Desde hace varios años para acá, todo lo que sucede en Venezuela se
presenta como la realidad de un país imaginario en la que todo lo peor
puede pasar debido a ser portador de una enfermedad denominada
chavismo.
Sin embargo, ocurre que muchas de las cosas de las que se acusan a
Venezuela son parte de la normalidad política, económica y social de la
mayoría de los países. Así, en realidad, ese futuro distópico y
catastrófico que se agita sobre el chavismo termina siendo el actual
presente de estas sociedades que se piensan como superiores.
Venezuela es gobernada por una mafia
De acuerdo al The Washington Post, Venezuela es el ejemplo
de lo que sucedería en un país si fuese gobernado por un cartel del
narcotráfico. En este artículo no nos vamos a detener en enumerar el
caso de México ni de Colombia, como tampoco las conexiones entre
políticos y el lavado de dinero en Estados Unidos, sino que vamos a
centrarnos en un dato duro: el grueso de los países son gobernados por
castas políticas (o mafias) con el poder real operando los verdaderos
resortes de conducción política y económica.
Por ejemplo, Estados Unidos ha sido gobernado por dos partidos
políticos, el republicano y el demócrata, a lo largo de su historia, y
lo mismo sucede en España con el Partido Popular y el PSOE, sólo por
citar los dos casos más evidentes. En todos estos casos existe una
nomenclatura oficial de políticos que indistintamente mantienen un
consenso sobre los espacios de poder que le corresponden a cada uno, sin
ser más que un porcentaje muy mínimo de la población.
Sucede, además, que todos los puestos políticos con capacidad de
decisión sobre economía y finanzas en la mayoría de estos países son
ocupados por ex ejecutivos de grandes bancos y empresas. Siendo el
ejemplo más claro de esto los puestos de presidente del Banco Central Europeo y la secretaría del Tesoro
de Estados Unidos, ambos puestos en los que proliferan ex ejecutivos
del banco Goldman Sanchs como mayores mandamases de las dos regiones más
importantes del primer mundo.
Entonces cuando se señala con el dedo a la dirigencia del chavismo de
ser una mafia, lo que realmente ocurre es que la verdadera mafia antes
mencionada no acepta que una fuerza política distinta a ella ocupe
espacios de poder. Decisión política que conlleva claramente a acusarnos
de aquello que les sobra y tienen décadas ejerciendo: un cartel de
mafias.
En Venezuela se persiguen políticos
A medida que los mitos e instituciones que protegen a la verdadera
mafia pierden credibilidad y legitimidad ante la población, aparecen
fuerzas políticas antagónicas que rápidamente son demonizadas y
declaradas como opciones inviables de futuro. Sucede que donde éstas
aparecen se da una inocultable persecución política y un intento de
controlar su disidencia para que no se salga del cauce.
Sobre los primeros casos, podemos nombrar la persecución judicial a
Lula y el PT, y a Cristina Fernández de Kirchner para eliminarlos de
facto como opciones políticas en Brasil y Argentina. También en la misma
dirección, la existencia de los presos políticos Oscar López Rivera por su lucha independentista en Puerto Rico y Simón Trinidad de las FARC, ambos privados de libetad en Estados Unidos con procesos judiciales impregnados de irregularidades.
En los segundos casos, los de controlar la disidencia, podemos
enumerar la imposición del plan de ajuste económico en Grecia, a pesar
de que una abrumadora mayoría votó en su contra en un referéndum. Lo que
terminó por desviar y desmovilizar el descontento contra el ajuste
leonino impuesto por la troika de la Unión Europea. Una muestra de cómo
actúa el poder real en este tipo de situaciones en la que los griegos
llegaron a ser amenazados de quedarse sin medicamentos, en caso de no
aceptar el plan de recortes llevado a cabo en este momento por Syriza.
Un caso similar de control de la disidencia se observa en el comprobado arreglo realizado
por la cúpula del Partido Demócrata en Estados Unidos para evitar que
Bernie Sanders llegase a ser candidato a presidente. Un complot en el
que justamente coincidieron medios, políticos y miembros del partido. Un
fiel reflejo de cómo el mismo sistema y sus mismos intereses ya
nombrados se encargan de evitar cualquier tipo de cambio que pueda ir en
contra de su orden. En este caso, por cierto, el tiro les salió un poco
por la culata al ser elegido Donald Trump.
El sistema considera revulsivo a Venezuela y despliega todas sus instituciones y esquemas de ideas contra el país
Así pasa que a Venezuela se le acusa precisamente de algo que es
común en el mundo cuando el poder real intenta limitar la disidencia. La
diferencia es que el chavismo tiene bien sabido que en el contexto
mundial es un perseguido político y por eso se le aplican todos los
mecanismos de lucha, constitucionales o no, para terminar con su
historia como fuerza política.
En Venezuela no hay independencia de poderes ni justicia independiente
Normalmente en países como Estados Unidos y España hay un acuerdo
tácito entre los partidos preponderantes para nombrar jueces de tal o
cual corriente política a través del Congreso. Así hay jueces y altos
magistrados de la Corte Suprema que comúnmente son nombrados por su
afiliación política, y después por su probidad para el cargo. Incluso
esta misma dinámica poder adentro termina, además, por conformar a los
jueces como otra pata más de la casta política y una corporación, que a
veces persigue sus propios intereses.
Esta es ley entre líneas que se aplica en juzgados locales y
tribunales internacionales, altamente permeables al poder económico y
financiero. Lo que explica, por ejemplo, que en el Tribunal de La Haya,
dedicado a crímenes de guerra y lesa humanidad, no haya condenados como
George W. Bush y Tony Blair por sus comprobados delitos en contra de la
humanidad en Iraq. Ni que tampoco nunca se haya juzgado a los
financistas de las guerras de rapiña en Yugoslavia, Siria y Libia, ni a
quienes hicieron lucrativos negocios durante la Segunda Guerra Mundial
con los campos de concentración de Hitler y su demente experimento de
dominación mundial.
En ese mismo sentido, se puede apreciar cómo los principales bancos
del mundo hicieron un millonario fraude con la crisis financiera de
2008, sin que ninguno de sus dueños fuera preso ni se abriese una
investigación más allá de sus gerentes y empleados. Hecho que refleja el
mensaje de fondo: defrauda y roba con impunidad que ningún poder es
capaz de tocarte. Que ninguno de los diez principales banqueros del
mundo tengan ni una sola investigación en su contra prueban sobradamente
este punto.
Precisamente las mismas instituciones, políticos y medios que nada
dicen sobre esto son las que alertan acerca de la inexistencia de un
poder judicial independiente en Venezuela. Después de todo, si eso fuese
así, pudiesen hacer exactamente lo que hacen con Brasil y su justicia: destruir un país entero a sentencias y condenas bajo el mandato de bancos y compañías extranjeras.
Sólo sustituirían a Petrobras por Pdvsa y a los petistas por
chavistas para que finalmente Venezuela fuese vendida a precio de
gallina flaca por el antichavismo.
El modelo económico es fallido y anacrónico
Como un mantra, este matriz de opinión es repetida hasta el hartazgo
para demonizar cualquier tipo de alternativa al verdadero modelo fallido
en el que vive todo el mundo: el neoliberalismo como fase superior del
capitalismo.
Justamente las fallas y los problemas actuales que atraviesa
Venezuela, en parte, se deben a desafiar esta lógica conviviendo con
ella a nivel mundial. Lo que ha llevado a ser víctima de una feroz
reacción de los factores de poder que le adversan por atreverse a una
política soberana. Y que esta se exprese en agudizar las debilidades
administrativas y productivas, propias de un país cuyo destino previsto
por el modelo económico mundial es el de ser un proveedor de recursos
naturales y perpetuo importador.
Sólo hizo falta que todo el modelo económico mundial, que podemos
llamar único, se pusiera de acuerdo para aprovechar estas debilidades y
que todas las fallas producto de depender de importaciones se pusieran a
la vista.
Sin embargo, lo que en Venezuela se pone en juego precisamente es la
capacidad de romper esta lógica y evitar caer en el modelo fallido en el
que está toda la economía mundial (aún cuando tres años de guerra
económica han logrado en parte este objetivo). Modelo que en su
principal país de origen, Estados Unidos, tiene al 80% de su población
con salarios a la baja
por más de 10 años y no asegura el acceso a servicios básicos como
educación y salud. El mismo que produce Trump y después se horroriza por
ello.
Es por eso, justamente, que el mismo sistema considera revulsivo a
Venezuela y despliega todas sus instituciones y esquemas de ideas, sean
de izquierda o de derecha, para limitar y esterilizar cualquier tipo de
alternativa, aún a costa de llevar a parte de su población al hambre y
después culpar de ello solamente a la mala "administración del
chavismo".
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