Al
tiempo que se desarrolla la crisis política en Venezuela, mucho se ha
dicho sobre los claros intereses de la Administración Trump en la
privatización y explotación de las reservas petroleras venezolanas, las
más grandes del mundo, por firmas gigantes como Chevron y ExxonMobil.
Pero la influencia de otra notoria compañía estadounidense, Monsanto -ahora una subsidiaria de Bayer- no ha sido mencionada.
Mientras numerosas naciones latinoamericanas se han vuelto "sálvase quien pueda" para las compañías biotecnológicas y sus afiliadas, Venezuela ha sido uno de los pocos países en pelear con Monsanto y otros gigantes de la agroquímica internacional y ganar. Sin embargo, desde esa victoria -que se ganó bajo el mandato chavista- la oposición apoyada por los Estados Unidos han venido trabajando para revertirla.
Ahora, con el gobierno paralelo de Juan Guaidó tratando de tomar el
poder con el respaldo de los Estados Unidos, es revelador que los más
altos contribuyentes políticos que pujan por un cambio de régimen en
Venezuela tienen estrechos vínculos con Monsanto y grandes acciones
financieras en Bayer.
En meses recientes, el producto de Monsanto más controversial y
notorio -el pesticida glifosato, tildado Roundup, y vinculado al cáncer
en recientes fallos en cortes estadounidenses- ha amenazado el futuro
financiero de Bayer como nunca antes, como una letanía de nuevos casos
jurídicos ladrando a las puertas de Bayer. Parece que muchas de las
fuerzas en los Estados Unidos que ahora buscan derrocar al gobierno
venezolano esperan por que un nuevo gobierno liderado por Guaidó
proveerá a Bayer un nuevo y mucho más necesario mercado para sus
agroquímicos y semillas transgénicas, particularmente aquellos productos
que ahora encaran vetos en países de todo el mundo, incluyendo el
defoliado y aún envenenado Vietnam.
El antichavismo busca revertir la ley de semillas y el veto a los transgénicos
En 2004, el entonces presidente Hugo Chávez sorprendió a muchos cuando anunció
la cancelación de los planes de Monsanto para plantar 500 mil acres con
semillas genéticamente modificadas (SGM) de soya en tierras
venezolanas. El cese del contrato llevó a lo que se tradujo en una
proscripción ad hoc de todas las SGM en el país, una jugada
alabada por grupos de agriculturos locales y activistas ambientales. En
contraste con los movimientos anti-transgénicos surgido en otros países,
la resistencia de Venezuela a los cultivos GM se basó más en las
preocupaciones entorno a la soberanía alimentaria del país y a la
protección del modo de vida de los agricultores.
Aunque el veto ha fallado de mantener lejos los productos GM de
Venezuela -en la medida en que ha importado la mayoría de su comida,
mucha de ella originada en países que están entre los más grandes
productores mundiales de alimentos GM-, un efecto prístino ha sido el
prevenir que compañías como Monsanto y otros grandes firmas agroquímicas
y semilleras de ganar terreno significativo en el mercado venezolano.
En 2013, una nueva ley de semillas
casi fue aprobada que pudo haber permitido a las SGM ser vendidas en
Venezuela mediante un vacío legal. La ley, que fue autorizada por un
miembro del chavista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fue protestada
por agricultores, activistas indígenas, ambientalistas y grupos
eco-socialistas, que llevó a su tranformación en lo que se denominó la
"Ley de Semillas del Pueblo". Esa ley, aprobada en 2015, fue mucho más allá
de la proscripción original de 2004, al vetar no sólo las SGM sino
también muchos agroquímicos tóxicos, mientras fortaleció las variadas
semillas nativas con la creación del Instituto Nacional de la Semilla.
Inmediatamente después de que la nueva ley de semillas fue aprobada
en 2015, la oposición pro-estadounidense liderada por la Mesa de Unidad
Democrática (MUD) -un grupo formado por numerosos partidos financiados
por los Estados Unidos, incluido Voluntad Popular de Guaidó- tomó
control de la Asamblea Nacional. Hasta que la Corte Suprema de Venezuela
disolviera el parlamento en 2017, la legislación de la MUD intentó derogar
la ley de semillas en varias ocasiones. Quienes estuvieron a favor de
ello llamaron a la ley de "anti-científica" y de dañar a la economía.
A pesar de la decisión de la Corte Suprema de 2017, la Asamblea
Nacional ha continuado sus reuniones, pero el cuerpo no tiene poder real
alguno bajo el actual gobierno venezolano. Sin embargo, si éste es
derrocado y Guaidó -el "presidente interino" que también es presidente
de la disuelta Asamblea Nacional- llega al poder, parece casi una
certeza la "Ley de Semillas del Pueblo" será una de las primeras piezas
legislativas en subir al patíbulo.
El eje AEI
Algunas de las figuras clave y las voces más ruidosas que apoyan los
esfuerzos de la Administración Trump por derrocar al gobierno venezolano
están bien conectadas con un tanque de pensamiento en particular: el
American Enterprise Institute (AEI). Por ejemplo, John Bolton -ahora
asesor de seguridad nacional de Trump y un actor importante en la
política agresiva contra Venezuela- fue un alto miembro (senior fellow)
del AEI hasta ocupar su actual cargo. En éste, Bolton asesora al
presidente en cuestiones de política exterior y seguridad nacional
mientras hace lo mismo con las Secretarías de Estado y de Defensa. Desde
entonces, ha estado presionando por una acción militar en Venezuela, de
acuerdo a los reportes en medios.
Otra figura clave de la política de Trump contra Venezuela -Elliott
Abrams, el representante especial del Departamento de Estado para
Venezuela- ha sido regularmente incluido en las reuniones del AEI
y como invitado en paneles y podcasts. De acuerdo al secretario de
Estado, Mike Pompeo, el rol actual de Abrams le da "la responsabilidad
de todas las cosas relacionadas a nuestros esfuerzos por restaurar la
democracia" en Venezuela. Otras figuras top en la administración,
incluidos el vicepresidente Mike Pence y el secretario de Estado Mike
Pompeo, fueron invitados
al cónclave "secreto" del AEI en pasado marzo. Como MintPress y otros
medios han reportado, Guaidó se autoproclamó "presidente interino" de
Venezuela a instancia de Pence. Pompeo también está íntimamente envuelto
en la dirección de la política de Trump sobre Venezuela, siendo el
principal asesor del presidente en asuntos externos.
Otras conexiones de la Administración Trump incluyen a la secretaria de Educación Betsy De Vos, quien estuvo previamente en el consejo directivo del AEI.
AEI ha sido por lago tiempo parte del establishment "neoconservador" y
emplea a neoconservadores reconocidos como Fred Kagan -el arquitecto de
las "tropas insurgentes" de Irak- y Paul Wolfowitz, el arquitecto de la
guerra de Irak. Sus conexiones con la administración de George W. Bush
son particularmente notables y controversiales, al tiempo que 20
empleados del AEI fueron puestos en altos cargos durante ese mandato.
Muchos de ellos, como Bolton, han disfrutado de una nueva prominencia en
la Administración Trump.
Otros oficiales clave de Bush se unieron al AEI pronto luego de que
dejaran sus puestos en la administración. Uno fue Roger Noriega, quien
fue representante estadounidense ante la Organización de Estados
Americanos (OEA) durante el fallido golpe apoyado por los Estados Unidos
en 2002 contra Hugo Chávez y venía de ser el asistente de las
secretaría de Estado para los asuntos del Hemisferio Occidental de 2003 a
2005, donde fue extremadamente influyente en las políticas de la
administración respecto a Venezuela y Cuba.
Desde que se fuera de la Administración Bush y se uniera prontamente
al AEI, Noriega ha sido instrumental en promover denuncias sin
fundamentos pero con el objetivo de pintar al gobierno del presidente
Nicolás Maduro como un amenaza a la seguridad nacional, por ejemplo
afirmando que Venezuela ayuda a Irán a adquirir armas nucleares y
hospeda a soldados del Hezbolá libanés. También cabildeó en el Congreso
para apoyar al líder opositor Leopoldo López, el mentor político de
Guaidó y líder de su partido político, Voluntad Popular.
No sólo eso, también Noriega se juntó con Martin Rodil, un exiliado venezolano que trabajó para el FMI, y José Cardenas, quien sirvió en la Administración Bush, para fundar Visión Américas, una firma privada de asesoría de riesgos y cabildeo que fue contratada
para "apoyar en los esfuerzos del sector privado hondureño y así ayudar
a consolidar la transición democrática en su país" luego del golpe de
Estado de 2009 en Honduras. En los meses recientes, Noriega y sus
asociados han estado bien enfocados en Venezuela, con Cardenas
ofreciendo a Trump asesoría pública sobre cómo "precipitar la salida de Maduro", mientras que Rodil le ha ofrecido públicamente "obtenerle un trato" si tiene activos del gobierno venezolano.
Mientras el AEI es mejor conocido por su línea dura, también es un
promotor de grandes intereses en la agricultura. Desde el año 2000, ha
sido anfitrión de varias conferencias augurando la "biotecnología" y las SGM, y ha promovido fuertemente el trabajo del lobbysta de Monsanto, Jon Entine, quien fue profesor visitante del AEI durante muchos años. El AEI también tiene conexiones de larga data con Dow Chemical.
La más probable razón por la que el AEI se interesa en promover la
biotecnología, sin embargo, puede encontrarse en sus vínculos con
Monsanto. En 2013, The Nation adquirió un documento del AEI de 2009,
obtenido por un trámite erróneo y que no tenía intenciones de
publicarse, que revelaba los mayores contribuyentes del tanque de
pensamiento. El formulario, conocido como el "programa de los
contribuyentes", reveló que los dos mayores donantes en simultáneo eran
el fondo Donors Capital y el milmillonario Paul Singer.
El fondo Donors Capital, que sigue siendo un importante contribuyente del AEI, está vinculado a los intereses de Monsanto mediante el vicepresidente de su junta, Kimberly O. Dennis, quien es actualmente una miembro
del Consejo Nacional del AEI. De acuerdo al AEI, el Consejo Nacional
está compuesto por "líderes comunitarios y de negocios de todo el país
que están comprometidos al éxito del AEI y sirven como embajadores del
AEI, proveyéndonos de asesoramiento, perspectiva y orientación".
Dennis es la prolongada presidenta del Searle Freedom Trust, que fue fundada en 1988 por Daniel Searle luego de haber supervisado la venta
de la compañía farmacéutica de su familia -G.D. Searle and Company- a
Monsanto en 1985 por 2.7 mil millones de dólares. El dinero que Searle
hizo con la fusión fue usado para financiar el fideicomiso que ahora
financia al AEI y a otros tanques de pensamiento de derecha. Searle
también fue cercano a Donald Rumsfeld, quien manejó G.D.
Searle and Co. durante años y fue secretario de Defensa con Gerald Ford
y George W. Bush. Searle también fue administrador del Instituto
Hudson, que una vez empleó a Elliott Abrams.
Antes de que la compañía familiar -que ganó notoriedad por falsificar sus investigaciones
sobre la inocuidad de sus edulcorantes, aspartame o NutraSweet- fuera
vendida a Monsanto, los ejecutivos de G.D. Searle cercanos a Daniel
Searle aumentaron su prominencia adentro de la firma. Robert Shapiro,
quien fue durante mucho tiempo el abogado de G.D. Searle y jefe de la
división NutraSweet, se convertiría en el vicepresidente, presidente y
luego director ejecutivo de Monsanto. Notablemente, el nieto de Daniel
Searle, D. Gideon Searle, fue un director del AEI hasta hace poco.
La relación Rubio-Singer-bayer
Con todo, es el mayor contribuyente individual del AEI según el
accidentado "programa de contribuyentes" el que dice más sobre los
intereses biotecnológicos privados que guían la política de la
Administración Trump contra Venezuela. Paul Singer, el controversial
multimillonario y gestor de fondos financieros, ha sido por mucho tiempo
el mayor donante de las causas neoconservadoras y sionistas, ayudando a
financiar la Foreign Policy Initiative (FPI), sucesora del Project for a
New American Century (PNAC); y la neoconservadora e islamofóbica
Foundation for the Defense of Democracies (FDD), además del AEI.
Singer es uno de los más notables e importantes contribuyentes políticos del senador Marco Rubio (republicano,
de Florida) y ha estado íntimamente envuelto en el caos reciente en
Venezuela. Ha sido llamado como uno de los arquitectos de la política de
cambio de régimen de la actual administración, y fue el mayor donante
de la campaña presidencial de Rubio, al tiempo que figura clave detrás
del controversial "dossier" sobre Donald Trump compilado por Fusion GPS.
De hecho, Singer ha sido la primera persona en contratar
a Fusion GPS para hacer una "opposition research” sobre Trump. Sin
embargo, Singer ha evadido desde entonces mucho escrutinio por su rol en
la creación del dossier probablemente porque se convirtió en un
contribuyente clave de Trump luego de su elección presidencial en 2016,
dando 1 millón de dólares al fondo de inauguración de su administración.
Singer tiene una variada historia en América del Sur, aunque ha
estado relativamente silencioso en torno a Venezuela. Sin embargo, un
directivo de larga data del fondo financiero de Singer, Jay Newman,
recientemente dijo a Bloomberg
que un gobierno de Guaidó reconocería que los acreedores
internacionales "no son el enemigo", e insinuó que el mismo Newman
estaba ponderando si unirse a la creciente "lista de bonos veteranos que
ya comenzaron a cotizarse, anticipando la reestructuración de una deuda
de 60 mil millones de dólares una vez que el apoyado por Washington,
Guaidó, derroque al presidente Nicolás Maduro y tome el control".
Además, el Washington Free Beacon, que está ampliamente financiado por
Singer, ha sido un defensor verbal del cambio de régimen en Venezuela por parte de la Administración Trump.
Más allá de eso, la Elliott Management Corporation de Singer dio a Roger Noriega 60 mil dólares en 2007 para cabildear
en los asuntos de deuda soberana y por "la promoción federal en nombre
de los inversionistas estadounidenses en América Latina". Durante el
tiempo en que Noriega estuvo bajo la nómina de Singer, escribió
artículos vinculando a Argentina y Venezuela en el inexistente programa
nuclear de Irán. En ese tiempo, Singer estuvo persiguiendo agresivamente
al gobierno de Argentina en un esfuerzo por obtener más dinero de ese
país antes del impago de la deuda soberana.
Mientras Singer ha estado callado sobre Venezuela, ha estado haciendo
decisiones de negocios que han levantado cejas, ya que ha estado incrementando su participación en Bayer.
Esta jugada parece rara por los problemas financieros de Bayer,
resultado directo del giro en casos jurídicos respecto a su vinculación
con el glifosato y el cáncer de Monsanto. La primera decisión que
significó un problema para Monsanto y su nueva compañía relacionada
Bayer tuvo lugar el pasado agosto, pero Singer incrementó su inversión
en la compañía desde diciembre,
incluso ya era claro para ese momento que los problemas financieros de
Bayer relacionados a los casos de glifosato apenas estaban empezando.
Desde que 2019 comenzó, los problemas de Bayer con la fusión Monsanto solo han empeorado, con el director ejecutivo de Bayer declarando recientemente que las demandas han "afectado gravemente" los precios de las acciones y el rendimiento financiero de la compañía.
Forzando la apertura de un nuevo mercado para roundup
Parte de los intereses de Singer en Bayer puede relacionarse con
Venezuela, dado que el "Plan País"de Juan Guaidó para "rescatar" a la
economía venezolana incluya un foco
en el sector agricultor del país. Notablemente, previo a y bajo el
chavismo, la productividad agricultora y la inversión en ese sector han
tomado la retaguardia ante la producción petrolera; como resultado, un 25%
de las tierras venezolanas están siendo usadas para propósitos agrarios
a pesar del hecho de que la nación tiene una rica tierra arable. Como
consecuencia, Venezuela necesita importar muchos de sus alimentos de afuera, muchos de ellos originados en Colombia o los Estados Unidos.
Bajo Chávez y su sucesor Maduro, ha habido un nuevo enfoque
de cultivo en pequeña escala, soberanía alimentaria y agricultura
orgánica. Sin embargo, si Maduro es derrocado y Guaidó se moviliza para
implementar su "Plan País", el acomodamiento de la oposición con
corporaciones extranjeras, los intereses de los arquitectos
esadounidenses del golpe en Bayer/Monsanto, y los esfuerzos pasados de
la oposición de revertir el veto a las SGM, sugiere que un nuevo mercado
para los productos de Bayer/Monsanto -particularmente el glifosato- se
abrirá.
Suramérica ha sido durante mucho tiempo un mercado clave
para Monsanto y -mientras los problemas de la compañía comenzaron a
acumularse antes de la fusión con Bayer- se volvió vital para la empresa
debido a las pocas regulaciones ambientales y de consumo con relación a
muchos países occidentales. En años recientes, cuando los gobiernos
suramericanos habían abierto sus países a políticas más "amigables con
el mercado" en sus sectores agrarios, Monsanto hizo millones.
Por ejemplo, cuando Brasil buscó expandir la inversión en
biotecnología en 2012, Monsanto vio incrementar sus ventas nada más de
SGM de maíz un 21%,
generando ganancias adicionales de 1 mil millones de dólares para la
compañía. Un escenario similar es necesario más que nunca para
Bayer/Monsanto, mientras que los problemas legales hicieron disminuir las ganacias de la compañía el año pasado.
Con países en el mundo que sopesan proscripciones al glifosato como
resultado de las crecidas litigaciones sobre las vinculaciones químicas
al cáncer, Bayer necesita un nuevo mercado para evitar la ruina
financiera. Como Singer ahora tiene una participación significativa en
la compañía, él -junto a los políticos y tanques de pensamiento que
financia- podría ver promisorio el final del veto a las SGM que un
gobierno de Guaidó brindaría.
Asimismo, dado que el máximo asesor de Guaidó quiere que la
Administración Trump tenga un rol directo en la gobernanza de Venezuela
si Maduro es derrocado, parece probable que Singer apalancaría sus
conexiones para mantener a Bayer/Monsanto a flote a pesar de la
creciente controversia que rodea al glifosato. Tal comportamiento de
parte de Singer no debería sorprender a la luz de que los medios
financieros internacionales lo han caracterizado como un "oportunista despiadado" y "demasiado agresivo".
Tal desenlace sería para mantener el crecimiento de los márgenes de
ganancia de Monsanto y compañías relacionadas que han seguido su
expansión en países donde hubo golpes de Estado apoyados por Estados
Unidos. Por ejemplo, luego del golpe en Ucrania en 2014, los préstamos
dados a Ucrania por el FMI y el Banco Mundial forzaron
al país a abrir y expandir el uso de "biotecnología" y los cultivos GM
en su sectoragrario, y Monsanto, en particular, hizo millones al tiempo
que el veto a las SGM y sus agroquímicos asociados fue revertido por el
gobierno respaldo por Estados Unidos. Si Maduro es derrocado, un
escenario similar probablemente se dará en Venezuela, pues la oposición
dio a conocer sus intenciones de borrar en gran medida sus instituciones justo unos días luego de que Guaidó se autoproclamara "presidente interino".
Whitney Webb es una periodista estadounidense de MintPress News,
radicada en Chile. Ha contribuido para varios medios independientes como
Global Research, EcoWatch, Instituto Ron Paul y 21st Century Wire,
entre otros. En 2019 ganó el premio Serena Shim por "su integridad
inflexible como periodista".
Este artículo fue publicado en inglés en MintPress el 6 de mayo de 2019, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Ernesto Cazal.
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