por José R. Oro
El fascismo es una forma dictatorial de
Gobierno estrechamente vinculada al odio en sus muchas manifestaciones,
desarrollado en la época y condiciones del imperialismo. Se vio en la
Italia de Mussolini, en la Alemania de Hitler, en el Chile de Pinochet,
en Grecia, Portugal, España, Polonia, Hungría, Rumania y otros países.
En todos fracasó brutalmente, trayendo incontables sufrimientos a sus
pueblos.
Hoy se manifiesta en los Estados Unidos de
Donald Trump, en el Brasil de Jair Bolsonaro, en la Bolivia de los
golpistas y en otros puntos del planeta, siempre acorde con las
características de cada país.
Toda esta estructura de desinformación
mediática, muy bien explicada por varios destacados periodistas cubanos
en sólidos artículos, está operando de la forma más
intensa contra Cuba, Venezuela, Irán, Siria, Nicaragua, Rusia, China y
otros países que no se pliegan al diktat del Gobierno de Trump y sus cofrades como Pompeo, Rubio, Abrams, Claver–Carone, Kozak y otros.
La forma principal de ataques mediáticos
contra otros países está basada en un odio xenofóbico extremo, en la
supervaloración de la sociedad estadounidense y en un extremo impulso
nacionalista, racista y de clase . Todos ellos han sido y son
factores reiterados y manifiestos del fascismo.
La exaltación de la xenofobia y el
desprecio al movimiento progresista, se han exacerbado también en la
política interior de Estados Unidos. Ambas expresiones, hacia afuera y
hacia adentro, se han combinado en una suerte de odio fascista
“globalizado”, dirigido a corto plazo a rechazar el formidable reto de
los sectores más “socialistas” del Partido Demócrata contra la
reelección de Trump en el 2020.
El blanco principal es el candidato
centroizquierdista Bernie Sanders, quien es calificado por los
republicanos (y con frecuencia por los propios candidatos demócratas)
con expresiones que van de “socialista radical” a “comunista” (término
que ya el propio Sanders hace mucho dejó en claro que no lo “molestaba
en absoluto”).
La expresión política del odio en Estados Unidos, 2019-2020
Los principales esfuerzos de Trump y su
equipo en la búsqueda –a como dé lugar– de la reelección en 2020, se han
concentrado en promover la atomización del Partido Demócrata entre
muchos candidatos y en imprimir el miedo cerval al socialismo en las
mentes de muchos estadounidenses que rechazan cualquier idea socialista
antes de siquiera intentar entenderla.
Sus oponentes se concentran más en
rechazar la política interna de Trump, y mucho menos en las peligrosas
acciones del actual Gobierno contra otros países, sobre todo operaciones
militares, amenazas y sanciones, a un nivel desconocido desde el fin de
la Guerra Fría.
En informes recientes, se señala que
Estados Unidos está peleando siete guerras , desde Afganistán e Irak
hasta Siria, Yemen, Somalia, Libia y Níger. Encima, la actual
Administración ha declarado estar lista para agredir a Venezuela .
En Estados Unidos, la “canalla mediática”
ha logrado confundir a mucha gente y trata de hacer pasar vulgares
agresiones por “patriotismo” y, en el caso de la denuncia a Israel por
su genocidio contra los palestinos, en “antisemitismo”. Los dirigentes
tradicionales de la derecha del Partido Demócrata han criticado a Trump
por promover el odio interno, pero no por alentar irresponsablemente la
guerra, la forma más concentrada del mismo.
El presupuesto militar en Estados Unidos,
aprobado recientemente, es de 717 000 millones de dólares (muchos
millones más son invisibles, ocultados en otras partidas), el más
elevado en la historia de cualquier país del mundo, igual a la suma de
los gastos militares de los nueve países que le siguen (9). El
incremento de 200 000 millones en la era Trump podría garantizar
educación pública gratuita a nivel universitario a toda la población
escolar de Estados Unidos.
El odio en la Casa Blanca y los estamentos políticos tradicionales
El perdón de Trump al abusador y
torturador exsheriff del condado de Mesa (Phoenix, Arizona), muestra las
convicciones fascistas del mandatario.
Odio contra los negros, latinos, católicos, judíos no-sionistas, musulmanes y otras minorías, son parte cotidiana de la política de Trump.
Se ha formado un entusiasmo político muy masivo pero todavía un tanto
desorganizado: “Derrotemos a Trump” es la consigna, pero aún sin mucha
consideración por cuál sería el programa de Gobierno alternativo, y
aunque Trump y pandilla más que se lo merecen, divide a sus opositores
innecesariamente y de forma muy dañina.
El entusiasmo que impulsó a los demócratas
a una victoria decisiva en la Cámara de Representantes del Congreso
durante las elecciones intermedias del 6 de noviembre de 2018, ha
seguido aumentando hasta el día de hoy.
Esas multitudes están motivadas por el
anhelo de expulsar al presidente Trump, aunque no tengan muy claro a
quién prefieren para sucederlo. A pesar de todos los ocultamientos y
“trampitas” en su contra, el mensaje “socialista democrático” de Bernie
Sanders se ha infiltrado mucho más profundamente de lo que enemigos y
escépticos esperaban.
El número de grupos de odio en Estados
Unidos se incrementó desde 954 hasta 1 020 en 2018, un 7% más que en
2017, según un informe del Southern Poverty Law Center (SPLC).
En el reporte se revela que al llegar a la
mitad del Gobierno de Trump, los grupos de odio crecieron 30%. (10).
Durante el Gobierno de Obama, este número había disminuido en 23%. Hoy
día, el centro del odio en los EE.UU.
está en la Casa Blanca y sus dependencias, muchas veces trasmitido y
comunicado a través de los tuits del propio presidente, que dan a
algunos la percepción de una “comunicación personal” con el mandatario.
¿Cuáles son los principales grupos de odio en Estados Unidos?
- Antiinmigrante: muchos grupúsculos con un poderoso apoyo de la Casa Blanca y en ciertos sectores del Congreso.
- Anti–LGTB: grupos evangélicos y de varias otras denominaciones conocidas en general como la “derecha cristiana”.
- Antimusulmán: muy fuerte dentro de la minoría judía (incluso en personas muy progresistas en otros temas), y en sectores muy reaccionarios. Muchos afroamericanos se han convertido al Islam, una manifestación de “contraodio”
- Separatismo afroamericano: luchan por reivindicaciones propias, no de otros sectores de la sociedad. Se les supone manipulados para dividir a los afroamericanos entre sí y hacerlos impopulares entre otros sectores de la población.
Además, están el Ku Klux Klan, la National
Rifle Association (NRA), supremacistas blancos, neonazis,
supremacistas/machistas, cabezas rapadas racistas, catolicismo
ultraconservador, negadores del holocausto y otras formas de
antisemitismo, grupos de “odio a la música” y “odio a la ciencia”, y
proconfederados sureños, entre otros.
Se sumarían los diversos grupos anti cubanos y antivenezolanos, sobre todo en la Florida.
Casi el 100% de los grupos de odio, que se
supone reúnen entre 2.5 y tres millones de personas que participan
activamente, son fieramente “anticomunistas” o “antisocialistas”, sin
saber mucho de qué se trata.
Por ello, Donald Trump fundamenta su
campaña de reelección en acusar de “socialistas” o “comunistas” a sus
opositores, en decir que Estados Unidos “nunca será socialista”, etc… Es
una cruzada de odio, que busca intimidar al pueblo y mostrar a las
grandes corporaciones que no se permitirá ningún cambio que afecte sus
beneficios, que el Gobierno responde y responderá siempre al 1% que
recibe más dinero que el resto del país.
Las políticas de agresión contra Cuba,
Venezuela y Nicaragua combinan los intereses económicos, estratégicos y
el intenso odio para obtener el voto floridano e influenciar las mentes
de muchos estadounidenses con imaginarias “hordas” de inmigrantes, y
ahora también con ideas “socialistas anti–EE.UU.”.
Las canallescas declaraciones de Mike
Pompeo contra Cuba y Rusia por su apoyo al Gobierno legítimo de
Venezuela, son una increíble explosión de odio contra el “socialismo que
puede destruir a Estados Unidos”.
Más graves aún son la aplicación del
Título III de la ¿Ley? Helms–Burton, sobre todo por su
extraterritorialidad, la limitación de las remesas familiares y la casi
imposibilidad de viajar a Cuba por parte de los estadounidenses, y una
miríada de otras agresiones a lo largo y ancho del mundo.
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