOGO EN TIEMPO DE CRISIS


Por: José Salvador Gómez.
“La crisis no es propia de la educación, sino que es la crisis de la sociedad toda” Paulo Freire.
La escuela, ¿no está determinada por la sociedad, por las condiciones sociales en que se educan a nuestros hijos e hijas, por la intervención directa e indirecta de la sociedad? Así es. La crisis que estamos atravesando, es la crisis del sistema socio-económico en el cual estamos insertos y que automáticamente se refleja en la educación.


No tengo dudas de los inmensos esfuerzos que ha hecho el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE) por mejorar la calidad educativa; no se puede ocultar el incremento de la matrícula escolar en los últimos años, ubicándose en más de siete millones de estudiantes, así como, se ha dotado a más de cinco millones de estudiantes con computadoras Canaimas, más de 100 millones de libros, como también útiles escolares y uniformes a precios justos y, además, como mucho sacrificio, trata de garantizar el desayuno, almuerzo y merienda del estudiantado a través del Programa de Alimentación Escolar, entre otros. Todo esto de manera gratuita. Porque estamos claro que formar a alguien requiere de mucho tiempo y de muchos recursos. Resaltemos, la educación en Venezuela es gratuita, pero cuánto cuesta. Además, escribiendo estas ideas, se acaba de aprobar una buena cantidad de millones de bolívares para darle respuesta a las exigencias de los maestros y las maestras en el plano contractual.
Empero, a todos estos aportes, aún falta mucho por mejorar las condiciones cognitivas, afectivas y valorativas en el individuo. Las relaciones de los sujetos con su entorno socio-ambiental. La Integración, real, escuela – familia – comunidad , y viceversa.
La palabras de la viceministra Rosángela Orozco alienta la esperanza y resalta que el maestro y la maestra es el corazón del sistema educativo. Totalmente de acuerdo.
Pero, ¿cómo sacar al maestro y a la maestra de su estado de desesperanza donde las bases de necesidades la rigen el mercado ya no capitalista, sino “canibalista”, donde los servicios públicos no están a la par de los sacrificios que hacen los y las docentes para estar en concordancia con sus esfuerzos? Es por eso que no es sólo pedagógicamente como vamos a cambiar la pedagogía. No son los filósofos de la educación los que cambiaran el sistema, son los políticos bajo nuestra presión los que van hacerlo; por eso debemos presionar.
Es por ello que necesitamos docentes a la altura del tiempo histórico. No nos hagamos ilusiones. Todos nosotros, los docentes e incluso aquellos que, por así decirlo, son profesionales, todos somos, con mucha frecuencia, pobres de pensamiento ante los hechos actuales; estamos todos con demasiada facilidad faltos de reflexiones críticas. Claro está: ¿quién puede pensar con hambre? Eso lo entiendo. Pero por qué con la barriga llena se deja de pensar. Y no me refiero a la forma calculadora del pensar, sino a la forma meditativa, esta que exige a veces un esfuerzo superior.
Ya es hora de desmarcarse de a aquellos “docentes” atrapados por los vicios contraculturales: deshonestos, discriminatorios, egoístas, enemigos, punitivos, ignorantes, improductivos, imprudentes, impunes, impuntuales, indiferentes, ineficaz, inequitativos, inflexible, intolerante, irrespetuoso, irresponsables, mentiroso, soberbio, en fin, inhumano. Es hora de que nuestra ética real, verdadera, la que tiene que ver con el sentido común, la racional, la homo sapiens, salga a tomar las calles, las escuelas, los centros de trabajo, el barrio, la sociedad toda; veamos este ejemplo, ¿sería ético explotar a las personas o discriminar al diferente?¿sería correcto humillar, ironizar, minimizar a un estudiante, reírse de él o ella, intimidarlo, intimidarla? Desde un sentido común, nadie puede aceptar esto. Es triste, ver que existen profesores que incitan a los y las estudiantes a faltar a clase, y peor aún si el día siguiente es feriado. Creo que un docente que actúe de esta manera está faltando a la ética.
Recodemos que el proceso educativo, en todos sus niveles e instancia, es sobre todo ético. Por eso que se exige de nosotros constantes pruebas de seriedad. Una de las buenas cualidades de un profesor, de una profesora, es darle testimonio a los estudiantes de que la ignorancia es el punto de partida de la sabiduría, que equivocarse no es pecado, sino que forma parte del proceso de aprender. Es decir, ser humilde nos hace sentir satisfecho con todo lo que hacemos.
Retomo. En estos días una amiga me expresa, de manera muy desesperanzada, por todo lo que tiene que pasar para estar en la escuela. Desde obtener el dinero en efectivo, buscar la comida y otros insumos para su familia, contar con el transporte público, entre otros...otros. Nada fácil la situación actual. ¿Es una guerra? No lo dudo.
¿Cómo hacen los docentes para reencontrar razones de esperanza en la desesperanza? Reconstruir la esperanza. Para ello, hay que reconocer los diferentes tiempos históricos, reconocer que hoy la lucha es más difícil. Yo no tengo dudas que gran parte de la desesperanza actual frente al cinismo de la ideología fatalista neoliberal y la concreción de este chiquitín del socialismo bolivariano, se va a convertir en fuerza de esperanza a causa de ese mismo cinismo o en la espera de lo siempre soñado.
Por eso, la confrontación es política. No creo en el docente neutro, más aún, cuando el mercado se los está tragando. Como lo expresa Luis Britto García: “Venezuela tiene un sistema mixto que tiende al socialismo, pero que tiene bases todavía capitalistas.” Y sobre esa base debemos transitar. Nada fácil transitar en una sociedad habitual, donde se han creados hábitos, hábitos de conductas contracultural, hábitos de consumos, hábitos de todo. Para ello como docente es importante no sólo interpretar la realidad, sino transformarla. Vistas la transformación como un proceso teórico y práctico, que busca contribuir con el cambio social estructural y la forja de la sociedad ideal comunitaria.
En tal sentido, es necesario crear y mantener los espacios para la discusión, el debate, la creación... desarrollar las distintas acciones que contribuyan el surgir una nueva cultura escolar. Porque es anti-natural ver maestros y maestras estáticos, inamovibles antes las circunstancias. ¿Cómo puedo educar sin estar envuelto en la comprensión crítica de mi propia búsqueda, del sistema socio-político, de todo, y, a su vez, respetar la búsqueda de los y las estudiantes, obreros, docentes y administrativos? Eso tiene que ver con la cotidianidad de nuestra práctica educativa como hombres y mujeres.
Compañeros, compañeras, la lucha apenas comienza. Salgamos con el fusil del pensamiento contra la enajenación, la transculturización, la dogmatización, lo antropocéntrico, el “borreguismo” de las ideas falsas...contra lo inhumano.
En fin, de la mano del proyecto para una nueva transformación curricular podemos lograrlo.¡se hace imperioso soltar nuestras granadas de las ideas-acciones! ¡Tenemos que retomar la vanguardia!
Parafraseando al maestro Prieto Figueroa: “Todos y todas, docentes, tenemos que convertirnos en líderes y lideresas prospectivos y prospectivas para poder anticipar los problemas y asumir el cambio como una necesidad perentoria del sistema educativo.”
¡La Patria nos llama!
Tarde pero seguro

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